Franco Basaglia: biografía de este psiquiatra italiano y activista
No hace mucho tiempo que los centros psiquiátricos era lugares oscuros y apartados del resto de la sociedad en donde se encerraba a las personas cuyo trastorno mental era una molestia para las personas “normales”.
Víctimas de tratos en muchas ocasiones inhumanos, los pacientes psiquiátricos tenían una vida propia de un preso, cuya opinión y bienestar apenas era tomada en cuenta y que no se contemplaba la posibilidad de que su malestar psicológico fuera producto de una vida disfuncional.
Afortunadamente, esto cambió con el activismo político y social de un psiquiatra llamado Franco Basaglia, quien no solo denunció el trato injusto que recibían los pacientes sino que contribuyó a que se dieran cambios legales para dotarlos de un mejor tratamiento. Descubramos cuál fue su historia a través de una biografía de Franco Basaglia.
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Breve biografía de Franco Basaglia
Franco Basaglia es una de las figuras clave del movimiento contra la hospitalización e internamiento de los pacientes psiquiátricos. Este psiquiatra italiano se opuso al trato deshumanizado que recibían las personas con trastornos mentales en los manicomios y trajo consigo un nuevo enfoque en la atención de estos pacientes, suponiendo una gran revolución no solo en su país natal sino también en muchos países desarrollados.
Franco Basaglia es considerado uno de los padres de la “antipsiquiatría” junto con Ronald D. Laing y David G. Cooper, aunque no en un sentido despectivo hacia la disciplina de la psiquiatría sino contra los métodos y tratamientos usados su vertiente más tradicional. Basaglia no veía a los trastornos mentales como enfermedades puramente médicas, sino fruto de algún tipo de disfunción social que había llevado al paciente a padecer un trastorno y acabar hospitalizado.
Basaglia fue un prolífico científico, escritor y humanista además de un incansable activista. Gracias a su lucha a favor de los derechos de los pacientes psiquiátricos consiguió que Italia aplicara una nueva ley que dio inicio a un trato más ético y eficaz en el tratamiento de los trastornos mentales.
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Primeros años y formación profesional
Franco Basaglia nació en Venecia, Italia, el 11 de marzo de 1924. Fue el segundo de los tres hijos de una familia acomodada y creció en el barrio de San Polo de Venecia, mismo distrito en el que cursó estudios secundarios. Su infancia fue tranquila, propia de una familia con recursos en la Italia prebélica.
En 1943, con 19 años ingresó en la Facultad de Medicina de la Universidad de Padua. Sus años de estudiante universitario transcurrieron en una Italia en guerra, marcada por el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.
Activo en el movimiento clandestino antifascista, Basaglia fue arrestado en 1944 al ser delatado por un compañero. No recibió un juicio justo y acabó encarcelado hasta que acabó la Italia de Benito Mussolini en 1945. Su estancia en prisión influyó mucho en su postura sobre la ilegitimidad de la reclusión obligatoria y la privación de libertad como formas de “tratamiento” psiquiátrico.
En 1950 trabajó en la clínica psiquiátrica de la Universidad de Padua. Un poco más tarde, en 1952, obtuvo su título de especialización en “enfermedades nerviosas y mentales”, mérito que sería el equivalente a la titulación de un psiquiatra. En 1953 se casó con Franca Ongaro, con la que disfrutaría de un largo matrimonio que le daría dos hijos: Enrico y Alberta.
En 1958 Franco Basaglia se convirtió en profesor de la Universidad de Padua pero, apenas tres años más tarde, dejó la academia y se trasladó a Gorizia, justo en la frontera con la antigua Yugoslavia. Llegó ahí para encargarse de la dirección del psiquiátrico local, lugar en el que descubrió la triste y dura realidad a la que se enfrentaban los pacientes psiquiátricos cuyo trato recibido, aunque no idéntico, se asemejaba al que él mismo había recibido siendo un preso político durante la Italia fascista.
