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​¿Cómo se gestiona el poder de las minorías en redes sociales?


Y le preguntó: ¿Cómo te llamas?

Y él le dijo: Me llamo Legión, porque somos muchos.

—Marcos 5:9

En la sociedad siempre han existido diferentes formas de entender el mundo, a pesar de que la opción de la mayoría impone la norma social del momento. Sin embargo, ha habido contextos históricos en los que esos pequeños movimientos han logrado influir y cambiar el rumbo, como la revolución feminista o la sexual. Es el proceso de influencia de las minorías.

No obstante, actualmente las minorías cuentan con un nuevo factor: no tienen límites espacio-temporales. Anteriormente, las minorías sufrían límites de visibilidad; sin internet resultaba extraño ver personas con valores diferentes y aún menos, que éstas se reunieran formando un grupo sólido. Pero hoy, la alta conectividad en la que vivimos nos permite contemplar diferentes modelos valorativos. Es así que movimientos animalistas, ecologistas e independentistas, son voces inextinguibles de las redes sociales.

Pero ¿cómo se forman estos grupos minoritarios? ¿Un día uno alza la voz y se forma una minoría? ¿Y cómo una minoría se impone al régimen de la mayoría? Estas cuestiones han sido foco de atención en la Psicología de los Grupos durante décadas, pero actualmente se le suma una nueva: ¿cómo se gestiona una minoría en las redes sociales?

¿Cómo se forman las minorías?

Comenzaremos dando respuesta a la primera de las preguntas: cómo se forman. Para iniciar el proceso de influencia, todo grupo minoritario debe partir de una estructura base con unas específicas características, que resumiremos como (Doms y Moscovici, 1984; Levine y Russo, 1987):

  • Consistencia. Una de los rasgos más relevantes es cómo se presenta el grupo en sociedad. Debido al bajo número de integrantes que lo definen, un grupo minoritario debe mantener la unión y coherencia de los actos de sus miembros. Asimismo, también es necesaria la persistencia en sus actos, en su manifestación a la sociedad. Podría resumirse en “ir todos a una”, manteniendo dos consistencias clave:
    • Consistencia diacrónica: entre los miembros.
    • Consistencia sincrónica: en el tiempo.
  • Heterogeneidad. Este factor muchas veces no es respetado, pero resulta clave para ser aceptados y validados por la mayoría. El hecho de constituirse como un grupo que incluye a personas con rasgos muy diferentes envía un mensaje claro a la sociedad: “no nos motiva el interés de unos pocos”. Resulta crucial mostrar este mensaje para evitar las descalificaciones de la mayoría que, por inercia, insiste en mantener su posición. Remitiéndonos al movimiento del 15M, muchos de los argumentos en su contra se centraron en transmitir que era un movimiento particular de un sector de la sociedad.
  • Distintividad y adecuación al contexto. Estas dos variables marcan una tensión por la dualidad que presentan. Por un lado, el grupo minoritario debe representar una alternativa al modelo que propone la mayoría, y por otro lado debe ser una propuesta que sea coherente y adecuada a las condiciones del momento. No perderse entre ambos extremos es delicado, pero necesario para presentar la propuesta como innovadora pero realizable, sin plantear imposibles utópicos.
  • Resistencia a la presión grupal. Ser una minoría implica una desviación de la norma social. Como todo elemento que se sale de las fronteras establecidas, sufrirá de fuerzas que intenten devolver a la normatividad del momento como un movimiento de homeostasis, de vuelta al equilibrio inicial. Por tanto, si el objetivo es iniciar un proceso de influencia, el grupo debe prepararse para la presión grupal externa.

¿Cómo influye la minoría?

Para entender cómo influye la minoría es necesario comprender que su funcionamiento es diferente al de la mayoría, desarrollando diferentes procesos de influencia (Moscovici y Personnaz, 1980). Estas distintas formas de gestión son las que inician un proceso de influencia por conversión (Pérez, 1994).

