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Vulnerabilidad emocional: qué es, causas, y cómo gestionarla


En el ámbito de la psicología, se ha utilizado el concepto de vulnerabilidad para referirse a aquel proceso por el cual una persona no es capaz de aguantar unos niveles de estrés determinados provenientes del entorno, sea de la procedencia que sea (contextual, físico o psicológico).

En psicología, la vulnerabilidad emocional es un estado por el que puede llegar a pasar cualquier persona cuando se sienta expuesto ante una serie de situaciones que le causen incomodidad, molestias o incluso dolor, de manera que este tipo de situaciones podrían ser difíciles de superar.

En este artículo veremos en qúe consiste la vulnerabilidad emocional y cómo puede llegar a influir en la vida de las personas.

¿Qué es la vulnerabilidad emocional?

Cuando hablamos acerca de la vulnerabilidad estamos utilizando un término proveniente del latín ‘vulnerando, que se refiere a la cualidad de una persona para ser herida. Así pues, es una palabra que tradicionalmente se ha llegado a asociar con la susceptibilidad, la sensibilidad o la delicadeza, o incluso con el miedo a ser herido, tanto psicológica como físicamente.

Por otra parte, la vulnerabilidad, incluida la emocional, depende de una amplia diversidad de factores como la edad, el entorno social y familiar, los rasgos de la personalidad, etc.

Además, el término vulnerabilidad posee varios significados debido a que ha sido frecuentemente utilizado dentro de diversos ámbitos, entre los que se encuentra el de la psicología. Y es que la vulnerabilidad es una característica que ha acompañado al ser humano desde sus orígenes, siendo una cualidad muy útil para protegerse frente al peligro. Por otro lado, podemos encontrar diferentes tipos de vulnerabilidad, siendo uno de ellos la vulnerabilidad emocional, un fenómeno sobre el que hablaremos con más detalle a continuación.

Vulnerabilidad emocional

El término "vulnerabilidad emocional" se usa para referirse a aquel estado por el que puede llegar a pasar cualquier persona cuando se sienta expuesto ante una serie de situaciones que le causen malestar, de manera que este tipo de situaciones podrían ser difíciles de superar. Además, podríamos referirnos al término de vulnerabilidad emocional para referirnos a esa condición que tienen las personas para dejarse afectar por lo que sucede, ya sea por sentir sensibilidad frente a determinadas situaciones o por ser demasiado conscientes de su propio sentir.

Por otro lado, la vulnerabilidad emocional puede llegar a provocar incapacidad frente a determinadas situaciones, alerta o sensación de peligro o incluso pudor, ya que en la sociedad en la que vivimos es bastante común que se enseñe a las personas desde bien pequeñas que deben mostrarse fuertes en todo momento, ocultando así su vulnerabilidad en determinados casos frente a otras personas.

Factores que podrían influir en la vulnerabilidad emocional

La vulnerabilidad emocional puede llegar a causar una amplia variedad de sentimientos y emociones como puede ser miedo, tristeza, enojo, ira, impotencia, frustración, decaimiento, inseguridad, falta de confianza en uno mismo y también puede despertar una serie de pensamientos negativos que podrían meter a una persona dentro de un círculo vicioso que haga que le cueste más afrontar aquellas situaciones que suelen desencadenar todas esas emociones, pensamientos y sentimientos asociados a la vulnerabilidad.

A continuación explicaremos 3 grandes factores que pueden influir directamente en el desarrollo de unos mayores niveles de vulnerabilidad emocional, siendo más influyentes durante las etapas de desarrollo como pueden ser la infancia y la adolescencia, cuando se está formando la identidad de una persona.

1. Circunstancias familiares o personales

Existen diversos factores relacionados con las circunstancias tanto a nivel familiar como personal que puede influir en el desarrollo de una mayor vulnerabilidad emocional, cabiendo destacar las siguientes: conflictividad familiar, bajo nivel de comunicación entre los miembros de la familia o pobres lazos con sus padres, desorganización familiar, baja autoestima, inmadurez emocional, haber sufrido algún acontecimiento vital muy estresante y/o traumático, falta de control emocional o problemas a nivel académico y/o laboral, entre otros.

2. Hábitos de vida

Tener una serie de hábitos de vida poco saludables como no descansar el número adecuado de horas al día, llevar una mala alimentación, falta de ejercicio físico y el consumo en exceso de alcohol o incluso de otras sustancias tóxicas como podrían ser ciertas drogas ilegales, entre otros malos hábitos de vida, son algunos de los factores que pueden favorecer que una persona tenga una mayor vulnerabilidad emocional.

