Melofobia (fobia a la música): síntomas, causas y tratamiento
Dicen que la música es el lenguaje del alma. No en vano, a través de ella el ser humano ha podido comunicarse y expresar sus emociones y angustias desde la más remota antigüedad.
La mayoría encuentra este concepto profundamente agradable y placentero, utilizándolo para relajarse o vibrar con ella, e incluso encuentra inconcebible vivir sin música. Pero aunque es poco habitual, algunas personas sienten un profundo pavor altamente invalidante cuando oyen cualquier pieza musical. Se trata de las personas con melofobia, una extraña fobia de la que vamos a hablar.
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¿Qué es la melofobia?
El concepto melofobia hace referencia a la existencia de fobia a la música, es decir al surgimiento irracional de un muy elevado nivel de pánico, pavor y angustia ante la exposición a cualquier tipo de música o melodía.
Es importante tener en cuenta que la melofobia no es un simple disgusto o desagrado por la música, sino que se establece como un temor patológico que el propio sujeto considera poco lógico o excesivo para el posible riesgo que podría representar en la realidad. Acercarse o incluso pensar en exponerse a lo temido, en este caso la música, genera una muy elevada ansiedad y sufrimiento los cuales suelen traducirse en una afectación a nivel fisiológico .
Síntomas
Entre los síntomas fisiológicos que suelen aparecer como consecuencia de dicha ansiedad podemos encontrar la presencia de taquicardias, hiperventilación, sudor frío, agitación o dolor en el pecho. Además de ello suele aparecer despersonalización o sensación de irrealidad, así como miedo a la pérdida de control corporal o incluso a la posibilidad de morir, siendo posible que el sujeto padezca una crisis de ansiedad.
Todo ello hace que el sujeto tienda a evitar lo temido con el fin de no sentir dicha ansiedad, algo que puede generar repercusiones en el día a día de la persona. En el caso del temor a la música, estos sujetos evitaran situaciones como conciertos, discotecas, fiestas o incluso celebraciones en la medida de lo posible. También es habitual que la radio o incluso la televisión no sean encendidas.
Pero no solo eso, y es que más allá de espacios en los que se pretende escuchar música per se también podemos encontrar música en casi todo evento social o en casi cualquier local. Desde un supermercado a un centro de trabajo, pasando incluso por transportes públicos, son lugares en los que va a sonar algún tipo de melodía en algún momento.
Además es posible que se empleen otras medidas alternativas para eliminar o disminuir el nivel de sonido que llega a los oídos, como por ejemplo tapones.
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Posibles causas
La melofobia es una alteración muy poco frecuente, las causas de la cual no son por completo conocidas y que puede provenir o verse influida por factores muy diversos. En algunas fobias a veces se considera que existe una cierta predisposición a nivel biológico a padecerla, como ocurre en el miedo a los animales. Sin embargo en este sentido no parece haber una situación a nivel biológico que pueda facilitar el surgimiento del comportamiento evitativo y fóbico.
Tal vez podría considerarse el canto como un estímulo utilizado desde la antigüedad para generar expectación o dar algún tipo de aviso, en algunos casos negativos.
Otra de las teorías es la que vincula el surgimiento de esta u otras fobias como mecanismo de defensa ante un estímulo doloroso e impactante a nivel emocional, como por ejemplo la muerte de un ser querido cercano o una vivencia experimentada como traumática o altamente aversiva.
En este caso es posible que si la vivencia dolorosa y traumática se ha asociado a la música esta sea vista como algo negativo y ansiógeno y por tanto acabe siendo evitado. Por ejemplo el hecho de que se estuviera escuchando música en el momento en que se produjo la muerte de un familiar, el diagnóstico de una enfermedad o se padecieran algún tipo de abuso o perjuicio son situaciones en los que el sonido se ha condicionado como estímulo aversivo al vincularse a la situación dolorosa en cuestión.
También cabe valorar la posibilidad de que esta fobia surja de forma secundaria a alguna alteración médica vinculada a la audición, o como reacción a estimulaciones sonoras excesivas que han generado gran malestar. El ejemplo más claro es el de personas con hiperacusia, los cuales perciben como mucho más intensas y molestas estimulaciones relativamente más bajas que la media. En este caso no se trataría de una fobia primaria sino más bien secundaria al problema de salud manifestado.
Tratamiento
A pesar de que la melofobia es un trastorno extraño y poco habitual, lo cierto es que puede trabajarse en terapia con el fin de intentar darle un final al problema o un aumento en la sensación de control en la ansiedad sentida.
En este sentido, una de las principales estrategias que se suele emplear va a ser la de emplear la terapia de exposición. En este tipo de terapia se pretende que el sujeto reduzca la ansiedad sentida a base de enfrentarse a las situaciones que teme y mantenerse en ellas sin evitarlas hasta que la ansiedad se reduzca en gran medida. El objetivo en realidad no es eliminar la ansiedad, sino aprender a gestionarla y reducirla.
Para ello primero se elaborará una jerarquía de exposición, en la que entre paciente y terapeuta se establecen una serie de situaciones o actividades que aparecen estímulos fóbicos y que generan al paciente más o menos ansiedad, para después ordenarlos. Posteriormente el sujeto se irá exponiendo a cada uno de ellos, pasando al siguiente solo cuando al menos en dos ensayos consecutivos los niveles de ansiedad sean prácticamente inexistentes.
Por ejemplo, en el caso de la música el sujeto puede ir exponiéndose a pequeñas sintonías suaves, con los oídos semitapados, y poco a poco ir aumentando el volumen y la duración de la pieza musical, o ir acudiendo a lugar como centros comerciales, oir canciones enteras o incluso acabar yendo a un concierto.
Además de ello la reestructuración cognitiva puede ser útil para modificar creencias que pueden estar a la base del pánico a oír música. En este sentido puede ser necesario debatir y hacer reflexionar al sujeto respecto a qué significa la música para él y a qué atribuye el pavor a esta. Tras ello podemos intentar ayudar al sujeto a observar y elaborar posibles creencias alternativas que pudieran ser mucho más adaptativas.
Las técnicas de relajación son también fundamentales, ya que permiten disminuir el tono y la activación generada por la exposición. De hecho, pueden utilizarse en la jerarquía anteriormente citada para hacer en vez de exposición una desensibilización sistemática (en que se busca reducir la ansiedad emitiendo una respuesta incompatible con esta).
Referencias bibliográficas:
- Bourne, E. J. (2005). The Anxiety & Phobia Workbook, 4ª ed. New Harbinger Publications.