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El divorcio de los padres, ¿cómo afecta a los hijos?


Cuando las parejas toman la decisión de separarse o divorciarse, se enfrentan a un proceso de duelo que en la mayoría de los casos genera dolor emocional y trae consigo molestias físicas y emocionales.

Existen divorcios que se realizan con mucha más calma, comprensión y facilidad que otros; eso depende del tipo de relación que se mantuvo, los años de convivencia, además de los recursos emocionales y sociales.

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No obstante, el propósito de este artículo es enfocarnos en la figura de los hijos. En muchas ocasiones, los padres, por su mismo dolor, evaden prestarle atención al sufrimiento de sus hijos, y debemos recordar que ellos están indefensos y vulnerables ante las decisiones de los adultos y, sobre todo, lo último que desean es alejarse de sus progenitores.

Todos los niños sufren con el divorcio de sus padres, unos en mayor medida que otros. Esto depende de la edad, personalidad, relación con los padres, dinámica de pareja y circunstancias del divorcio. Las reacciones típicas suelen ser: tristeza, enfado, preocupación, ansiedad, en ocasiones pueden manifestarlo verbalmente, en otras ocasiones lo expresan a través de cambios en su comportamiento.

Afrontando una separación con éxito

El presente artículo pretende ayudar a padres de niños entre cinco y diez años que tienen una sana relación con sus progenitores, pero deben enfrentar el divorcio de sus padres. De tal manera que logren crecer y desarrollarse como adultos receptivos, estables y flexibles, sin que el divorcio haya supuesta un obstáculo insalvable en la construcción de su personalidad y de sus habilidades sociales y emocionales..

Los niños, entre los cinco y diez años de edad, suelen comprender más fácilmente el concepto de “divorcio”. Asumen que no podrán ver tan a menudo a su papá o mamá, que cambiaran de casa, en ocasiones de escuela, vecindario, y que cierto tipo de actividades serán diferentes en lo sucesivo. No obstante, el dolor que experimenta un niño por la ausencia de su progenitor cuando la relación ha sido estable y sana siempre está presente; por más que procuremos explicarle con muchas razones, extrañan y desean tener la convivencia de un hogar unido.

1. Evitar hacer sentir culpables de la separación a los hijos

Es importante mencionar que muchos niños se sienten culpables por la separación de sus padres, por más que se les explique que ellos no tienen responsabilidad en la decisión. Suelen culparse por mucho tiempo e inclusive cambian su comportamiento creyendo que así pueden evitar la separación o lograr que sus padres vuelvan a estar juntos.

El punto más importante y del cual se derivan los posteriores es comprender, aceptar y actuar sabiendo que la separación se centra en la relación de los padres; ellos son quienes han decidido no continuar sus vidas juntos. Pero los hijos en ningún momento, partiendo de una relación sana, tienen por qué alejarse de sus progenitores. Para ellos, ambos padres siguen siendo figuras esenciales en su vida y, por ende, los cambios no deben afectar la percepción que el niño tenga de su progenitor después del divorcio.

2. Evitar hablar mal del otro progenitor

Lamentablemente, a los padres les resulta muy difícil realizar esa diferenciación y, consciente o inconscientemente, por el mismo dolor o estrés de la separación, lastiman la percepción que el niño tiene de su progenitor. En casos extremos, esto puede conducir al Síndrome de Alienación Parental (SAP).

Algunos relatos que mencionan los niños en consulta suelen ser hacer referencia a los discursos de sus padres, los cuales fácilmente demuestran el dolor hacia el cónyuge por la separación. No obstante, esto no debe afectar al niño. El hijo es vulnerable y puede absorber los sentimientos negativos del “papá o la mamá decepcionado”. Por eso los adultos deben enfocar muy bien su dolor y no colocar a los hijos en medio del “fuego cruzado” en que a veces se convierten las separaciones.

A continuación, seguimos con otros consejos que pueden ayudar a los adultos a manejar el divorcio desde una perspectiva más asertiva y procurando que la experiencia sea lo más llevadera posible para los menores implicados.

3. Amor y confianza al trasladar la noticia del divorcio

Los padres deben focalizar sus esfuerzos en brindarle su amor y confianza, propiciando un ambiente de tranquilidad y respeto. Deben permitir una comunicación fluida y dejar que el niño exprese sus pensamientos y sentimientos, incluyendo aquello que no sea de su agrado.

Es importante brindar nuestro apoyo incondicional y, sobre todo, ser sinceros. Debemos responder todas las preguntas que el niño manifieste con respecto a los nuevos cambios, pero no es preciso entrar en detalles respecto a los conflictos maritales.

Como padres, debemos mostrarnos seguros con la decisión, buscando redes de apoyo: familiares, amigos, compañeros de trabajo que sean de confianza y cercanos para afrontar la situación. Nunca los hijos pueden ser el “paño de lágrimas” de los padres.

4. Cómo comunicar la separación

Es vital que estén ambos progenitores presentes estar ambos padres en el momento de dar la noticia a los hijos. El rol como progenitores se mantiene y este es un momento muy angustiante para el niño, por tanto, la presencia de ambos le ofrecerá más seguridad.

Debemos explicar de forma concreta, simple y sincera la decisión que hemos tomado. Hay que trasmitir un mensaje claro y adecuado para la edad del menor. De acuerdo a la forma de ser de su hijo, debemos reflexionar acerca de cuál es la idea fundamental que hay que dejar clara.