Para aquel entonces Basaglia ya tenía su propia idea acerca de los trastornos mentales. A diferencia de lo que la mayoría de los psiquiatras de la época consideraban, Basaglia se negaba a aceptar que se trataran de enfermedades físicas sino más bien una consecuencia de injusticias sociales, marginación y entornos disfuncionales. Su primer discurso en el hospital donde fue a parar es recordado a día de hoy, siendo un fiel reflejo de su opinión sobre el trato que se aplicaba a los pacientes psiquiátricos:
“Una persona con una enfermedad mental entra en el manicomio como ‘persona’ para convertirse allí en una ‘cosa’. El paciente, en primer lugar, es una ‘persona’ y como tal debe ser considerado y atendido (…) Y nosotros estamos aquí para olvidarnos de que somos psiquiatras y para recordar que somos personas”.
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La psiquiatría democrática
En agosto de 1971 Basaglia asumió la dirección del hospital psiquiátrico San Giovanni de Trieste, a pocos kilómetros de Gorizia. Para el municipio, ese hospital era el lugar al que terminaban todos los individuos que no encajaban en la sociedad y, como no se los consideraba personas de provecho ni adaptadas a la vida social, eran molestas. Lo mejor era tenerlas apartadas del resto de personas “normales”...
Ante esta situación Basaglia, lejos de aceptar lo que hacía el centro con los pacientes, inició un proceso de cambio tanto dentro como fuera del hospital. En 1973 Franco Basaglia fundó el movimiento “Psiquiatría democrática”, dedicado no solo a la producción intelectual y teórica y el desarrollo de modelos de salud pública, sino también enfocado a la conquista política con el objetivo de cerrar las instituciones psiquiátricas y conseguir un trato más humano hacia los pacientes con trastornos mentales.
Basaglia consideraba que los psiquiátricos eran centros que no se podían reformar y que, por ello, era necesario destruirlos por completo, devolviéndole la libertad a los pacientes y diseñando un nuevo sistema de soporte psicoterapéutico. Sus ideas revolucionarias en el campo de la psiquiatría lograron el apoyo de muchos profesionales, gobiernos, instituciones y asociaciones que vieron la necesidad de dejar de tratar a los pacientes psiquiátricos como personas que no iban a contribuir en la comunidad para tomarlas por lo que eran, personas.
Entre las actividades que se habían desarrollado en el San Giovanni durante su proceso de despsiquiatrización destaca el “laboratorio artístico” en el cual participaban tanto los internos como gente de la comunidad, vecinos, estudiantes y personal del hospital bajo la dirección del artista plástico Vittorio Basaglia, primo de Franco Basaglia.
Fue durante las sesiones de este laboratorio en el que se construyó un enorme caballo de papel maché cuyo vientre estaba lleno de los deseos de los pacientes. A este monumento lo llamaron “Marco Cavallo” y con él irrumpieron en el hospital de San Giovanni, derribando sus muros en una marcha por la ciudad donde Franco Basaglia y los pacientes exigían la clausura definitiva del centro. Este acontecimiento, todavía recordado por los vecinos triestinos, se convirtió en un símbolo del movimiento antipsiquiátrico.
Este movimiento logró en 1977 que se cerrara el hospital San Giovanni. Poco después, el 13 de mayo de 1978, el activismo político de Basaglia llegó al parlamento italiano en donde se aprobó la ley 180, la cual reformaba por completo la gestión de la psiquiatría y prohibía el encierro de pacientes psiquiátricos en contra de su voluntad. La cuestión era convertir los manicomios, que eran lugares apartados y marginados de la dinámica social, en centros que ayudaran a sus internos a reintegrarse en la sociedad de forma efectiva.
Franco Basaglia creó un sistema de hospital abierto, en el que los internos del centro podían salir a la calle y relacionarse con el resto de la sociedad en vez de quedarse aislados de ella. Al mismo tiempo, muchos pacientes pudieron regresar a sus casas. Basaglia, siempre interesado en las opiniones, deseos y sentimientos de sus pacientes, organizaba asambleas dentro del hospital para conocer qué pensaban los internos y buscar alternativas fruto del consenso entre todos.
Esto chocaba con las ideas de quienes defendían la existencia de los manicomios, defensores de la intervención en entornos aislados y totalmente controlados. Los mismos que opinaban que todos los internos estaban ahí porque no eran ni serían capaces de vivir en sociedad.