3. Llevar a cabo o no actividades que permitan incrementar la autoeficacia

Llevar a cabo actividades que incrementen la autoeficacia favorece el mantenimiento de una autoestima saludable, siendo un factor muy favorecedor para que una persona se sienta mejor preparada frente a las adversidades al tener la suficiente confianza en sí misma; mientras que, por el contrario, la falta de actividades en el día a día que ayuden a que una persona se siente eficaz consigo misma puede ayudar al aumento de una vulnerabilidad emocional.

Cabe destacar que estos factores, aunque puedan influir en el hecho de que exista una mayor vulnerabilidad emocional en una persona, eso no quiere decir que no se pueda cambiar la situación, ya que con el trabajo de introspección y autoconocimiento adecuado y si es necesario con la ayuda de un terapeuta la persona puede desarrollar una mayor fortaleza emocional, partiendo de la base de que sea consciente cuáles son las circunstancias ante las que se siente más vulnerable emocionalmente para comenzar a trabajar en ello, aunque también es importante conocer los propios límites y establecer unas metas realistas.

¿Hay algo malo en ser vulnerable emocionalmente?

La vulnerabilidad emocional no necesariamente tiene por qué ser una cualidad negativa y, como ocurre con otras cualidades, no es todo negativo ni tampoco todo positivo. En este caso, esa vulnerabilidad, aunque puede llegar a dejar a una persona al descubierto emocionalmente en ciertas situaciones, podría permitir a esa persona conectar con mayor facilidad consigo mismo y con los que le rodean.

En cambio, una persona que tiende a ocultar su vulnerabilidad, tratando de no mostrar sus sentimientos, podría tener mayores dificultades para conectar con otras personas.

Por otro lado, conocer en detalle la propia vulnerabilidad emocional puede servir de base para que una persona comienza a trabajar en sí misma, haciendo un trabajo de introspección y autoconocimiento que le permita desarrollar una mayor fortaleza frente a aquellas situaciones que tienden a sobrepasar a esa persona, haciéndole sentir frustración e incapacidad o causar cierto malestar.

Consejos para identificar, aceptar y aprovechar la propia vulnerabilidad emocional

A continuación vamos a ver unas breves pautas que pueden servir para empezar a trabajar a partir de la propia vulnerabilidad emocional; esto puede servir como impulso para comenzar a trabajar la resiliencia y a desarrollar una ser de habilidades de afrontamiento que sirvan para que una persona pueda enfrentarse a aquellas situaciones que le hacen sentirse vulnerable.

En primer lugar, hay que comenzar con un exhaustivo trabajo de introspección que sirva para que una persona sea capaz de detectar cuáles son sus inseguridades y en qué situaciones tienden a aflorar, así como también identificar y analizar las propias fortalezas y las mejores aptitudes. Este ejercicio servirá para que una persona se conozca mejor y parta desde esa base.

Otro ejercicio para trabajar frente a la propia vulnerabilidad emocional sería el entrenamiento para controlar los propios pensamientos y para ello se puede comenzar practicando ejercicios de relajación, meditación o mindfulness, de manera que una persona desarrolle una rutina y unos hábitos que le permitan mantenerse enfocada en sus propios pensamientos. Así, con el tiempo, podría llegar a detectar cuáles son esos pensamientos saboteadores, analizar qué hay de cierto en ellos y también podría comprender las emociones que suscitan y cambiarlos por pensamientos más adaptativos y realistas.

Una idea que podría servir en este tipo de casos sería que la persona trate de analizar de forma detallada y calmada aquellas situaciones que le hacen sentirse más vulnerable emocionalmente, con el fin de tratar de imaginarse qué hay de realista en aquello que le causa ese temor ante tales situaciones y, a partir ahí, imaginar un escenario más realista en el que esa persona tiene controlada la situación. Y es que muchas veces las personas se imaginan cosas que es poco probable que sucedan, por lo que sería útil imaginarse un escenario más realista en estos casos.

Otra idea que puede tenerse en cuanto es tratar de ser más tolerantes con los propios miedos, los propios límites, debilidades y acciones. Es aconsejable mostrarse siendo naturales, sin tratar de aparentar lo que no se es, ya que el miedo que tienen a veces las personas a mostrarse tal y como son puede favorecer al hecho de que se sientan vulnerables frente al miedo a ser juzgadas.

En ese sentido, es aconsejable tratar de aceptarse a uno mismo sin intentar agradar o impresionar a otras personas, ya que la vulnerabilidad emocional se puede ver notablemente perjudicada cuando una persona trata de hacer ciertas cosas pensando en la idea de impresionar a los demás y es que cuando una persona se genera unas expectativas altas y se impone a sí misma una mayor exigencia tendrá más posibilidades de frustrarse cuando las cosas no salgan como esperaba.