Autogestión del aprendizaje: qué es y cuáles son sus elementos y fases
Existen muchos métodos de enseñanza diferentes, pero el de autogestión del aprendizaje tiene unas características que lo hacen único.
A continuación nos adentraremos en los detalles de este modelo para poder entenderlo en profundidad y así poder conocer las peculiaridades que hacen que este sistema sea tan importante. Igualmente, exploraremos los diferentes factores que debe incluir así como las fases de este proceso.
- Artículo relacionado: "Los 13 tipos de aprendizaje: ¿cuáles son?"
¿Qué es la autogestión del aprendizaje?
La autogestión del aprendizaje es un proceso de formación basado en que sea el propio alumno el que tome el mando del procedimiento y por lo tanto sea él el que establezca los objetivos que quiere lograr y se administre su propio trabajo sobre los contenidos para lograr integrarlos como conocimientos. Este modelo también se conoce como aprendizaje autogestionado o aprendizaje autorregulado.
Por lo tanto, la principal clave de este proceso es el peso que pone sobre la figura del alumno, convirtiéndose a la vez en su propio profesor, pues debe actuar de una forma activa, administrándose ellos mismos durante todo el proceso de aprendizaje y logrando de esa manera el cumplimiento de los objetivos que se habían marcado, es decir, la adquisición de los conocimientos propuestos en un principio.
La autogestión del aprendizaje englobaría todos los procesos cognitivos además de las conductas que el individuo lleva a cabo a lo largo de todo el proceso. Pero el factor clave para explicar este fenómeno es sin duda la motivación, pues sin ella es prácticamente imposible que una persona pueda llevar a cabo una correcta autogestión del aprendizaje, pues necesita una razón para obligarse a sí mismo a poner todos sus servicios mentales al servicio de este proceso.
Elementos de la autogestión del aprendizaje
La autogestión del aprendizaje implica la aparición de una serie de elementos para que podamos considerarla como tal. Son los que vamos a ver a continuación.
1. Interés
Ya anticipábamos que la motivación es el eje vertebrador de este procedimiento. Esa motivación implica de una u otra manera un interés, que puede ser la utilidad que le reportará ese conocimiento o habilidad que está aprendiendo, tal vez una perspectiva laboral prometedora a raíz de este cambio, la habilitación para ejercer una determinada actividad o simplemente el deseo de saber más acerca de una temática o campo de conocimiento concreto.
Las razones por las que el objeto del aprendizaje resulta de interés son muy personales y dependerán de cada individuo, pero han de existir siempre, pues se necesitan para lograr un efecto de automotivación.
Por el contrario, si no hay absolutamente ninguna razón que suscite a una persona para embarcarse en la misión de adquirir un determinado conocimiento o habilidad, es poco probable que lo haga y por tanto no podrá darse el fenómeno de la autogestión del aprendizaje.
2. Atribución
El segundo elemento que encontramos cuando hablamos de autogestión del aprendizaje es la atribución, es decir, lo que la persona que inicia este proceso espera conseguir con el mismo. Puede ser el aprender una habilidad o un conocimiento nuevo o poder lograr un ascenso. No es el interés en sí, sino la perspectiva en sí misma que se espera conseguir.
- Quizás te interese: "Teorías de la atribución causal: definición y autores"
3. Automonitorización
Otro elemento que se necesita para poder recorrer el camino de la autogestión del aprendizaje es la automonitorización. ¿Qué quiere decir? Que el individuo ha de ser capaz de mirarse a sí mismo con perspectiva durante el proceso para darse cuenta de en qué punto está, qué posibles problemas está encontrando y cuál es la forma de resolverlos o en general si el proceso está siendo eficaz o si por el contrario debe adoptar nuevas estrategias para lograr el fin que persigue.
4. Autoeficacia
Para poder realizar la autogestión del aprendizaje es fundamental creer que somos capaces de hacerlo porque contamos con las herramientas adecuadas, ya sean manuales a los que recurrir, tiempo suficiente, motivación, etc. Gracias a ello generamos una percepción de autoeficacia sin la cual difícilmente veríamos la meta propuesta como un escenario factible y por lo tanto no iniciaríamos el proceso, o lo abandonaríamos, debido a las expectativas de fracaso que tendríamos.
5. Autoconsciencia
Si tenemos todos los elementos anteriores y estamos dentro de un proceso de autogestión del aprendizaje, podremos ir revisando los nuevos conocimientos o habilidades que estamos incorporando en nosotros mismos, somos conscientes de ello. De ahí que la autoconsciencia sea otro elemento que aparece cuando hablamos de este procedimiento.