Repercusión internacional y últimos años
En el año 1980 el hospital de Trieste era totalmente distinto a lo que era. Los viejos servicios y procedimientos habían sido cambiados por unos más baratos, eficientes y, muy importante, humanos. Aunque Basaglia había dejado la dirección de este centro y se había dirigido a Roma para asumir el cargo de coordinador regional de los servicios psiquiátricos en la región de Lacio, su influencia en ese centro y en muchos más de Italia caló hondo.
El antiguo manicomio fue reemplazado por 40 servicios distintos, abandonándose casi por completo la idea del confinamiento forzado. El nuevo enfoque usaba nuevos recursos y herramientas, entre ellas la atención domiciliaria. Los casos agudos se trataban en unos apartamentos en donde se juntaban pequeños grupos de pacientes en donde recibían una rehabilitación de carácter psicosocial.
Franco Basaglia falleció el 29 de agosto de 1980 en su casa de Venecia siendo todavía bastante joven, con tan solo 56 años de edad. La causa de su muerte fue un tumor cerebral que se desarrolló rápido y que tan solo dos meses después de su diagnóstico lo condujo a su muerte. Sus restos mortales reposan en su ciudad natal, en el cementerio de San Michele.
Su muerte no supuso el final de la influencia de sus ideas, puesto que a día de hoy sigue teniendo mucha repercusión en la psiquiatría a nivel internacional. Hay quienes lo han llegado a comparar con Nicolás Copérnico, quien se dio cuenta de que ni la Tierra ni el hombre eran el centro del Universo. En el caso de Basaglia la situación es paradójica, puesto que él vino a decir que, si bien no éramos el centro del universo, nadie merecía ser menospreciado y apartado de la sociedad por su condición mental.
La ley 180 de 1978
La lucha de Franco Basaglia a favor de la libertad de los pacientes psiquiátricos adquirió un fuerte carácter político que se convirtió en un verdadero movimiento social. Basaglia buscaba cambios legales precisos e hizo que su lucha se convirtiera en parte del ideario de la izquierda italiana. La ley 180, que a día de hoy se conoce como “ley Basaglia” fue aprobada en mayo de 1978 suponiendo un antes y un después en el trato de los pacientes psiquiátricos en el país.
La ley 180 italiana constituye el primer texto legal a nivel mundial en el que se reconocen y establecen los derechos para las personas con trastornos mentales. Tras cuatro décadas de haberse aprobado y a pesar de haber suscitado varias controversias, esta ley sigue vigente en Italia. Los cambios que esta ley introdujo no sólo iniciaron un proceso de deshopitalización de los pacientes con trastornos mentales, sino que ha supuesto una mejora en el trato y recuperación de las personas con padecimiento psíquico.
Es consecuencia directa de esta ley el hecho de que Italia sea el país desarrollado con menor número de camas hospitalarias por habitante destinadas a cuadros psiquiátricos. También es el país italiano el que mayor cantidad de centros de intervención social tiene, con apoyo estatal en su financiamiento y la participación de los propios pacientes en su gestión.
La ley Basaglia estipula el cierre gradual y sostenido de los hospitales psiquiátricos, y prohíbe la construcción de nuevos psiquiátricos. Esta ley ha sido aplicada con éxito, especialmente en los primeros veinte años en los que se consiguió eliminar más de 90.000 camas psiquiátricas. Este mismo texto prevé la apertura de pequeños departamentos para la hospitalización dentro de hospitales generales, así como también la oferta de centros de acogida u otros centros para personas que no estén en condición de vivir solas.
El servicio público mantiene el deber de garantizar los cuidados en el área de salud mental a las personas que lo requieran, aunque los pacientes tienen derecho a rechazarlos puesto que la ley Basaglia establece que todo tratamiento debe ser terapéutico y voluntario. Esto no quiere decir que no haya internación forzada en algunas excepciones, pero en caso de darse están estrictamente delimitadas y son consideradas situaciones límite, en las que peligra la vida del paciente a corto plazo.