  • Mayoría: influencia normativa. La ventaja de la mayoría forma parte de su propia desventaja: contar con una gran cantidad de miembros dificulta la unanimidad del grupo, ya que no llueve a gusto de todos. Por tanto, el funcionamiento de la mayoría se centra en el trato interpersonal. Inicia procesos de comparación social, observando qué valora positivamente cada uno de sus miembros para promover propuestas con las que todos se sientan identificados. Intentan evitar así perder miembros, manteniendo una imagen pública positiva, por lo que necesitan atender a qué consideran “positivo” sus integrantes.
  • Minoría: influencia informativa. Por el mismo hecho de ser una minoría, no se tiene el apoyo de muchas personas que respalden la propuesta. Por tanto, el proceso de influencia no se puede enfocar en el trato interpersonal, ya que si vamos a por números, la minoría saldría perdiendo. En este caso, lo importante es el trato de la información. La mayoría tiene que controlar qué valora positivamente cada uno de sus integrantes, así que, ¿qué pasaría si la alternativa de la minoría comienza a ser considerada positiva? Eh ahí el núcleo, gestionar la propuesta para que sea veraz y posible; que sea evidente para las personas sin plantear imposibles.
  • Proceso de conversión. Se caracteriza por provocar cambios indirectos y de forma latente. Pero a pie de calle, la conversión se manifiesta en la ganancia de apoyo, ganar miembros que acepten la propuesta. De ello se deriva la primera consecuencia, una ruptura de la unanimidad de la mayoría. Este hecho se desarrolla en forma de efecto de bola de nieve, incrementándose gradualmente ya que la pérdida de integrantes de la mayoría muestra déficits en su consistencia interna. Es decir, a medida que la minoría recibe más apoyo, queda al descubierto que la mayoría no es tan consistente, y que parte de ella acepta y respalda la alternativa. Los miembros comienzan a cuestionarse cada vez más la veracidad de la propuesta, porque “los que piensan como yo empiezan a aceptarla”.

De esta forma la minoría opta progresivamente en convertirse en una necesidad en la sociedad. En tanto que movimientos como el animalista o el ecologismo se asocian a rasgos positivos, las personas tendemos a desarrollar una necesidad de incluirlos en nuestras vidas diarias. Si la preocupación por los animales o el ecosistema está bien visto en la sociedad, cada persona quiere verse aceptada por la sociedad, por lo que incluir esos valores es adaptativo y provoca un sentimiento de consonancia y bienestar.

¿Cómo se gestiona esta influencia en las redes sociales?

Hasta ahora, podemos entender cómo funcionan, pero en la era cibernética, observamos constantemente diferentes minorías. Sin embargo, muy pocos de los lectores han estado en vivo en Tordesillas, o son habitantes de Catalunya, como para conocer el movimiento antitaurino o independentista en primera persona. Ahora bien, no han supuesto barreras para que las minorías intenten ejercer su influencia; ¿por qué?

