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Comunicación indirecta: tipos, características, ejemlos y ventajas


La comunicación indirecta es la parte del proceso comunicativo en el que se dice información pero no de forma clara ni concreta. Suele quedar difusa en la parte no verbal de la comunicación, soliendo ser contraria a lo que dice la persona de forma explícita de forma oral.

A continuación veremos más a fondo qué es este estilo comunicativo, sus características, ejemplos y algunas ventajas que, por sorprendente que puedan parecer, tiene esta forma de comunicar las cosas de forma poco clara.

¿Qué es la comunicación indirecta?

La comunicación indirecta, también llamada lenguaje indirecto, es el estilo comunicativo consistente en transmitir la información de forma no explícita, ni clara ni directa. Se diferencia claramente del lenguaje directo por el motivo de que en este se transmiten las ideas de forma clara, verbalizando el mensaje y dando a entender las cosas tal y como se exponen, sin interpretaciones ni mensajes confusos.

Cuando una persona transmite un mensaje de forma indirecta lo hace por medio de su lenguaje no verbal. Es decir, no verbaliza claramente lo que quiere exponer, sino que lo trata de comunicar por medio de varios aspectos como el tono de voz, los gestos, el lenguaje corporal y otros aspectos no verbales.

La comunicación indirecta se utiliza, generalmente, como un intento no explícito para persuadir a alguien o influir para que se comporte de una forma deseada. Aunque no necesariamente tiene que ser utilizado de forma negativa, lo cierto es que el lenguaje indirecto tiene un carácter manipulador o, al menos, sirve para transmitir una idea que, debido a aspectos socioculturales, resulta ser tabú en caso de que sea dicha de forma explícita.

Es por todo esto que es habitual que haya una marcada contradicción entre lo que dice y hace la persona. Por un lado, el emisor emite, sea de forma oral o de forma escrita, un mensaje (p. ej., “estoy muy calmado y satisfecho”), pero por el otro lado, ya sea por medio de su tono de voz (p. ej., tono agudo se asocia con irritabilidad) o movimiento corporal (p. ej., movimientos rápido de manos se asocia con nerviosismo) nos viene a indicar más bien lo contrario.

Los motivos por los que aparece la comunicación indirecta son muchos, siendo básicamente el hecho de que el emisor no se atreva a decir algo de forma clara y verbalizada. Sea cual sea el motivo, lo cierto es que puede ser origen de malentendidos, además de que a veces se relaciona con un estilo comunicativo pasivo-agresivo. Es especialmente poco recomendable en contextos en los que es necesario ser sincero y honesto, como en el ámbito de la pareja o el entorno laboral.

Características de la comunicación indirecta

Como hemos comentado, la comunicación indirecta puede surgir por varios motivos. Sean cuales sean, en todo estilo comunicativo indirecto se pueden encontrar las siguientes características.

1. Contradicción entre lo verbal y lo no verbal

Como hemos comentado, suele ocurrir que el mensaje transmitido de forma indirecta se contradice con el dicho de forma directa. Hay una contradicción entre lo verbal y lo no verbal.

A grandes rasgos, entendemos como comunicación verbal aquella que es transformada en palabras, tanto de forma oral como escrita, mientras que la no verbal es la que es emitida en forma de gestos, lenguaje corporal y tono de voz, entre otros aspectos.

En la comunicación directa el mensaje verbal es claro y directo, sin libres interpretaciones. En cambio, en la comunicación indirecta, de componente no verbal, se debe confiar en el tono, los gestos, las expresiones faciales y el lenguaje corporal.

Si bien en la mayoría de los casos lo verbal y lo no verbal está en sintonía, en el caso de la comunicación indirecta la persona tiene un lenguaje no verbal que contradice el mensaje que ha emitido de forma verbalizada.

Esto es un problema comunicativo, dado que la mayoría de los interlocutores esperan que la persona con quien hablan digan las cosas directamente y no esperan tener que interpretar, por medio de su lenguaje no verbal, qué es lo que quieren decir realmente.

2. El emisor cree que está transmitiendo su mensaje

Uno de los problemas que suele surgir en la comunicación indirecta es que realmente la persona cree que, por medio de su mensaje no verbal, está dándose a entender. Es decir, confía que su interlocutor sabrá leer entre líneas y comprenderá que quiere decir justo lo contrario a lo que está diciendo de forma verbalizada.

El problema es que, en realidad, en la mayoría de los casos el receptor tiende a quedarse con la información transmitida de forma directa, clara y específica, mientras que la parte indirecta puede o bien ser obviada, o ignorada o simplemente no captarse. Y esto es el origen de muchos malentendidos.

3. Intención evitativa

Un aspecto importante de la comunicación indirecta es que el emisor tiene una intención evitativa a la hora de transmitir su mensaje real. No quiere emitirlo de forma explícita, por miedo a ofender a su interlocutor o a ser demasiado brusco, y prefiere emitirlo de forma indirecta, pensando que así lo suavizará.

Por sorprendente que pueda parecer, esta forma de pensar es bastante común, haciendo de la comunicación indirecta un estilo comunicativo bastante frecuente, especialmente en culturas en las que se tiene un especial cuidado en no dañar los sentimientos de la otra parte.

