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La comunicación efectiva en la pareja


Afortunadamente sigue siendo habitual que las parejas acudan a terapia, y llama la atención que cada vez sean parejas con un rango de edades más amplias, ya que esto supone que la terapia se está normalizando, incluso en parejas mayores.

Dentro de las situaciones que se trabajan a consulta la variedad es grande, aunque hay un elemento común que se observa detrás de muchos conflictos y desavenencias: la comunicación.

La importancia de la comunicación efectiva en la pareja

Es casi un tópico decir que la falta de comunicación está detrás de los conflictos de convivencia y de relación en parejas, familias o equipos, pero sigue siendo algo muy real. Para concretar e ilustrar lo que expongo aquí, quisiera centrarme en un tema que parece muy obvio, pero no lo es tanto: la comprensión del otro y de sus puntos de vista.

Muchas veces la comunicación se estanca porque pretendemos que la otra persona entienda lo que le queremos explicar, que sea capaz de ponerse en nuestra piel y ver lo que vemos. Nos olvidamos de que la pretensión de la otra persona, en muchos casos, es exactamente la misma y eso puede bloquear las acciones de comunicación.

Primero entender a la otra persona, antes de pretender ser entendida. Ese sería un buen lema; resulta importante dar el primer paso en la intención de comprender, estaría garantizada la comprensión mutua si lo hiciéramos así, ya que confluiríamos en la voluntad de escuchar.

Cuando lo hacemos al revés, lo que suele suceder es que atribuimos una intención negativa a la otra parte, prejuzgamos y provocamos actitudes defensivas que abren la puerta a sentimientos de ataque, bloqueando la comunicación y activando un resentimiento, incomprensión, indefensión y una gran cadena de emociones negativas que van a desembocar en un posible conflicto de dimensiones más o menos grandes.

Sería conveniente que, en un acto de comunicación, fuéramos capaces de detectar quién es la persona que presenta un mayor nivel de ansiedad o de urgencia en exponer sus ideas y en expresar su estado y que le cediéramos el primer lugar para empezar la secuencia de entender; cuando eso sucede, una vez la persona se siente comprendida, puede ser más sencillo pretender el turno para la otra y la escucha de esas ideas.

Resulta imprescindible recordar que, en estos actos comunicativos, no hay que pretender encontrar la verdad o quién tiene razón, puesto que ambas partes tienen su verdad y su razón. En la comunicación no se debería caer en esa trampa, puesto que lleva a un callejón sin salida que aumenta la tensión, el conflicto y el distanciamiento entre las personas que pretenden comunicarse.

Además, querer “tener razón” reduce la comunicación a una situación excesivamente simplificada, en una especie de batalla que dejaría una parte vencedora y otra vencida, cuando lo importante es que ambas partes se comprendan y lleguen a una solución, o consenso común. Lo que es lo mismo, en el caso de que alguien gane y alguien pierda, se restan ideas y capacidades, el caso que proponemos, amplía las posibilidades y busca compartir el bienestar que genera el consenso y la comprensión mutua.

Por tanto, también es una cuestión de rentabilidad emocional, de sentir que hay un interés común para que las personas que están en ese diálogo consigan llegar a un punto de bienestar compartido y conjunto. Yo quiero que te sientas bien y tú buscas lo mismo, lo cual va a satisfacer a ambas personas y va a dejar la sensación de que nos cuidamos mutuamente, en vez de buscar quedar por encima (que implica que haya alguien debajo).

¿Qué hacer?

Para conseguir esta idea hay que cuidar mucho las palabras que se utilizan; y las formas, qué importantes son las formas. Existen multitud de coletillas asertivas que ayudan en la elección de esas palabras conciliadoras y no agresivas: “en mi opinión...", "tal como yo lo veo...", "desde mi punto de vista...", "yo creo que...", "entiendo lo que dices y además...", "me gustaría que también tuvieras en cuenta...".

Uno de los aspectos que tienen en común estas coletillas es que no anulan la parte de la otra persona, no destruyen y no juzgan despectivamente las ideas diferentes o los puntos de vista que no coinciden.

Puede parecer algo muy simple recordar lo importante que es evitar el uso de la expresión "pero" justo antes de exponer una idea propia, ya que esa conjunción elimina el valor de la frase que se ha pronunciado justo antes, ejemplo: "me parece bien tu opinión, pero..." (equivale a decir que no me parece bien). Puede parecer algo forzado dentro del trato cercano, espontáneo y de confianza de la relación de pareja, pero es importante que se mantengan palabras correctas y que no pongan en duda el respeto mutuo imprescindible en una comunicación efectiva y respetuosa.

En definitiva, no es suficiente con eso de "si ya sabes cómo soy", no basta con hacer alusión a lo que se ha dado siempre en el ámbito de la comunicación, hay que cuidar lo que se quiere expresar y la forma en la que hacerlo.