  • Estratificación social. En las redes sociales los mensajes se distinguen por fuentes que varían grado de formalidad y legitimidad, correspondiendo “mayoría” y minoría” a diferentes estratos sociales. No se recibe de la misma forma el mensaje publicado por un vecino que el del presidente del gobierno. Ello se debe a que las mayorías, por ser origen de la norma social, se traducen en legislaciones y leyes; la voz de la mayoría se normaliza y legitimiza. Este hecho deja a las minorías como la voz de gente de a pie como contraparte. Por tanto, representarse como una minoría implica presentarse como la voz del pueblo, entiendo su propuesta como una necesidad que la política actual –mayoría- no satisface. Es adecuado tener en cuenta tanto el nivel de contenido como el de la forma de los mensajes: mediar entre formalidad/informalidad ya que según qué iniciativas será conveniente que las promuevan personas con diferente nivel técnico/profesional, dependiendo si es en pos de respaldar objetividad o promover empatía. En este sentido, la minoría tiene unos objetivos correpondientes a la “vos del pueblo” y se expresa en el “idioma del pueblo”. Se debe tener en cuenta que el pensamiento de la minoría es “no somos ellos, pero queremos llegar a ellos”.
  • Objetividad. La anterior premisa entra en conflicto con el trato informativo de las minorías. Tengamos en cuenta que en redes sociales no existe un contexto espaciotemporal, es decir, los mensajes pueden emitirse/recibirse independientemente de la geografía y el momento. Por tanto, se debería prestar atención a que se puede dar a conocer una realidad a personas que no la viven en su piel, y lo que es más, el objetivo es hacerlas partícipes de esa realidad. Debido a ello, presentarse como “la voz del pueblo” puede ser fuente de la propia descalificación, ya que puede resultar muy subjetivo. En otras palabras, si se da a entender que la propuesta viene dada por el vecino, todos sabemos que el vecino puede equivocarse y que esa es su opinión, una de tantas. Es así como es necesario dar pruebas objetivas, hacer ver que lo que cree la minoría no es un hecho que se esté inventando, sino que su opinión tiene unas bases veraces. Asentar que la propuesta no es una opinión, sino su realidad de trasfondo.
  • Gestión como Mass Media. No nos olvidemos que las redes sociales son un medio de comunicación. Por ello, es relevante incidir en cómo gestionar la información, cómo retransmitir los ideales. Sobre la temporalidad, la publicación de varios mensajes en un corto lapso de tiempo provoca un efecto de ruido y sobrecarga: la información se solapa una encima de otra y colapsa a las personas, como un murmullo del que no se saca nada claro. Lo mismo sucede con la cantidad, un exceso puede servir para remarcar unas premisas concretas, pero también se puede caer en la impresión de no aportar nada nuevo y ser reiterativo. Información concisa, premisas claras, datos objetivables y mensajes centrados en los objetivos, siendo constante y coherente con los ideales alternativos de la minoría.

Algunas conclusiones

Con la anterior descripción del proceso, podemos entender cómo, poco a poco, las minorías se esfuerzan en ganar legitimidad social, hacer ver a la mayoría la necesidad de incluirlas en su discurso y abrir así vías de negociación. Es entonces cuando será necesario modular las fuerzas y presiones de ambos bandos, para llegar a un acuerdo común y que sintonice ambos extremos.

Ahora bien, las redes marcan un nuevo marco en el que estos procesos de influencia deben adaptarse. No sólo para lograr sus propios objetivos, sino para fomentar la salud comunicativa en internet y no promoverlo como un medio de descomunicación. El debate sobre la correcta gestión en las redes está abierto; ¿el independentismo catalán es un movimiento del pueblo o se traduce en una propuesta política? ¿Dónde están las riendas del independentismo, en los ciudadanos o en políticos? ¿En Tordesillas quiénes fueron agredidos, lanceros o animalistas? ¿El centro temático era la agresión al animal o a sus defensores? ¿Constituirse como atributo de tribus sociales favorece los objetivos del ecologismo y vegetarianismo? ¿El plato de verdura se fotografía por seguidores o por aportación al ecosistema?

Referencias bibliográficas:

  • Doms, M. y Moscovici, S. (1984). Innovación e influencia de las minorías, en S. Moscovici (ed.): Psicología Social I: Influencia y cambio de actitudes. Individuos y grupos. Barcelona : Paidós, 1985.
  • Levine, J. M. y Russo, E. M. (1987). Majority and minority influence, en C. Hendrick (ed.): Review of Personality and Social Psychology: Group Processes, Vol. 8, Newbury Park, CA: Sage.
  • Mosovici, S. y Personnaz, B. (1980). Studies in social influence V: Minority influence and conversión behavior in a perceptual task, Journal of Experimental Social Psychology, 16, 270-282.
  • Pérez, J. A. (1994). La influencia social, en J. F. Morales (coord.): Psicología Social. Madrid: McGraw-Hill.