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El caso Ortega Lara, en ojos del psiquiatra José Cabrera


El secuestro de José Antonio Ortega Lara (1958, Montuenga, España) por parte de la banda terrorista ETA conmocionó a todo un país. 

Ortega Lara ejercía humildemente como funcionario de prisiones. Fue secuestrado en enero del año 1996 por un comando de la organización terrorista ETA (Euskadi Ta Askatasuna). Los captores le sorprendieron cerca de su coche, en el garaje de su propia casa, cuando se disponía a trasladarse hasta su lugar de trabajo. En ese momento, dos individuos, a punta de pistola, le obligaron a introducirse en una especie de sarcófago ubicado en el maletero de una furgoneta. En completa oscuridad, fue trasladado hacia un escondite del que no saldría en mucho tiempo.

Obligado a permanecer en un agujero durante 532 interminables días

Poco después, la banda terrorista anunció la autoría del secuestro en los medios de comunicación estatales. Pedía, a cambio de la liberación de Ortega, que los presos de la organización fueran acercados a las cárceles del País Vasco. Exigencia que, como cabía esperar, fue desoída por el ministerio del Interior, entonces dirigido por Jaime Mayor Oreja.

El Estado español no accedió a las pretensiones de los terroristas, por lo que Ortega Lara fue retenido de forma indefinida en un agujero bajo tierra construido en una nave industrial abandonada en la localidad guipuzcoana de Mondragón. Encerrado en esa jaula oscura, Ortega Lara permaneció viviendo, sin posibilidad de salir ni un solo instante, en un zulo en el que apenas se podía mover, con una humedad terrible, sin contacto alguno con el exterior y con la constante amenaza de que los terroristas decidieran ejecutarle. A pesar de que todas las circunstancias parecían jugar en contra de un desesperado y cada vez más escuálido Ortega Lara, la policía logró estrechar el cerco sobre los autores de su secuestro y cautiverio, hasta el punto en que los captores confesaron la localización del escondrijo donde Ortega Lara permanecía. Fue liberado en julio de 1997, un año y medio después del día en que fue secuestrado.

Documental sobre el caso Ortega Lara

Si quieres conocer todos los detalles del caso y las experiencias vividas por José Antonio Ortega Lara, no te pierdas este documental realizado por TeleMadrid.

Entrevista con el doctor José Cabrera Forneiro, psiquiatra forense

Una de las personas que mejor conoce este caso es el doctor José Cabrera Forneiro, reconocido psiquiatra forense y habitual de los medios de comunicación de nuestro país. 

Con él hemos querido compartir una conversación sobre el caso de José Antonio Ortega Lara, ya no solo por el impacto social que causó sino también por todo lo relacionado con la salud mental de un individuo que tuvo que soportar, literalmente, el infierno en vida. El doctor Cabrera es una de las personas que mejor conoce lo que sucedió y lo que tuvo que vivir el secuestrado, y no disimula el torrente de emociones que todos sufrimos al rememorar este truculento acontecimiento de la Historia de España.

Bertrand Regader: Buenos días, doctor Cabrera. Es un honor poder compartir este espacio con usted para poder analizar el caso de secuestro de Ortega Lara. Han pasado veinte años desde que José Antonio Ortega Lara fue secuestrado y retenido por ETA. ¿Cómo vivió la sociedad española esos momentos? ¿Cuáles son sus sensaciones personales cuando rememora este turbio episodio?

Doctor José Cabrera: La sociedad española lo aguanta todo, en especial cuando las noticias están en los medios y “lejos de nosotros”. Aquel episodio se vivió como un añadido más a la nube de atentados, amenazas y extorsiones del momento, diríamos que casi se vivió como en estado de anestesia, y fue más la energía que volcaron las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad y los medios de comunicación que el tejido social.

Mi sensación personal fue de asco hacia unos secuestradores sin piedad que luchaban por una causa injusta golpeando a un sencillo funcionario.

Estamos hablando de una persona que fue retenida contra su voluntad en un zulo inhabitable, sin posibilidad de salir y sabiendo que, muy probablemente, ETA iba a asesinarlo un día u otro. ¿Cómo afronta un ser humano una existencia con estos terribles condicionantes y qué características psicológicas ayudaron a Ortega Lara a aguantar tanto tiempo?

El ser humano a lo largo de la historia ha aguantado los más terribles suplicios, castigos, venganzas y situaciones, voluntaria o involuntariamente, únicamente hay que aplicar el instinto de supervivencia y encontrar un sentido para seguir con vida.

En el caso del señor Ortega Lara se juntaron tres condicionantes que le ayudaron: era una persona creyente, tenía una familia a la que quería y deseaba volver a ver, y era un hombre metódico con una gran vida interior, estos tres fueron los pivotes de su supervivencia.