6. Recursividad
Finalmente, el último factor que está implicado en la autogestión del aprendizaje es el de la recursividad. Se trata de la capacidad que tenemos las personas para utilizar los recursos de los que disponemos de formas muy diferentes para sí lograr fines distintos. En este caso se trataría de orientar nuestros recursos y capacidades para acercarnos cada vez más a la meta de aprendizaje que nos hemos propuesto e integrar así la habilidad o el conocimiento que deseábamos en un principio.
Fases según el modelo de Winne y Hadwin
La autogestión del aprendizaje cuenta con diferentes modelos que tratan de explicarlo de la forma más correcta posible. Uno de ellos es de los autores Philip H. Winne y Allyson Fiona Hadwin. Dichos investigadores hablan de un proceso que tiene lugar a través de cuatro fases, que son las que veremos a continuación.
1. Acercamiento a la tarea
Lo primero que hará una persona dispuesta a aprender va a ser tener un acercamiento a la tarea. De esta manera valorará su motivación y los recursos de los que dispone para poder comenzar con el desafío. La percepción que el sujeto tendrá acerca de la tarea es una cuestión totalmente individual, por lo que para cada persona será diferente.
2. Fijación de metas
Una vez que el estudiante ha evaluado la tarea que tiene por delante, estará en posición de fijar las metas al respecto que crea convenientes y además trazar un plan que le permita gestionar sus recursos para así llegar a alcanzar dichos objetivos. Igualmente, las metas son una decisión que depende de cada uno.
3. Puesta en práctica del plan
Una vez orientados hacia la tarea y con un plan definido en mente, es el momento de pasar a la acción y llevarlo a cabo. Este sería el tercer paso de la autogestión del aprendizaje. Para ello tendrán que aplicar sus habilidades y recursos para que las estrategias que elijan para alcanzar las metas establecidas resulten lo más eficientes posibles.
4. Reorientación
Obviamente, muchas veces no se logra cumplir los objetivos marcados en un primer intento, pero eso es parte del proceso de autogestión del aprendizaje. Por eso la cuarta fase hace referencia a la reorientación del plan, aprendiendo de los fallos y errores que hemos ido encontrando y pudiendo así acercarnos cada vez más a una estrategia satisfactoria que nos lleve en última instancia al cumplimiento de las metas y por tanto a la adquisición de la nueva habilidad o conocimiento.
Durante esta fase se pueden reorientar las metas, cambiar el plan al completo, variar la utilización de los recursos e incluso se puede abandonar por completo la tarea si la persona descubre que había evaluado mal la viabilidad, si ya no le interesa por el motivo que sea o si decide emplear su tiempo en otra tarea diferente que en ese momento le motive más o con la que aparentemente vaya a tener un mayor éxito.
La autogestión del aprendizaje en la práctica
Existen varios mecanismos que permiten llevar la autogestión del aprendizaje a un escenario práctico, especialmente en el contexto lectivo. Vamos a ver las estrategias más utilizadas.
1. Autoevaluación
Mediante la autoevaluación, el alumno puede acercarse a la tarea, darse cuenta de en qué punto está, cuáles son los recursos con los que cuenta y poder así trazar un plan que le lleve a lograr el aprendizaje.
2. Comparativa pre-post
Habitualmente se utilizan ejercicios de comparación pre-post, es decir, antes de pasar por el proceso lectivo y después. De esta manera el alumno puede realizar una introspección acerca del propio aprendizaje y darse cuenta de los cambios que han sucedido en su interior y cuáles son los conocimientos que ha integrado o cuáles conviene que trate de fortalecer.
3. Pensamiento en voz alta
Otra estrategia empleada para la autogestión del aprendizaje es el tratar de verbalizar de forma activa todo el proceso de pensamiento que ocurre en la mente del alumno cuando está tratando de resolver una tarea concreta.
4. Batería de preguntas
También se le puede proponer al estudiante que, ante un nuevo material lectivo, sea él mismo el que elabore una serie de cuestiones a resolver. El poder responderlas correctamente implicará que se ha realizado una integración de los conocimientos.
5. Enseñanza mútua
Otra táctica que emplean algunos profesores es proponer a sus alumnos que sean ellos mismos los que traten de enseñar a sus compañeros determinadas cuestiones sobre la materia que están tratando. Gracias a ello, pasarán por una autogestión del aprendizaje que les permitirá convertirse después en docentes para el resto de estudiantes.
Referencias bibliográficas:
- Boekaerts, M. (1999). Self-regulated learning: Where we are today. International journal of educational research. Elsevier.
- Pintrich, P.R. (1995). Understanding self‐regulated learning. New directions for teaching and learning. Wiley Online Library.
- Winne, P.H., Perry, N.E. (2000). Measuring self-regulated learning. Handbook of self-regulation. Elsevier.
- Zimmerman, B.J. (1990). Self-regulated learning and academic achievement: An overview. Educational psychologist. Taylor & Francis.