Efectos del estrés en la conducción: ¿Qué hacer para evitar riesgos?
El estrés es un proceso psicológico normal, que influye tanto a nivel físico como mental, y suele aparecer frente a situaciones que requieren ciertos niveles de atención a lo que se hace por parte de la persona. Se trata de un fenómeno que hasta ciertos niveles es necesario para que haya un correcto desempeño en ciertas tareas que requieran una mayor activación.
Sin embargo, cuando los niveles de estrés sobrepasan a una persona, los problemas comienzan a parecer, pudiendo llegar a causar graves consecuencias en diversos contextos, como a la hora de conducir. Entre los efectos del estrés en la conducción, podemos encontrar un comportamiento al volante más agresivo, distracciones al volante, fatiga e incluso conducción temeraria, entre otras.
En este artículo encontrarás explicadas las fases del estrés y cómo nos influye el estrés a la hora de conducir un vehículo.
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¿Cuáles son las situaciones que suelen provocar estrés?
Existe una amplia variedad de factores y situaciones que pueden influir a la hora de generar un estrés negativo que puede afectar gravemente a la conducción, siendo algunos de ellos los que vamos a comentar a continuación, ya que conviene tenerlos en cuenta antes de ver cuáles son los efectos del estrés en la conducción.
1. Sobrecarga laboral
Es bastante frecuente que el estrés negativo prolongado en el tiempo que padecen muchas personas haya sido causado en gran parte por tener una gran sobrecarga en el trabajo, lo cual produce estrés laboral: la mente no deja de ir una y otra vez de una preocupación a la siguiente.
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2. Cambios bruscos en la vida
Otro de los factores que puede favorecer el desarrollo de un estrés prolongado es que la persona haya sufrido algún cambio brusco en su vida, como puede ser un cambio de trabajo, haberse quedado en el paro, haber cambiado de lugar de residencia, haber sufrido una ruptura sentimental, el fallecimiento de un ser querido, etc.
3. Alta autoexigencia
Las personas con unos altos niveles de autoexigencia en una o varias facetas de su vida suelen llevar un ritmo de vida acelerado, además de ser notablemente competitivos y de tener una tendencia a frustrarse cuando las cosas no salen según lo esperado, de manera que tienen una mayor predisposición a padecer estrés.
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4. Situaciones que causen inseguridad y/o estrés al volante
Hay una amplia variedad de situaciones que pueden surgir mientras una persona se encuentra conduciendo que pueden generar estrés: malas condiciones medioambientales, atascos, conducir por entornos excesivamente ruidosos, conducir por una carretera que no se encuentra en unas condiciones aceptables para el tránsito de vehículos, etc.
5. Estar aprendiendo a conducir
Cuando una persona se encuentra realizando las prácticas con la autoescuela con el fin de sacarse el carnet de conducir o incluso cuando acaba de sacárselo y todavía no ha adquirido la suficiente experiencia, tienes mayores probabilidades de sufrir estrés al volante.
6. Miedo a conducir (amaxofobia)
Existen muchos casos de personas que han desarrollado una fobia a conducir, también conocida como amaxofobia. Esta alteración psicológica puede haber sido desarrollada por diversos motivos asociados a las experiencias altamente estresantes o generadoras de angustia.
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7. Estrés causado por haber presenciado o sufrido un accidente de tráfico
Otra de las causas que puede provocar el desarrollo de estrés al volante puede ser el hecho de haber presenciado un accidente de tráfico o incluso por haber sobrevivido a un accidente en el pasado, lo que también puede llegar a provocar el desarrollo de un trastorno de estrés postraumático (TEPT).
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Los efectos del estrés en la conducción de vehículos
A continuación vamos a ver los efectos del estrés en la conducción de acuerdo con las diferentes fases del desarrollo de esta alteración que afecta a las personas tanto a nivel psicológico, según la teoría del estrés de Hans Selye. El llamado “síndrome general de adaptación” está dividido en tres grandes fases: alarma, resistencia y agotamiento.
