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37 maneras de no hacerme daño (emocional y psicológicamente)


Todos somos diferentes, pero si algo he aprendido en el tiempo que llevo trabajando en clínica, es que algunas cosas se generalizan a casi todos los seres humanos. Rascando un poco, los motivos de sufrimiento suelen coincidir en un alto porcentaje.

Por eso se me ha ocurrido resumir aquí cuáles son las principales causas de sufrimiento que observo en terapia, que hacen que estemos mal durante más tiempo del debido y con más intensidad.

Cómo evitar malestar innecesario

A estas alturas, casi todos sabemos que este viaje no es un camino de rosas, pero con algunas pautas, tal vez, podamos pasarlo mal lo justo y necesario, no más.

A continuación os dejo una lista de comportamientos de autocuidado psicológicos que facilitarán el manejo adecuado o menos doloroso de esto a lo que llaman vida:

1. Aprender a perdonar

El perdón no siempre va destinado a la otra persona. Yo creo, que está más destinado a nosotros mismos. Si perdonamos, soltamos, dejamos ir, nos liberamos de emociones tales como el odio, el rencor, la frustración… no tiene por qué ir ligado a retomar la relación con la persona en cuestión. Es más un proceso de paz interior.

2. Preguntarte: ¿para qué me sirve esto?

Cada vez que nos veamos pensando en algo que nos hace daño, podemos preguntarnos: ¿Para qué me sirve esto? Si la respuesta se enfoca a estar peor y a no encontrar ninguna solución, sería bueno cambiar ese pensamiento por otro que nos ayude a ser más productivos o nos encamine a poder resolver el problema de alguna manera.

3. Las cosas son como son, no como yo quiero que sean

Importante punto por el cual a veces nos empeñamos en cambiar cosas que no están en nuestra mano. Por mucho que yo quiera, hay cosas que son como son, no como a mí me gustaría que fueran. Habría que aprender a separar lo que puedo cambiar de lo que no. Actuar con lo primero, y aceptar lo segundo.

4. No dramatizar

Aquí entraría relativizar. Dar a las cosas la importancia justa, ser objetivos y no ahogarse en un vaso de agua. Pararse a pensar si lo que está pasando tiene tanta importancia como la que le estamos dando.

5. Aceptar que no todo tiene explicación

Dar una y mil vueltas a algo que jamás vamos a llegar a entender, bien porque la respuesta está en otra persona que no nos la quiere dar, bien porque no está en nuestra mano, bien porque ha sucedido así (por ejemplo una muerte en un accidente). Aceptar que no vamos a entenderlo todo. Y aprender a vivir con ello.

6. No anticiparse a un desenlace catastrófico

La mayoría de las veces sufrimos por cosas que al final no llegan a darse. Pero nuestra cabeza ya se ha inventado un final bien trágico, en ocasiones el peor posible, y lo hemos vivido como si fuese real, olvidando que todo ese sufrimiento, aunque sea imaginario, nos hace daño. Y a veces mucho. Tendríamos que aprender a ocuparnos cuando llegue, si es que llega, y dejar de preocuparnos tanto.

7. Soltar lastre: dejar ir todo aquello que quiera marcharse

Tirar lo que ya no funciona. Hacer hueco. De vez en cuando es básico mirar lo que tenemos alrededor y darnos cuenta de lo que sobra. Solo así podremos ir quitando piedras de la mochila que llevamos a cuesta, y cuanto menos peso, más libres seremos al caminar. Practicar el desapego de cosas, situaciones y personas.

8. Aceptarse a uno mismo

Decía Carl Rogers que solo cuando me acepto a mí mismo, puedo cambiar. Para poder llevar a cabo este punto, es necesario un ejercicio de introspección, que es conocerse a uno mismo, cómo pensamos, cómo sentimos, cómo actuamos. Solo sabiendo quien soy, y aceptándolo, seré capaz de cambiar aquello que no quiero en mi vida.

9. No querer estar con quien no quiere estar contigo

Muchas veces, la fuente de sufrimiento viene de empeñarse en estar con alguien que no te quiere. Aquí, aceptar que los demás tienen otros sentimientos que aunque nos gustaría, no son los mismos que los nuestros, aligera y acorta el proceso de duelo.

10. Poner metas realistas

Proponerse metas alcanzables y posibles, para evitar la frustración que se genera cuando no llegamos a donde queremos llegar.

