10 claves para una relación sana entre padres e hijos adolescentes
La adolescencia es una etapa algo convulsa tanto en la vida del adolescente como en la de sus padres, y esta etapa de la vida a menudo está asociada a una serie de conflictos y desavenencias en el contexto familiar, propios de la convivencia diaria.
No sorprende que sea así: en la mente y estilo de vida de los adolescentes hay una serie de elementos psicológicos que generan “tensiones” con frecuencia: la transición de la infancia a los roles de la adultez, la búsqueda de la propia identidad, el paso de fijarse en los padres y madres a fijarse en referentes juveniles, la necesidad de sentirse aceptado por el grupo de adolescentes y pasarlo bien más allá de las normas de casa…
Sin embargo, el hecho de estar educando y cuidando de un hijo o una hija adolescente no tiene por qué equivaler a exponerse a una fuente de discusiones constantes.
Los profesionales de la psicología llevamos décadas estudiando los fenómenos emocionales, cognitivos y comportamentales que se producen en la adolescencia tanto a nivel personal como social y ello nos ha permitido desarrollar estrategias útiles de mejorar el bienestar de las familias y de los adolescentes en particular. Y más allá del contexto de la terapia familiar y de la terapia infanto-juvenil (los recursos más útiles para abordar problemas de convivencia), ello os ha permitido extraer una serie de principios y recomendaciones generales que pueden ser aplicados en casa por cualquier persona con hijos adolescentes.
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¿Cuáles son las principales claves para una relación sana entre padres e hijo adolescentes?
Para aprender a tratar al adolescente y construir una relación positiva a todos los niveles, como padres y madres debemos poner en práctica una serie de pautas de comportamiento, consejos y modalidades de educación específicas y que tienen como propósito no reprimir ni castigar sistemáticamente todo lo que se salga de los “debería”. Aquí los encontrarás resumidos.
1. Establecimiento de un flujo de comunicación constante
Casi cualquier relación social funciona positivamente cuando existe una buena comunicación entre ambas partes, y en caso de tener un hijo adolescente debemos poner especial atención en adaptarnos a sus inquietudes y preocupaciones sin dar por sentado que las conocemos por el simple hecho de ser sus padres.
Eso sí, en caso de que le hagamos temer castigos o reprimendas si dice lo que le pasa, será imposible comprender el porqué de sus comportamientos y estaremos dando palos de ciego. Por ello, hablar de manera abierta y honesta es el ingrediente básico en el que se debe fundamentar cualquier modelo de crianza para que sea eficaz; todo lo demás viene después.
La comunicación eficaz se basa en la aplicación de una serie de habilidades comunicativas esenciales, entre las que destacan, la escucha activa, la empatía, el contacto visual, la capacidad negociadora, la asertividad y el uso del humor.
De igual manera, aunque el adolescente no se comunique con nosotros también debemos acercarnos a él y preguntarle por su estado siempre que creamos que pueda sucederle algo o simplemente para comprobar que todo funcione correctamente. Pero estas conversaciones no tienen que ser conducidas como interrogatorios: nosotros también tenemos que aportar algo, no solo limitarnos a preguntar (los adolescentes valoran la privacidad más que los niños pequeños)
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2. Respetar su libertad
La adolescencia es una etapa en la que la persona necesita construir su personalidad y empieza a demandar una serie de libertades propias para realizar actividades propias de su edad que no hacía en la etapa anterior.
Estas nuevas actividades pueden ser salir con los amigos, ir a conciertos o llegar más tarde a casa, y en cada una de ellas, el adolescente necesita saber que sus padres confían en él y le conceden esta nueva libertad que tanto necesita si no muestra señales de que no está preparado/a para asistir a esos eventos o que no es capaz de comportarse de una manera adecuada. Los límites siempre tiene que ser debidamente explicados poniendo ejemplos de comportamientos concretos por su parte, aunque sin usarlos como reproches o ataques personales.
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3. Respetar su opinión
Cualquier persona valora positivamente que su opinión sea respetada, y eso resulta de mayor importancia durante la edad adulta, momento en que la autoestima es más frágil y el adolescente necesita una valoración positiva externa para desarrollar su personalidad.
Aunque podamos no estar de acuerdo con muchos de los planteamientos de nuestro hijo adolescente, es necesario mostrarnos respetuosos en todo momento y hacerle ver que su opinión es tenida en cuenta. Del mismo modo, es fundamental no invalidar sus emociones para que pueda expresar su malestar cuando sea necesario y note que eso sirve para recibir ayuda o apoyo.
4. Privacidad
La privacidad es otra de las demandas esenciales que están a la orden del día durante la adolescencia y resulta uno de los requisitos indispensables para el correcto funcionamiento de cualquier relación social.
Procurar que el adolescente tenga su propio espacio, como puede ser su habitación, y no invadirlo excesivamente, es una de las mejores formas de respetar su privacidad durante esta etapa del desarrollo.
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5. Compartir tiempo juntos
Los psicólogos y especialistas en adolescencia también recomiendan que para construir relaciones positivas con los adolescentes resulta de gran importancia compartir tiempo juntos de manera habitual.
Esto puede hacerse programando juntos un plan que sea satisfactorio para ambas partes, reservando alguna hora durante la semana para pasarlo juntos o bien interesándonos por sus aficiones y participando en ellas siempre que sea posible.
6. Tratarlo con respeto
Los adolescentes sienten constantemente la necesidad de ser tratados como adultos y de empezar a vivir acorde a las exigencias, responsabilidades y ventajas propias de la edad adulta.
Es por eso que además de empezar a exigir nuevas obligaciones también es necesario dar muestras de que nos tomamos en serio su manera de penar y de tomar decisiones, y que incluso nos puede ser de ayuda contar con su participación en muchas actividades.
7. Ofrecer apoyo en todo momento
Como se ha indicado, la escucha activa es esencial para la correcta relación con el adolescente, tanto si quiere compartir algo con sus padres como si le cuesta hacerlo.
En caso de que se produzca algún problema del que deba informarnos es importante hacerle entender que cuenta con nuestro total apoyo, nuestro respeto y que no será juzgado pase lo que pase.
8. No sobreproteger
Algunos padres tienden a sobreproteger a sus hijos desde la primera infancia, un modelo educativo que no resulta aconsejable en ninguna etapa del desarrollo, tampoco en la adolescencia.
Debemos ser capaces de dejar libertad a nuestro hijo adolescente para que pueda cometer sus errores y así aprender de ellos a lo largo de su crecimiento.
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9. Negociar
Como sucede en cualquier otra etapa de la crianza, durante la adolescencia resulta de gran importancia establecer reglas y normas de comportamiento para que la persona adquiera una serie de valores y pautas esenciales.
Sin embargo, también puede resultar positivo ser capaces de negociar alguna norma siempre que pueda estar sujeta a cambios en función del buen comportamiento del adolescente.
Este tipo de negociaciones se pueden llevar a cabo en temas como la hora de regreso a casa, la posibilidad de hacer algún regalo debido a las buenas notas, etc. De esta manera, los jóvenes no solo tienen un sistema de incentivos más rico y variado para portarse bien, sino que además aprenden a auto-regular su conducta para lograr metas a medio y largo plazo.
10. Compartir las propias experiencias
Otra de las claves esenciales para mantener una buena relación con los hijos adolescentes es la de compartir todo tipo de información propia que le pueda ir bien para su vida diaria.
Esta información personal puede ser tanto de experiencias como de opiniones propias, gustos, aficiones, anécdotas de la adolescencia o consejos de todo tipo, conocimiento compartido que ayudará a forjar una relación positiva entre padres e hijo adolescente.