Mantengámonos siempre atentos al lenguaje corporal, tanto el nuestro como el del pequeño, puesto que en ese momento los hijos están escuchando con detenimiento lo que le transmitimos y no solamente con las palabras. Por tanto, asegurémonos de utilizar miradas, gestos y abrazos que jueguen a favor de la conversación.

5. Atender e informar sobre todos los asuntos que sea necesario

Debemos facilitar la información necesaria para que el niño comprenda los cambios que en adelante se producirán. Es muy frecuente que los padres se encuentren sumamente estresados, pues deben resolver una serie de situaciones económicas, familiares y legales derivadas del mismo divorcio, y suelen restarle importancia a aspectos que para los niños son vitales.

Estos asuntos importantes para los niños pueden ser los siguientes: si dejará de ver a sus amigos, si cambiará de colegio, si podrá jugar con los vecinos, si podrá quedarse con su mascota, en fin, las preocupaciones del niño también deben ser atendidas, pues en su mayoría dependen de las decisiones de sus padres. Por tanto, antes de compartir la decisión se debe procurar tener respuesta a este tipo de necesidades propias de los pequeños.

6. Espacio, tiempo y ternura para que el niño asimile la noticia

Ofrezcamos espacio para que el niño procese la información. Los niños procesan la información de diversas formas, dependiendo de diferentes variables. Lo más importante es recordar que requieren tiempo para asimilarlas (el tiempo estimado puede ser de dos a seis meses en el caso del divorcio de los padres).

No es buena idea que el niño entienda la típica frase: “esta es la mejor decisión”, pues en ese momento el pequeño siente que sus padres pensaron solo en ellos mismos como adultos, pues él no quiere quedarse sin su papá o mamá, por eso es necesario que le comuniquemos que tiene todo el derecho a estar molesto, decepcionado, triste o preocupado. Podemos incluso indicarle que lamentamos hacerlo pasar por esto, y que le brindamos todo nuestro apoyo en este momento.

Como todo proceso de duelo, el niño necesita depositar la culpa en alguien, ya sea en él mismo o bien en los padres. Es parte del proceso de asimilación. Por eso es importante escucharlo cuando quiera conversar del tema, como forma de desahogarse, y prestarle atención a sus cambios de ánimo y comportamientos: alimentación, sueño, temas de conversación, fatiga, socialización, afectividad, gustos, entre otros.

En ocasiones, los niños, consciente o inconscientemente, buscan tratar de complacer a sus padres o propiciar espacios que eviten la separación. Debemos estar atentos a este tipo de comportamientos y en caso dado, señalarle que no es una buena idea. Asimismo, debemos estar pendiente de que no quiera colocarse en la “posición del fuerte”, pues en ocasiones creen que alguno de sus padres necesita de él y es su deber ayudarles, como se mencionó al principio, ningún hijo debe asumir ese rol.

7. Después de la separación: comunicación, espacio y afecto

Procuremos mantener la misma rutina y reacomodar aquellos espacios que evocan la ausencia de la persona, como el espacio en la mesa, el sillón en la sala de televisión u objetos personales, de tal manera que sean empleados de otra manera.

Debemos incorporar nuevas actividades que sean del agrado para todos: paseos, visitar familiares, invitar compañeros a casa; que beneficien tanto al niño como a nosotros como padres. Hay que hacerle saber al niño que nos alegra saber que se siente feliz, pues muchas veces los niños pequeños sienten culpa de sentirse felices.

Hay que fomentar espacios para sentir cerca a su papá o mamá. Ofrezcámosle siempre su apoyo y hagámosle saber nuestro deseo de permitirle disfrutar de su mamá o papá aunque ahora lo vea menos. Permítamosle que le llame por teléfono, que le escriba mensajes, que le haga un dibujo, que le visite al trabajo, etc. Asimismo, accedamos a que la otra persona participe de las actividades escolares del niño. Hay que priorizar el bienestar del hijo por encima de las posibles rencillas entre progenitores.

8. Afrontar la ausencia de uno de los padres

Las razones por las cuales los adultos se divorcian y los sentimientos que eso conlleva, en la mayoría de ocasiones no son suficientemente válidos como para que los niños puedan comprender la ausencia de alguno de los progenitores. Es decir, para ellos esa persona es sumamente importante y querida en sus vidas, por encima de los errores que en su rol de pareja cometiera.

En consecuencia, debemos tratar de mantener lo más distanciado posible del niño los pormenores y detalles de la separación, así como los sentimientos negativos que uno de los cónyuges, o ambos, mantienen contra el otro: enojo, ira, decepción, resentimientos, etc. Por supuesto, hay que evitar hacer partícipes a los hijos de conductas como los insultos, la recriminación, venganza, reproches y la victimización.

9. Buscar nuestra apoyo psicológico y no responsabilizar de él al niño

Los procesos de separación y divorcio pueden precisar apoyo por parte de familiares, amigos e incluso profesionales, pero recuerde que su hijo no debe asumir esa labor. Como adultos, debemos buscar nuestras propias ayudas si lo consideramos necesario, indiscutiblemente es un momento que puede ser doloroso, y por esta razón debemos velar por la calidad de vida del niño, acomodándolo y ayudándolo a afrontar la nueva realidad.