11. Perfeccionismo

Entender que no existe nadie ni nada perfecto. Que cada uno somos especiales y distintos, y que mientras nuestro objetivo sea la perfección, no vamos a disfrutar del proceso y nos vamos a venir abajo cada vez que algo no salga como consideramos que debe salir.

12. No adivinar lo que los demás piensan

Actuar creyendo que lo que creemos que creen los demás, es una verdad absoluta, sin valorar que quizás nos estemos confundiendo y los otros no piensan como creemos que lo hacen.

13. No procrastinar

Dejar para más adelante lo que puedes ir quitando de en medio, hace que tu mente esté ocupada pensando que tienes algo que hacer, y que no puedas disfrutar al 100% de lo que estás haciendo.

14. No tomarlo todo de manera personal

No pensar que el mundo entero gira alrededor de tu ombligo y que todas las decisiones que toman los demás tienen que ver contigo. Si alguien se ríe en la mesa de al lado, quizás es porque algo le ha hecho gracia, no tiene por qué estar riéndose de mí. Cuando pensamos que todo está en contra nuestra, quizás seamos nosotros quienes lo estamos.

15. Desarrollar la empatía

Saber ponerse en el lugar del otro y ver su realidad a través de sus ojos, no de los nuestros. Esto, nos ayuda a entender a los demás y facilita las relaciones personales.

16. Adaptabilidad

Decía Darwin que el ser más inteligente es el que mejor se adaptaba al medio. Poder entender las situaciones y vivirlas de la mejor manera posible dentro de nuestras posibilidades, ahorra mucho sufrimiento.

17. Cuidar la manera en la que nos tratamos

Darnos cuenta de la forma en la que nos hablamos. El lenguaje es muy importante a la hora de valorarnos, y muchas veces las verbalizaciones que hacemos hacia nosotros mismos, distan mucho de ser cariñosas, tolerantes y realistas. La autocrítica viene bien siempre que el resultado sea un intento de mejora, no un automachaque constante del que no salga nada productivo.

18. No esperar que los demás actúen como actuarías tú

Muchas veces nos vemos diciendo “es que yo no lo haría así”, como si los demás tuvieran que hacerlo de la misma manera en la que lo haríamos nosotros.

19. Capacidad de transformar

Darnos cuenta del poder que tenemos de transformar las vidas de los demás y por lo tanto, también la nuestra. Ser conscientes de lo importantes que son los pequeños gestos y su impacto.

20. No actuar cuando queremos esperando que lo hagan otros

Mantenerse a la espera de que sean terceras personas las que tomen las decisiones por nosotros, sin pensar que tenemos el poder de nuestras vidas para poder actuar. Por ejemplo, no llamar a una persona, esperando que sea ella la que dé el primer paso. Con esto, mantengo mi vida en pausa y pierdo poder sobre ella.

21. No autocastigarse

Ser más justos y tolerantes con uno mismo y permitirse fallar sin que ello suponga un desastre, sin autoexigencias extremas. En este tipo de cosas siempre pregunto “si le hubiera pasado a un amigo tuyo, ¿serías tan duro?”, y la respuesta casi siempre es un no rotundo. Si no tratarías tan cruelmente a nadie, ¿por qué a ti sí?

22. Seleccionar las batallas a luchar

Muchas veces nos metemos en jaleos de los que no vamos a sacar nada y que solamente nos llevan a un desgaste mental que podemos evitar. Hay discusiones que ya de lejos sabemos que no nos merecen la pena. Como dicen por ahí, a veces es mejor tener paz que tener razón.

23. Tomar decisiones

A veces no las tomamos, bien por miedo a equivocarnos, bien por miedo a las consecuencias. Tomar decisiones hace que tengamos poder sobre nuestra vida y que así lo sintamos.

24. Huir de la cárcel del qué dirán

Que nuestra vida gire en torno a lo que los demás puedan decir acerca de nosotros, da el poder a terceras personas sobre nuestra vida. Por lo tanto, cualquiera nos puede hacer daño. Aceptar que hagamos lo que hagamos siempre habrá quien nos critique, y mantenernos fieles a nosotros mismos favorece la autoestima, seguridad y confianza.

25. Tomar el error como aprendizaje

Entender los errores como una manera de aprender, en lugar de como un modelo de derrota, que hace que nos valoremos negativa y globalmente en base a ese fallo.

