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La importancia del apoyo familiar en personas jóvenes con depresión


El proceso de superar una psicopatología va mucho más allá de enfrentarse a ella "a solas", únicamente desde la propia introspección y el seguimiento de un plan de mejora a través de una disciplina férrea autoimpuesta.

Precisamente por eso existen la terapia psicológica y la intervención médica en salud mental, contextos imprescindibles para sobrellevar un trastorno psicológico.

Pero fuera de la consulta del psicólogo, es importante que los pacientes cuenten también con una red de apoyo. En este artículo vamos a ver el caso de los jóvenes con depresión y los motivos por los que deben disponer de apoyo familiar.

Síntomas de la depresión: las claves para detectar el trastorno

La depresión mayor es un trastorno del estado de ánimo, y por ello, se plasma sobre todo en el grado en el que la persona se siente más o menos "animada" y con capacidad para sentir interés por lo que la vida le ofrece.

En alteraciones psicológicas como la fase maníaca del trastorno bipolar, esta predisposición a involucrarse activamente en lo que ocurre alrededor de la persona es excesiva y problemática, pero en la depresión mayor ocurre todo lo contrario: surge un estado de claro estancamiento emocional marcado por sentimientos de desesperanza, tristeza y falta de capacidad para sentir placer por las experiencias del día a día.

En este sentido, los principales síntomas de la depresión son la fatiga emocional, el desinterés por las actividades que no son estrictamente obligatorias, la predisposición al aislamiento social, el intenso malestar producido por las dificultades para sentir motivación, los pensamientos catastróficos, y la ideación suicida.

Sin embargo, no tienen por qué darse todos a la vez para que podamos hablar de depresión (si bien el diagnóstico definitivo solo puede venir por parte de un profesional de la salud mental).

¿Por qué hay que unir fuerzas para ayudar a los jóvenes con depresión?

La depresión mayor es uno de los trastornos psicológicos más frecuentes en adolescentes y adultos, y también uno de los más dañinos y peligrosos. Buena parte de sus síntomas están relacionados directa o indirectamente con la ideación suicida, e incluso si no llegan a producirse los intentos de terminar con la propia vida, esta psicopatología produce un desgaste significativo en la salud física y mental de la persona.

Sin embargo, detectar la presencia de la depresión en una persona no siempre resulta sencillo fuera del ámbito de la psiquiatría y la psicología clínica, e incluso puede ocurrir que sus síntomas sean vistos como algo "normal" o fruto de unos supuestos defectos personales de quien padece esta patología, como por ejemplo la "debilidad mental" o la "falta de fuerza de voluntad por mejorar" (conceptos poco útiles en psicoterapia, cuando no directamente problemáticos).

Esto resulta especialmente grave en el caso de la adolescencia y la franja de edad de los adultos jóvenes, en la que por un lado se disparan los casos de depresión con respecto a las etapas anteriores de la vida, y por otro lado los síntomas pueden quedar camuflados por los estereotipos asociados a la juventud, como por ejemplo la rebeldía, la impulsividad, los problemas por desamor y falta de autoestima, etc.

Además, en la etapa de la juventud, las personas suelen tener meos recursos psicológicos, sociales y materiales para sobrellevar una psicopatología: es más fácil que se culpen por cómo se sienten, es más probable que tengan miedo a generar rechazo si exteriorizan su malestar, y tienen la presión de depender para todo de la familia (sobre todo en los países en los que existe una fuerte precariedad laboral en jóvenes). Por otro lado, este grupo de población ha tenido menos tiempo para sensibilizarse acerca de temas relacionados con la salud mental, y muchos jóvenes ni siquiera tienen una idea aproximada acerca de lo que es realmente la depresión.

Ante esto, es fundamental que la familia de los jóvenes con depresión sean capaces de detectar los primeros signos de alerta que reflejan la existencia de un problema psicológico, y que más allá de hacer todo lo posible por que esa persona acuda a terapia, le ofrezca el apoyo emocional y material adecuado en casa.

Depresión en adolescentes

Funciones del apoyo familiar para jóvenes con depresión

La depresión es una condición psiquiátrica seria que requiere tratamiento urgente. Ante la sospecha de un caso de depresión, los familiares no deben esperar y ver cómo evoluciona este trastorno mental o esperar que se solucione espontáneamente.

La intervención, cuanto más pronto, mejor; y también es posible ayudar al paciente desde el hogar haciendo que sus familiares y amigos hagan ciertas cosas para ayudarle a superar el trastorno.

1. Escuchar empáticamente

Ante un caso tan serio como lo es la experiencia de un trastorno mental, la familia no puede seguir creyendo eso de que serán capaces de “corregir” a su hijo.

No es un problema de educación ni disciplina, es una condición mental seria y lo que necesita el joven es sentirse escuchado y que dispone de un entorno que se muestra empático y sensible hacia lo que le ocurre.

2. Confrontar el aislamiento social

La falta de motivación puede hacer difícil que el adolescente conecte con sus iguales mientras dura el episodio depresivo. Por ello, la familia puede tomar un rol activo en evitar que se acabe aislando más, motivándolo a que vea más a menudo a sus amigos y que se apunte a actividades interesantes para su edad.

3. Fomentar el ejercicio

El ejercicio no cura la depresión, pero puede ayudar a que el afectado se sienta cada vez más capaz de hacer cosas, enfrentarse a nuevos retos y ver que está progresando. La actividad física no puede faltar a la hora de intentar mejorar el estado mental de un paciente, siempre bajo la supervisión de un profesional de la salud mental.

Una hora de ejercicio diario puede motivar al paciente a ser más activo, enrolarse en actividades que le brinden satisfacción y ayudarle a superar su problema, siempre en compañía del tratamiento psicológico.

4. Fomentar la higiene del sueño

Dormir mal y a deshoras es un factor de riesgo para presentar depresión. El sueño insuficiente también puede generar sintomatología depresiva.

Los adolescentes necesitan entre 8 y 10 horas de sueño cada noche, por ello, padres y hermanos deberán asegurarse de que su hijo y hermano se va a dormir a horas convenientes, disuadiéndole de llevar a cabo actividades nocturnas como jugar a videojuegos o navegar por Internet.

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