En una entrevista concedida a TeleMadrid, Ortega Lara confesó haber planeado su suicidio mediante varios mecanismos, aunque nunca llegó a apretar ese botón. ¿Es normal que ocurra esto en casos de secuestros prolongados?

El suicidio se plantea siempre ante una situación final de desesperanza en la que el sufrimiento no se puede aguantar más y la salida no existe. Es un mecanismo de defensa ante la deprivación sensorial y afectiva, es decir “hasta aquí he llegado”.

No obstante la experiencia nos dice que aquellas personas que han aguantado un inhumano cautiverio casi nunca ejecutan un suicidio, y sin embargo pasado el tiempo estas mismas personas ya en libertad si han puesto fin a sus vidas, por ejemplo el caso de Primo Levi.

Después de un largo calvario, la policía encontró el paradero de Ortega Lara y pudo liberarlo. Según cuenta el propio Ortega Lara, cuando el guardia civil que fue a rescatarle accedió al zulo, el rehén creyó que ese individuo era en realidad un terrorista disfrazado que iba a ejecutarlo, en una especie de escenificación macabra. ¿Por qué cree que reaccionó de este modo?

En un estado de silencio y ausencia de referentes externos, solo interviene la propia ideación del cautivo que crea de forma compensatoria una vida alrededor de los pocos contactos que tiene con sus captores.

En esta situación el señor Ortega Lara, que estaba esperando constantemente la muerte, no podía entender que repentinamente apareciera una persona con uniforme de la Guardia Civil para liberarle, simplemente no le cabía en la cabeza, y simplemente creyó que había llegado el final.

Cuando fue liberado, Ortega Lara había perdido más de 20 kilos, además de tener las cuerdas vocales y el sentido de la vista atrofiados. Todos tenemos en la retina la imagen de Ortega, escuálido y con barba, caminando con la ayuda de sus familiares poco después del rescate. Pero supongo que las secuelas psicológicas fueron todavía más terribles y duraderas.

La postración física del cautiverio suele ir remontándose con el paso del tiempo, es cuestión de volver a usar los músculos, la voz, la vista, los sentidos... pero el impacto psicológico es otra cosa.

La sensación de impunidad de sus captores, el sentimiento de injusticia hacia su persona, el vacío de la soledad, la lejanía de los suyos, la incomprensión de los hechos y la amenaza de muerte permanente, modifican de por vida la personalidad convirtiendo el futuro en algo completamente nuevo y distinto a lo esperable de una vida normal, y con eso y los recuerdos hay que seguir viviendo, así de simple.

Se habla mucho de la entereza moral y psicológica de José Antonio Ortega Lara, y no es para menos. ¿Cuáles son las fortalezas mentales que un individuo debe desarrollar para volver a la normalidad después de vivir una situación tan calamitosa?

Lo primero es entender lo que ha pasado es decir: aceptar que fue una acción delictiva de un grupo terrorista que le cogió a él por azar, para evitar así culpabilizaciones que no son raras en estos casos. Lo segundo, recuperarse paulatinamente de las secuelas físicas, poco a poco y en lejanía del bullicio. Lo tercero, abandonarse en los brazos de las personas que te quieren y son la clave de tu resistencia, disfrutar de su mera compañía, conversaciones sencillas, recuento de lo pasado por ellos y que el cautiverio le privó.

Y finalmente dejarse asesorar de un profesional de la medicina y/o psiquiatría para seguir un tratamiento suave que vuelva a recomponer los ciclos alerta-sueño y el desánimo generado por el sufrimiento.

Ortega Lara también decía que durante su cautiverio hablaba solo, se imaginaba que su mujer estaba con él y pronunciaba frases en voz alta dirigidas a ella. ¿Cree que esto es útil en situaciones de ese tipo?

Sí, definitivamente es muy útil crear una figura imaginaria con la que hablar, que nos acompañe, que nos mantenga la esperanza y que nos mitigue la soledad física.

Lo normal es recrear la persona de la familia más cercana, y a veces no una sola sino varias, establecer conversaciones completas y densas que rellenen el día inacabable y despedirse de ellas a la hora de dormir.

No quiero terminar la entrevista sin preguntarle por la otra cara de la moneda. Los secuestradores, los terroristas. Solo se me ocurre pensar que retener a una persona durante tanto tiempo, un simple funcionario sin responsabilidades políticas y con familia… solo puede ser explicado por el fanatismo más inhumano. Ortega suele referirse a Bolinaga, el jefe de la operación, como un pobre desgraciado, un infeliz.

Me van a permitir que no emita una sola palabra sobre estos sujetos que manchan el concepto de dignidad humana, ni una palabra, que cumplan sus condenas en la soledad y el olvido, es más de lo que ellos ofrecieron a sus víctimas.