26. Saber retirarse a tiempo

Tenemos la idea equivocada de que retirarse es perder, cuando en ocasiones saber ver cuando nos tenemos que ir y decir adiós, es la mayor de las victorias. Mantenernos donde ya no somos felices o donde no se nos quiere, es alargar la agonía.

27. Poner límites

Aprender a indicarle a los demás hasta dónde pueden entrar en nuestro espacio personal. Saber decir “hasta aquí”, “basta”, y sobre todo, aprender a decir "no", sin que ello conlleve sentimientos de culpabilidad.

28. Apreciar el presente

Aprender a vivir en el aquí y en el ahora, ya que es lo único que realmente existe. El pasado no lo podemos modificar y el futuro quizás jamás llegue, y pasarnos el día en uno o en otro hace que perdamos lo que verdaderamente importa: lo que está pasando.

29. Manejar los miedos

Entender que tener miedo es normal y adaptativo, pero que dejarnos paralizar por él, nos resta libertad y hace que vivamos una vida que no queremos vivir. El miedo a lo desconocido, a fallar, al cambio, a la soledad hace que nos mantengamos sin movernos en un lugar donde realmente no estamos siendo felices.

30. No empeñarse en llegar hasta donde no se puede

Por mucho que queramos, a veces tenemos que ser conscientes de que hay cosas, situaciones o personas con las que no podemos hacer más.

31. Expectativas

En numerosas ocasiones creemos que los demás tienen unas características que les hemos puesto y que tienen que actuar de esa manera. Cuando esto no sucede, nos sentimos decepcionados. Una fuente de liberación es aceptar a los demás tal y como son.

32. Decir lo que pensamos o sentimos

Todo aquello que callamos y duele, se queda dentro, se acumula, y acaba estallando de alguna manera que lo mancha todo en forma de: depresión, ansiedad, etc. Por lo tanto, es necesario poder defendernos ante las injusticias, expresar nuestro criterio o lo que estamos sintiendo.

33. Saber aceptar un no

Entender que no todo el mundo tiene que estar a nuestra disposición y que como seres libres que somos todos tenemos derecho a poder decir que no. Y esto va en todas las direcciones. Muchas veces, nos cuesta entender que nos rechacen, nos sentimos heridos y nos enfrascamos en una lucha interna para poder encajarlo. Aceptar las decisiones del prójimo, aunque no sean las que nosotros queramos, es otra manera de mostrar respeto.

34. Saber que no se puede ser feliz siempre

La felicidad no es algo que podamos controlar siempre. A veces, toca sufrir. La vida nos depara situaciones que igual jamás quisiéramos vivir, pero es lo que toca. Por lo tanto, entender que a veces, no queda otra que aprender a gestionar las emociones negativas, hace más fácil que llevemos de la mejor manera posible los malos momentos.

Saber que pasarán, al igual que los buenos (por eso es recomendable que cuando estemos bien, seamos conscientes de que lo estamos para poder disfrutarlo lo máximo posible). E intentar desarrollar la resiliencia (capacidad de salir fortalecido de situaciones adversas).

35. No anteponer a los demás

Creer que los demás son más importantes que nosotros, estar siempre pensando en cómo agradar dejándonos en un segundo plano, sentir culpabilidad cuando pensamos en nosotros mismos porque creemos que a alguien le puede parecer mal, dar explicaciones a todo el mundo acerca de lo que hacemos o dejamos de hacer entregándoles poder sobre nuestras vidas y permitiendo que se metan en nuestra intimidad y privacidad, hace que nuestra autoestima se empequeñezca.

36. No dejar en manos ajenas nuestra felicidad

Creer que seremos felices cuando alguien nos haga caso, por ejemplo. Sin entender que la felicidad no está fuera, sino dentro. Evidentemente, estaré mejor si consigo las cosas que quiero conseguir, pero pensar que los demás son los responsables de que esté mejor, hace que me desentienda.

37. No centrarte en lo que te falta en lugar de en lo que tienes

Compararnos, saliendo perdiendo casi siempre. No estar satisfechos nunca. No permitirnos disfrutar con lo que nos rodea, porque buscamos lo que no está.

Aprender a cuidarse

Aconsejo, cada cierto tiempo, revisar la lista para poder ver en qué aspectos hemos mejorado y en cuáles aún nos queda trabajo que hacer. Y ampliarla con cualquier cosa que se nos ocurra, que nos esté restando libertad.