Aprender a valorar el tiempo
El tiempo es el denominador común en nuestras vidas, en nuestras historias y nuestros futuros.
¿Me regalas un poco de tu tiempo?
El tiempo nos va forjando y moldeando según lo qué vivimos. El tiempo nos da la razón en algunas cosas, pero en otras nos la quita. El tiempo nos sorprende y nos hace valorarlo cuando miramos hacia atrás. Todas esas cosas que hemos realizado en un pasado, que en momentos antes de que sucedieran no lo hubiéramos ni imaginado. Por lo tanto, es un bien muy preciado. El tiempo no se compra, ni intercambia ni se vende.
Valora a aquellas personas que dedican tiempo hacia a ti, o más bien dicho, que te dedican tiempo. Sea de la manera que sea, sin pararnos a medir; duración, frecuencia o calidad. Que te regalen tiempo, significa que tú también lo aceptas, y por tanto aceptas recibirlo.
Estamos tan inmersos en objetivos inmediatos o a corto plazo que no paramos atención en el tiempo que existe entre empezar y conseguir esos objetivos. Por ejemplo, ¿Cuántos de nosotros vamos al trabajo con prisas, distrayéndonos con el móvil hasta llegar a nuestra parada de metro o ocupándonos los oídos para evadirnos rápidamente de la realidad de la cotidianidad y llegar a los lugares de destino?
Aprender a valorar el tiempo presente
Os invito a realizar algunos cambios que podéis hacer en vuestro día a día y así valorar el tiempo de una forma distinta:
Observación
Captar toda esa información que hay alrededor nuestro, ya sean calles, paisajes, personas, gestos… Toda esa información son inputs para nuestro cerebro. Se puede aprender mucho de qué necesitan las personas, de cómo se sienten o de lo que te pueden llegar a transmitir las miradas.
Propiocepción
Darle más importancia a cómo o qué sentimos en cada momento. Ya sea una respiración acelerada, unos hombros tensos o un rugido en la barriga. Intentar pensar qué es lo que nos puede hacer sentir así y dar alguna respuesta a esa necesidad (respirar profundamente, hacer un movimiento rotatorio de hombros, comer algo…).
Agradecimiento
Aunque tengamos días mejor que otros, los otros no se merecen que transmitamos esas malas vibraciones. Por lo tanto, sé agradecido e intenta ser agradable con los demás como te gustaría que fueran contigo. No sólo por ellos, sino por cómo te sentirás tú después de hacerlo. Sé cortés y sonríe más y verás que te sonríen más de lo que pensabas, si no es así, no te preocupes, ya que tus vibraciones y tu actitud serán mejores igualmente.
Entonces, dedícale tiempo a todo aquello que te haga feliz, realizado o simplemente tranquilo y a gusto contigo mismo. Todas esas actividades que te hagan disfrutar de ese tiempo que les dedicas, a esas, que no percibes el tiempo y en que pasarías horas y días pareciendo minutos.
La importancia de conectar con las personas que nos rodean
Dedícale tiempo a esas personas que te hacen perder la noción del tiempo, al hablar de todo y al hablar de nada. A esas que suelen ser perennes en el tiempo sin importar la frecuencia con la que las ves. A esas otras que son puntuales, pero intensas. Que te dan fuerza, ganas, ilusiones y experiencias. Todas ellas forman tu trayectoria, tu camino de vida. Agradéceles a todas, repito, a todas que hayan pasado por tu vida ya que de una manera u otra te han moldeado a día de hoy para ser quién eres. Aquí tenemos los fantásticos, emocionantes y misteriosos cruce de caminos.
Nunca sabes cuáles van a ser los nuevos cruces de caminos que están por venir, simplemente vendrán. Cuánto tiempo van a estar o cuál va a ser su cometido no lo sabrás hasta que, con el tiempo, mires hacia atrás y entiendas qué te has llevado de ese cruce en el camino y en el tiempo.