Ser madre implica conocer estos 25 puntos esenciales
Las madres son, junto a nuestros padres, las figuras más importantes de nuestra vida. Son las personas que nos dieron la vida y nos criaron cuando ni siquiera podíamos alimentarnos.
Gracias a las madres hemos crecido y nos hemos desarrollado. Es por eso que este post va dedicado a ellas.
La relación madre hijo: un amor incondicional
Es que la tarea de ser madre puede ser agotadora. Es un trabajo de 24 horas en el que, especialmente en los primeros años, consume todo el tiempo que una madre puede poseer. Las madres se pasan las primeras etapas de la vida de sus hijos junto ellos, y el apego que se crea en los inicios de esta relación dura para siempre.
Pero ¿qué es esto del apego? Pues nada más que los lazos o vínculos emocionales y afectivos que se crean en las relaciones interpersonales. Y las madres, como no, son las principales protagonistas de esta bonita relación.
La teoría del apego: ¿Qué es?
La teoría del apego es una teoría que hizo popular John Bowlby, pues pensó que el apego se inicia en la infancia y continúa a lo largo de la vida, y afirmó que existen sistemas de control del comportamiento que son innatos y que son necesarios para la supervivencia y la procreación de los seres humanos. Las madres, evidentemente, son las principales protagonistas para que un hijo desarrolle lo que se considera la forma más saludable de apego: “el apego seguro”.
Si has sido madre, ya te habrás dado cuenta de que desde muy pequeños los niños poseen un comportamiento innato que les lleva a querer explorar cosas nuevas, son como mini-exploradores. Ahora bien, cuando piensan que están en peligro, corren rápidamente a tus brazos en busca de protección.
Las madres siempre están ahí y los pequeños lo saben. Igual que lo has sabido tu con la tuya. Como ves, sin las madres estaríamos perdidos en este mundo, porque de ellas depende que no desarrollemos conductas que dañen nuestra salud emocional en el futuro.
- Para saber más sobre esta teoría, te invitamos a que leas nuestro artículo: "La Teoría del Apego y el vínculo entre padres e hijos"
La importancia de la función materna
Ya desde el nacimiento la madre está ahí, y su hijo se familiariza con su voz, con su presencia. La madre se convierte en responsable de la función materna en las primeras etapas de la vida, es decir, el deseo de brindarles alimento físico y emocional a los infantes. Pero a edades tempranas la función de la madre no solo hace referencia a cubrir las necesidade físicas como el alimento, sino que se encargan de proporcionar estímulos afectivos benignos o positivos. Los estudios muestran que los niños que son desprovistos de estos estímulos afectivos fallecen con frecuencia bajo la afección llamada hospitalismo.
Los estímulos afectivos positivos son aquellos estímulos innatos que nacen del deseo de amar a esa nueva criatura, por ejemplo, el tono de voz dulce y suave, las sonrisas, caricias y abrazos y la mirada.
- Puedes leer más sobre este tema en el artículo: "La mirada de una madre y la función maternal: “soy mirado, luego existo”"
Las madres están para lo bueno y para lo malo
Ahora bien, el desarrollo de un hijo dura toda la vida, pero hasta la adolescencia la figura maternal es de grandísima importancia para los descendientes. La madre va a ser la encargada de educar a un hijo (junto a otros agentes educativos claro está), por ejemplo, en valores. Sin embargo, también puede ser una mala influencia para su hijo si no hace las cosas bien.
Algunas madres, de forma voluntaria o involuntaria, incurren en distintos comportamientos tóxicos que, a la larga, pueden perjudicar la salud emocional de sus descendientes. Las madres tóxicas pueden llevar a cabo algunos comportamientos nocivos, como los que se muestran a continuación:
- Tienen fijación con los roles de género y adoptan una actitud sumisa ante los hombres
- Son muy conservadoras
- Tienen una personalidad controladora
- No confían en la actitud de sus hijos
- Tienen una actitud pasivo-agresiva
- Sienten indiferencia o son demasiado permisivas
- Son poco afectuosas
- Son demasiado críticas
- Proyectan sus fracasos en la vida hacía sus hijos
- Son poco comunicativas
- No les enseñan hábitos saludables
Puedes profundizar en estas conductas negativas de las madres en nuestro post: "Madres tóxicas: estas 12 características las vuelven insoportables"
Qué debe saber toda madre
Por suerte, la gran mayoría de madres sienten ese amor incondicional hacia los hijos del que había hablado anteriormente.
Si vas a ser madre por primera vez, te interesará conocer los 25 puntos que se muestran a continuación, porque esta es una gran experiencia, pero a veces puede ser complicada y agotadora:
- Desarrollarás la súper-habilidad o el séptimo sentido de levantarte en medio de la noche.
- Te volverás una investigadora porque te interesará saber todo sobre tu hijo: qué debe comer, qué debes hacer, etc. Seguramente esto es lo que te haya traído a este artículo…
- Intentarás recordar qué es lo que hacías cuando tenías tiempo libre.
- Te volverás una gran crítica… contigo misma.
- Te preocuparás por lo que comes tú y tus hijos.
- Te sacrificarás por él o ella.
- Descubrirás una nueva forma de amor: el amor materno.
- Estarás al límite de tu capacidad emocional.
- Aprenderás a apreciar lo que es dormir.
- Y aprenderás a dormir en las horas que tu hijo duerme.
- Desarrollarás ojos detrás de tu cabeza.
- Te darás cuenta de que no sabías nada de la vida.
- Cuando nazca tu primer hijo... puede que sufras depresión post-parto.
- Pedirás ayuda a tus padres (sus abuelos).
- Pensarás que el silencio es sospechoso.
- Aprenderás a curar las pupas con besos.
- Te volverás experta pañales.
- Serás experta en el deporte de salvar a tu hijo de las caídas.
- Te darás cuenta de que cada niño es un mundo (sólo cuando tengas a tu segundo hijo).
- Aprenderás un idioma nuevo. Por ejemplo, "aga”, para agua.
- Sabrás lo que realmente es el estrés.
- Y, aunque te costará, aprenderás a dejar que su padre que haga las cosas a su manera porque te estresarás menos.
- Disfrutarás de cada momento que puedas utilizar las dos manos.
- Te acostumbrarás a vivir con las cosas que antes te daban asco: escupitajos, vómitos, excrementos…
- Te convertirás en un niño otra vez. Por ejemplo, cuando tengas que jugar con tu hijo o mirar la televisión con él o ella.