1. Fase de reacción de alarma
La primera fase que se desarrolla por los efectos del estrés en la conducción es la de “alarma”, que ocurre cuando el organismo de la persona que está al volante de un vehículo se encuentra sobrecargado por diversos factores de los que mencionamos en el apartado anterior (p. ej., sobrecarga laboral, alguna situación que le haya causado estrés al volante, etc.), de manera que su cuerpo necesita movilizar una gran cantidad de energía con el fin de poder adaptarse y hacer frente a esa situación que ha generado el estrés.
Cuando el cuerpo ha entrado en fase de alarma, debe prepararse para poder obtener velocidad y fuerza muscular, de manera que aumentan los niveles de glucosa en sangre y de adrenalina, y también se incrementa la respiración, la tasa cardiaca, el tono muscular y la presión arterial.
A su vez, la mente debe prepararse para procesar la información que sea más relevante en esos instantes de una forma más eficiente, centrando así el foco de atención sobre el estresor y, de esta manera, algunas funciones cognitivas como la memoria, la atención y la toma de decisiones se verían gravemente alteradas.
En algunos casos, estando un conductor en esta fase de alarma, si los niveles de estrés no son demasiado altos y no se prolonga esta situación durante demasiado tiempo, podría conducir con normalidad, ya que el organismo se encontraría preparado para responder ante esa situación.
En caso contrario, lo más recomendable sería que se detuviera en el primer lugar posible para ello con el fin de descansar un poco e iniciar la marcha en cuanto se encontrará más calmado o incluso podría haber un cambio de conductor. Si se sintiera sobrepasado por esa situación de estrés, podrían darse una serie de consecuencias negativas que afectarán a la conducción.
Por lo tanto, los efectos del estrés en la conducción durante la fase de alarma son los siguientes:
- Un comportamiento al volante más agresivo puede llegar a causar provocaciones a otros conductores.
- Reacciones al volante impulsivas y con impaciencia que pueden provocar que aumente la velocidad de conducción.
- Un menor respeto hacia la convivencia en el tráfico y también hacia las normas de circulación.
- Comportamientos imprudentes al volante, o incluso temerarios.
- Una menor percepción de los riesgos al volante cuando no se está en las condiciones idóneas para conducir.
2. Fase de resistencia
La segunda fase que transcurre por los efectos del estrés en la conducción se desarrolla cuando el cuerpo del conductor no es capaz de mantenerse en el estado de alarma anterior durante más tiempo, de forma que si esa situación de estrés se mantiene, su organismo tendrá que mantener al mismo tiempo unos niveles de respuesta frente a la fuente de estrés a la vez que el resto de las funciones corporales fundamentales para la supervivencia.
En esta etapa, por lo tanto, continúan las respuestas frente al estrés, tanto a nivel físico como psicológico, aunque con una intensidad menor que en la fase de alarma y, como resultado, se provoca un desgaste excesivo en la persona, de manera que tiende a parecer diversos problemas de salud relacionada con el estrés, como pueden ser los trastornos a nivel digestivo o los dolores de cabeza, entre otros.
En esta segunda fase, los efectos del estrés en la conducción son alguno o varios de los que se enumeran a continuación, siendo similares a los de la fase de alarma pero con una intensidad menor:
- Agresividad, competitividad o incluso hostilidad al volante.
- Menor prudencia al volante, pudiendo llegar a ocasionar conductas temerarias.
- Un menor respeto hacia las normas de circulación y las señales de tráfico.
- Menor tolerancia ante la frustración en situaciones ante el mínimo percance o contratiempo al volante.
3. Fase de agotamiento
La tercera fase que se produce por los efectos del estrés en la conducción es la de “agotamiento”, que se desarrolla cuando el estrés se prolonga durante un largo tiempo, causando un profundo cansancio en quienes llegan a esta fase.
