Por qué acudir a terapia de pareja para solucionar crisis amorosas
Parece que poco a poco van quedando atrás ideas como la de la “media naranja”, y cada vez somos más conscientes de la importancia de no perder nuestra individualidad, de no perdernos en la otra persona y dejar de ser nosotros mismos. Solo valorando, cuidando y respetando nuestra esencia y la de la otra persona, seremos capaces de construir relaciones sanas.
Las películas, los cuentos y las canciones que nos van acompañando a lo largo de nuestras vidas han ido contribuyendo a la creación de falsos mitos sobre el amor y las relaciones de pareja, como el príncipe azul, el amor lo puede todo, los polos opuestos se atraen… Parece que cuanto más sufrimiento haya en la pareja, mejor será la relación y más amor existirá. Pero no nos engañemos, el amor tiene que ser fácil, y si no lo es, no es amor.
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¿Cuáles son los problemas que suelen presentar las parejas?
Existen tantos tipos de relaciones como parejas. No hay un estándar de pareja, cada una crea sus propios códigos y dinámicas, no son ni mejores ni peores. Y si la relación funciona bien así, no hay motivo para el cambio.
Sin embargo, en muchas ocasiones, la pareja no está bien, y podría beneficiarse de la terapia de pareja. Algunos de los motivos o problemas que suelen presentar las parejas son los siguientes.
1. Problemas en la comunicación
La comunicación es un elemento clave en cualquier relación humana. Debemos ser conscientes de cómo nos comunicamos con nuestra pareja. Si utilizamos un estilo de comunicación agresivo, pasivo o asertivo. Si facilitamos la comunicación, o por el contrario la entorpecemos.
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2. Manejo de las discusiones
Uno de los problemas más frecuentes que tienen las parejas es el mal manejo de las discusiones, en las que abundan los reproches, la escalada de agresividad, las luchas de poder (“quién da su brazo a torcer”), interpretaciones erróneas…
3. Intimidad y sexualidad
Con el paso del tiempo, es posible que la frecuencia, el apetito sexual y los momentos de intimidad (como caricias, muestras de afecto…) y de relaciones sexuales, disminuya. También puede pasar que cada miembro de la pareja lo viva de manera diferente.
4. Infidelidad
Pueden aparecer terceras personas, con la consiguiente gestión emocional derivada de la infidelidad, como la culpa, el arrepentimiento y el perdón o no de la otra persona.
5. Momentos vitales diferentes
Cada miembro de la pareja tiene una evolución vital diferente, no somos los mismos con 20 años, con 35 que con 40 y, aunque puede no ser un problema, en algún momento, puede llegar a serlo.
6. Celos, inseguridad y desconfianza
Los celos, como bien sabemos, pueden llegar a convertirse en patológicos. Detrás de los celos se esconde** una personalidad insegura que va a volcar toda esa inseguridad en el otro**, condicionando y destruyendo la relación.
7. Monotonía
La monotonía y la rutina como síntoma de dejarse llevar por la vida y por el ritmo de la relación también puede desgastar el vínculo afectivo. Siempre es positivo reforzar lo bueno que hay y que mantiene a la relación (saber disfrutar también de la rutina), así como buscar nuevas ilusiones que rompan un poco esa monotonía.
8. Relación con las familias de origen
Hay parejas que están muy unidas a sus familias de origen, les cuesta ponerles límites y se ven sobrepasadas por sus demandas, generando verdaderos problemas en la relación.
9. Aspectos individuales de algo miembro
Cada miembro de la relación, como ya hemos comentado, es una persona individual, con sus fortalezas y sus limitaciones, sus problemas, su situación personal, laboral... Si esto no es tenido en cuenta y gestionado adecuadamente, puede provocar conflictos en la pareja.
10. Nacimiento de los hijos
El nacimiento de un hijo conlleva un cambio radical en la dinámica de la vida en común. La atención y el cuidado se la lleva el nuevo miembro de la familia, quedando el cuidado de la pareja en un segundo plano.
¿Cuáles son los objetivos de una terapia de pareja?
Cuando dos personas empiezan a plantearse la idea de acudir a terapia de pareja, el objetivo fundamental es solucionar los problemas que están teniendo para mantener viva una convivencia basada en el amor. Como ya hemos visto, estas dificultades pueden estar relacionadas con la monotonía, la comunicación, los celos… y, si eso se consigue, la terapia habrá sido un éxito.
Sin embargo, aunque la terapia acabe en ruptura o separación, no se debe valorar ni juzgar como un fracaso, al revés, ya que si gracias al proceso terapéutico, han llegado a esa decisión, probablemente se deba a que esa era la mejor opción y mantenerse en la relación conllevaba alargar el malestar.
Otro de los motivos fundamentales para acudir a terapia de pareja y que casi ninguna pareja contempla, es el de prevención, mejoría y aprendizaje de estrategias para lidiar mejor las situaciones cotidianas dentro de la relación. Destacar la importancia de que ambos miembros de la relación tengan objetivos comunes sobre los que trabajar.
Sea cual sea el objetivo, lo que se buscará será mejorar el bienestar de cada uno de los miembros de la pareja, tanto si deciden no continuar con el proyecto en común, como si deciden seguir, ya que esto repercutirá positivamente en la convivencia.
¿Es útil esta intervención psicológica?
La respuesta a esta pregunta es un rotundo si. El problema viene en que en la mayoría de los casos, las parejas acuden tarde a terapia. Llegados a ese punto, la relación se encuentra muy dañada y los miembros de la pareja sienten que ya no pueden más. En estos casos, el hecho de acudir a terapia se vive como un “apaga fuegos”, es decir, un último intento por salvar la relación.
El desconocimiento y los mitos alrededor de “acudir al psicólogo” en general y, realizar una terapia de pareja en particular, dificultan y retrasan el inicio de la intervención por parte de profesionales.
Otro de los problemas que pueden dificultar el proceso es que no haya acuerdo y consenso en alguno de los miembros y que no estén implicados de la misma forma. Para que la pareja siga a flote, los dos tienen que remar y hacerlo en la misma dirección.
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