Tipos de comunicación indirecta

A la hora de entender con mayor profundidad la comunicación indirecta podemos hablar de dos niveles: el cultural y el individual.

A nivel cultural

La comunicación indirecta puede ser un aspecto muy importante en ciertas culturas, especialmente en aquellas en las que se evita, por todos los medios, ofender al interlocutor. Para ello se trata de comunicarle la información de forma no verbalizada, aunque esta pueda ser contraria a lo que el emisor esté diciendo, de forma explícita y más clara.

Esto es especialmente visible en las culturas asiáticas. Por ejemplo, en el caso de Japón está bastante mal visto decir algo que pueda molestar a la otra parte, dado que se da mucha importancia protección de los sentimientos de los demás (que no expresarlos) y en evitar la vergüenza y el malestar social a toda costa.

Esto es especialmente comprensible con una anécdota que les suele pasar mucho a los occidentales que residen en el país del Sol Naciente.

En más de una ocasión ha pasado que se ha ido a una tienda a comprar un determinado artículo, el que sea. Si en ese establecimiento no está, y el dependiente lo sabe, en vez de ser claro y directo y decir que no lo tiene en esa tienda, prefiere decir “voy al almacén a mirar” o “voy a consultar con el encargado” y, perfectamente, puede “esconderse” en la trastienda esperando a que el cliente se vaya y “capte” que no lo tienen.

Bajo nuestra óptica occidental podemos pensar que esta forma de comportarse implica una pérdida de tiempo importante, y sin duda es así. Sin embargo, para el ciudadano japonés, quien se ha criado en esa cultura y sabe cuáles son las reglas socioculturales que rigen su mundo, comprenden, de primeras, cuál es el significado escondido detrás de ese “voy al almacén a mirar”.

En cambio, y para bien o para mal, no nos andamos preocupándonos por si decir “no” va a ofender a la otra persona. Queda claro que, en según qué ocasiones, ser demasiado brusco no compensa (p. ej., tratar de romper con nuestra pareja y decir que es porque no nos satisface sexualmente como antes y preferimos acostarnos con el vecino.), sin embargo, en otros contextos queda claro que decir un simple “no” nos ayuda ahorrarnos mucho tiempo.

A nivel individual

A nivel individual, la comunicación indirecta sí que puede ser indicador de un problema, especialmente si se pertenece a una cultura en la que se prioriza el ser claro, como suele suceder en la mayoría de las culturas occidentales.

Si es ese el caso, se puede estar ante una persona quien padece un problema, que no se atreve a decir las cosas claras o tiene un estilo comunicativo pasivo-agresivo. No compensa a nadie, tanto al emisor como a su interlocutor, que se envíen mensajes encriptados en forma de gestos y ver si hay suerte y interlocutor acaba comprendiéndolos.

¿Tiene ventajas?

La comunicación indirecta tiene mala reputación, y no es de extrañar. En comparación con su contraparte la directa, que es clara, honesta y concisa, parece que la indirecta sólo es débil, deshonesta, ineficiente y confusa. No es de extrañar que por culpa de esto se oigan frases del tipo:

  • Si no dice las cosas claras, que no espere que los demás le entendamos.
  • Sería mucho más fácil si dijeras las cosas tal cual las piensas.
  • No soy adivino: dime lo que quieres y ya.

Sin embargo, en algunos casos concretos, este estilo comunicativo puede tener sus pros, especialmente si se sabe usar y si nuestro interlocutor es capaz de comprender lo que le estamos diciendo entre líneas.

1. Componente artístico

Existe una parte artística en la comunicación indirecta. Estamos acostumbrados al pensamiento lógico, donde se establece una estrategia clara y pragmática siguiendo una cantidad concreta de pasos.

Sin embargo, con la comunicación indirecta tenemos una forma de transmitir información que no se rige por una pautas concretas, no está limitada ni se puede doblegar con la fuerza bruta. Existe un cierto grado de suavidad y libertad artística.

2. Permite editar mientras se habla

Una de las principales ventajas de la comunicación indirecta es que permite “editar mientras se habla”. Es decir, permite ajustar constantemente el mensaje dependiendo de la retroalimentación que recibimos, modificándolo en función de lo conveniente que consideremos emitirlo o no.

3. Ir más allá de lo explícitamente dicho

La comunicación indirecta obliga a ir un poco más allá del mensaje expresado. Es decir, nos obliga a intentar leer entre líneas, tratar de entender si la persona está cómoda o nos dice todo lo que querría de forma directa.

Confiar demasiado en la comunicación verbal, tanto oral como escrita, puede hacernos perder un significativo contenido en el mensaje, una parte que nos puede dar una pista de si la persona está cómoda o tiene alguna crítica que hacernos.

Referencias bibliográficas:

  • Serra, M. (2013) Psicología de la comunicación y del lenguaje. Barcelona: Edicions i Publicacions de la Universitat de Barcelona.
  • Berko Gleason, J. y Bernstein Ratner, N. (1999) Psicolingüística. Aravaca (Madrid): McGraw Hill.
  • Cortès-Colomé, M. (2006). Introducció a la psicologia del llenguatge i la comunicació. Barcelona: Publicacions i Edicions de la Universitat de Barcelona.