Cuando llega el agotamiento producido por el estrés aparecer diversos problemas que afectarán a la calidad de vida de la persona que los padezca. Veamos cuáles son.
- Puede llegar a debilitarse su sistema inmunitario.
- Podrían aparecer alteraciones en el sistema circulatorio.
- Posibles dolores musculares y/o migrañas.
- Trastornos del sueño; sobre todo el insomnio.
- Trastornos a nivel digestivo; cabiendo destacar posibles úlceras
- Aparecerá la fatiga con bastante facilidad y de forma intensa.
- Alteraciones del estado de ánimo, impulsividad, irritabilidad, frecuentes olvidos, problemas de concentración, etc.
Una vez se encuentre una persona en esta fase del estrés, hay que resaltar que sufrirá un grave deterioro en cuanto a su rendimiento a todos los niveles, entre ellos la capacidad de poder conducir bien, por lo que sería peligroso que use un vehículo encontrándose en esta situación. Lo más recomendable es descansar y no ponerse al volante hasta que remitan los síntomas de estrés o al menos disminuyan a unos niveles aceptables que no afecten al correcto desempeño al manejar un vehículo.
En la fase de agotamiento, los efectos del estrés en la conducción son los siguientes que vamos a enumerar:
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Las decisiones en esta fase serán más lentas, por lo que será más probable que cometa errores al volante.
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Podría llegar a respetar aún menos la convivencia en el tráfico y las normas de circulación.
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Tendrá unas dificultades aún mayores para concentrarse al volante, siendo más fácil que se distraiga.
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Sufrirá una mayor fatiga al volante, por lo que sería muy peligroso recorrer ciertas distancias al volante.
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Hay más probabilidades de que llegue a cometer alguna acción temeraria al volante.
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Existen más posibilidades de que sufra alteraciones en su estado de ánimo y se comporte de forma agresiva.
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Consejos para combatir los efectos del estrés al conducir un vehículo
Hay una serie de recomendaciones que deberían tenerse en cuenta para combatir los efectos del estrés en la conducción o incluso para evitarlos. Se trata de estos consejos.
- Adoptar el hábito de ir a los destinos a los que se quiera ir conduciendo con la suficiente antelación.
- Regular la temperatura a su gusto del aire acondicionado del vehículo.
- Mantenerse tolerante y paciente frente a los atascos.
- Priorizar las necesidades y no autoimponerse metas inalcanzables.
- Planificar de manera estructurada las tareas del día a día para que no se amontonen y causen estrés.
- Adquirir hábitos saludables en la vida: hacer actividades relajantes, hacer ejercicio, comer de forma saludable, etc.
- Mantenerse bien hidratados.
- Mantenerse concentrados en la carretera y evitar enfocarse en las preocupaciones del día a día.
- Escuchar música relajante mientras se está conduciendo.
- Tener precaución a la hora de consumir bebidas estimulantes como el café o el té que pueden empeorar el estrés.
- No conducir con fatiga ni cuando se tiene sueño.
- Salir con el tiempo suficiente cuando se coge un vehículo para poder afrontar cualquier imprevisto que pudiera surgir.
- Buscar un área de descanso si alguien se encuentra cansado al volante o con sueño.
- Tener buenos hábitos de sueño para evitar el sueño y la fatiga al volante, así como para estar a pleno rendimiento.
- Hacer pequeños descansos cada cierto tiempo cuando se debe hacer un viaje largo.
- Conducir por turnos si se hace un largo viaje y hay más de una persona disponible para conducir.
- Si uno se encuentra estresado al volante, lo mejor es que detenga la marcha y descanse o deje que otro conduzca.
- Conducir despacio y no sobrepasar los límites de velocidad, respetando las normas de circulación.
- Procurar no hacer adelantamientos en la carretera cuando uno tiene cierto nivel de estrés.