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Estimulación temprana en niños: ejercicios por 5 etapas


Tanto los animales como los seres humanos aprendemos por interacción con aquellos estímulos que nos rodea. Por lo tanto, es lógico pensar que cuanto antes comience dicha estimulación y más se potencie, más posibilidades de aprender y mejorar nuestras habilidades.

Estos son los principios que rigen la estimulación temprana. Mediante estas dinámicas de actividades se potencian las capacidades y habilidades de los niños, facilitando su desarrollo físico, psicológico y social.

¿Qué es la estimulación temprana?

Las actividades de estimulación temprana se basan en una serie de ejercicios que tienen como objetivo potenciar el desarrollo del niño o niña, tanto a nivel intelectual, como físico y social. Estas prácticas pueden iniciarse desde el mismo instante del nacimiento del bebé y continuar practicándose hasta los 6 años de edad.

Es necesario concretar que existen una serie de rutinas o prácticas específicas para cada una de las etapas de niño, adecuadas al nivel de desarrollo propio de la edad. El motivo de que la franja de edad ideal para realizar estos ejercicios sea hasta los 6 años es que hasta esta edad, el niño goza de una mayor plasticidad cerebral.

El concepto de plasticidad cerebral hace referencia a la capacidad que tiene el sistema nervioso de cambiar y modificarse como reacción a la interacción con el entorno. Esto significa que, mediante una estimulación adecuada, nuestro cerebro tiene la capacidad de crear nuevas sinapsis y circuitos neuronales que le permiten potenciar o mejorar la actividad y el rendimiento de ciertas áreas cerebrales.

Estos ejercicios pueden practicarse tanto en niños sanos, con la intención de potenciar sus habilidades, como con niños con algún tipo de trastorno o afección que afecte a su desarrollo. De esta manera se estimulan sus capacidades de compensación y se mejoran sus habilidades físicas y psicológicas.

Además, estas dinámicas pueden llevarse a cabo tanto dentro del hogar como en escuelas y guarderías especializadas. Trás un pequeño periodo informativo, aquellos padres que lo deseen pueden realizar todos estos ejercicios en la comodidad del hogar, fortaleciendo así también los vínculos afectivos entre padres e hijos.

El principal objetivo de la estimulación temprana es que, mediante la realización de una serie de actividades estimulantes, el niño desarrolle incremente su su autonomía e independencia. De la misma manera, se pueden conseguir grandes avances en el desarrollo físico, cognitivo, las habilidades de comunicación y el aspecto sensorial.

¿En qué consiste?

Antes que nada, es necesario elaborar un plan o programa específico para cada niño. Este programa debe estar ajustado tanto a las necesidades del pequeño, como a la disponibilidad y nivel de implicación de los padres, y a los recursos del hogar.

De esta manera, se podrán ir evaluando poco a poco los avances y progresos del niño según unos objetivos mínimos marcados. Con un plan de actividades adecuado, los padres podrán potenciar todas aquellas áreas del niño que les interesen.

Los padres deben tener paciencia, y ser conscientes de que no se pueden establecer tiempos demasiado estrictos a la hora de conseguir unos objetivos puesto que no existe una temporalidad preestablecida que dicte cómo y cuándo el bebé habrá logrado un objetivo.

Lo más importante es proporcionar al menor una serie de ejercicios adecuados a su edad, con los cuales trabajar y aumentar su autoestima. Paulatinamente, los padres o encargados de llevar a cabo los ejercicios irán modificando los objetivos del plan según el desarrollo del pequeño así como de los resultados obtenidos.

El primer paso siempre será crear un vínculo emocional y afectivo con el pequeño, generando un espacio de confianza en el que se sienta cómodo y seguro para interactuar con nosotros. Una vez conseguido este vínculo, el adulto encargado de llevar la estimulación temprana, puede iniciar el trabajo del resto de áreas.

Estas áreas incluyen:

  • Área emocional: desarrollo de la autonomía e independencia del niño, así como el reconocimiento y expresión de emociones.
  • Área cognitiva: desarrollo del intelecto y los conocimientos del niño.
  • Área motriz: desarrollo de la motricidad gruesa y fina, potenciación del control muscular y la coordinación.
  • Área social: desarrollo de las habilidades de interacción con el entorno.
  • Área de lenguaje: desarrollo de la expresión y comprensión del lenguaje.

Condiciones para llevarlo a la práctica

Es necesario tener en cuenta una serie de aspectos que facilitarán el llevar a cabo estas actividades. El primero de ello es que si el niño no está humor o no le apetece realizar las actividades en un momento concreto, no se le debe presionar; puesto que para él debe ser un divertimento no una obligación o castigo.

Asimismo, al igual que se ha mencionado anteriormente, los ejercicios deben estar adaptados a la edad y capacidades del pequeño. Si lo forzamos a realizar una tarea para la que no esta preparado, solamente conseguiremos aumentar su frustración y baja la autoestima de este. De la misma manera, si los ejercicios son demasiado fáciles o no suponen un pequeño reto para el niño, este perderá el interés en ellos y disminuirá, por tanto, la motivación.

El refuerzo por parte de los padres o profesionales es muy importante. Felicitar al niño y elogiar sus progresos será de vital importancia para mantener el interés de este y la motivación.

Ejercicios de estimulación temprana según la etapa

Siguiendo la línea del resto del artículo, presentamos una serie de ejemplos de ejercicios de estimulación temprana adaptados según la edad del pequeño, así como pensados para potenciar cada una de las áreas de desarrollo mencionadas anteriormente.

1. De 0 a 12 meses

Motricidad gruesa: una actividad muy efectiva para trabajar la motricidad gruesa del bebé es aquella que ayuda a controlar la cabeza de este. Para ello, se deberá colocar al bebé acostado boca abajo, mostrando juguetes o estímulos llamativos que le obliguen a mantener la cabeza levantada.

Desarrollo social: este ejercicio facilita el autoconocimiento corporal y consiste en colocar al pequeño frente a un espejo, en una postura cómoda, para que este pueda empezar a reconocerse en él. A continuación, realizar movimientos con los brazos o manos para mantener su atención.

2. De 1 a 2 años

Motricidad gruesa: mediante este ejercicio mejoraremos el sentido del equilibrio del niño. Para ello es necesario sujetar al niño por debajo de los brazos, moviéndose suavemente de un lado a otro y de delante hacia atrás, permitiendo que este enderece por sí mismo.

3. De 2 a 3 años

Área cognitiva y de lenguaje: leer en voz alta cuentos infantiles con ilustraciones que pueda ver el niño. A continuación realizar preguntas sencillas sobre la historia o dejar que el niño nos cuente su versión de lo que ha entendido.

4. De 3 a 4 años

Lenguaje y motricidad fina: se le pedirá al niño que dibuje libremente en una hoja, pidiéndole que explique mientras lo que va dibujando. También pueden dibujar los dos juntos e ir haciendo mientras preguntas sobre los dibujos.

5. De 4 a 6 años

  • Motricidad gruesa: animar al niño a bailar. Realizar ejercicios divertidos de baile estimulará su coordinación y su equilibrio.