¿Cómo saber si tengo misofonía?
Mascar chicle, toser, comer… Estas y otras son acciones que hacen algo de ruido, un poco molesto pero soportable. Preferiríamos que no estuvieran ahí, pero tampoco son excesivamente irritables o, al menos, eso es lo que sentimos la mayoría.
Algunas personas, en cambio, pueden percibir estos sonidos como sumamente irritantes, provocarles un malestar psicológico tan grande que son capaces de reaccionar con conductas típicas de lucha o huida. Producen mucha molestia, tanto que incluso pueden alterarse sobremanera.
Cuando esto llega a niveles patológicos se dice que se padece misofonía. Puede que leyendo hasta aquí te hayas sentido identificado y te preguntes cómo saber si tienes misofonía. A esto es a lo que vamos a responder a continuación.
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¿Cómo saber si sufro misofonía?
El término “misofonía” significa, literalmente, “odio al sonido” y fue usado por primera vez en 2001 por Pawel y Margaret Jastreboff, aunque no fue reconocido como un trastorno real hasta el 2010. La misofonía es descrita como un trastorno auditivo en el que quien lo padece siente un gran malestar frente a sonidos a volumen bajo y repetitivos. Se cree que es una condición bastante común, que afecta a casi del 17% de la población mundial y puede generar reacciones negativas en el sistema nervioso.
Quienes padecen misofonía experimentan fuertes reacciones emocionales a sonidos específicos como, por ejemplo, sonidos bucales como masticar, aclarar la garganta, mascar chicle, chasquear los labios o, incluso, el sonido de ciertas consonantes como la /s/. Son sonidos que, a pesar de ser inofensivos, las personas que padecen misofonía pueden llegar a vivirlos de una forma tan sumamente molesta que desencadena en ellos sentimientos de pánico, ansiedad o ira.
Se cree que la misofonía es un trastorno neurológico que provoca una respuesta exageradamente intensa en el sistema nervioso central, específicamente en el límbico, por una hiperactivación anormal del sistema auditivo a sonidos de intensidad relativamente baja. Los sonidos que activan esta molestia pueden llegar a ser más bajos que los de una conversación normal, entre 40 y 50 dB.
Puede presentarse a cualquier edad, aunque lo habitual es que aparezca a finales de la infancia o principios de la adolescencia. Al comienzo la reacción es desencadenada por un sonido específico, pero con el paso del tiempo se van sumando al repertorio de estímulos acústicos molestos más sonidos que lo detonan, haciendo que la vida del individuo sea cada vez más limitada por esta molestia.
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Niveles de misofonía
Para saber si tenemos misofonía debemos conocer cuáles son los niveles de esta molestia. Al igual que sucede con otras condiciones médicas y psicológicas, los síntomas pueden variar de persona en persona, y en este caso también pueden ser diferentes los sonidos que los desencadenan. A continuación tenemos una escala exhaustiva de cuáles son los niveles de misofonía y que sintomatología los acompañan.
Nivel 0
Percibe un ruido no deseado, pero no se siente como una molestia subjetivamente.
Nivel 1
Se es consciente de la presencia de alguien que provoca un ruido determinado, pero no se siente ansiedad o se manifiesta molestias a niveles mínimos.
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Nivel 2
El ruido provoca malestar psicológico en forma de irritación o pequeña molestia. No hay síntomas de pánico ni de respuesta de lucha o huida.
Nivel 3
Se sienten niveles de malestar psicológico crecientes, pero no se lleva a cabo ninguna respuesta física acorde. No obstante, la persona aquejada de misofonía puede estar hipervigilante a estímulos audiovisuales.
Nivel 4
Se lleva a cabo una mínima respuesta física, aunque sin confrontaciones. Como mucho habrá cierta queja a la persona que produce el ruido, tales como pedirle que deje de hacerlo o, discretamente, cubrirse un oído o alejarse tranquilamente del ruido. No hay síntomas de pánico o de huida claros.
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Nivel 5
El individuo lleva a cabo mecanismos de respuesta más polémicos y notorios, como cubrirse las orejas abiertamente. Se empieza a mostrar irritación evidente.
Nivel 6
El individuo experimenta malestar psíquico considerable. Se empiezan a manifestar síntomas de pánico y se realizan conductas de tipo lucha o huida más notorias.
Nivel 7
El malestar psicológico es más que considerable. La persona ha ido haciendo un uso más creciente, fuerte y frecuente, de los mecanismos de supervivencia como confrontación ante ese sonido. En algunos casos, hay excitación sexual no deseada. El paciente siente tal molestia ante el sonido que lo puede recordar de forma un poco traumática durante semanas, meses o, incluso, años después de su ocurrencia.
Nivel 8
El malestar psicológico provocado por el sonido molesto es tan elevado que pueden surgir algunas ideas de violencia.
Nivel 9
Hay conductas de pánico y se reacciona en forma de rabia. El individuo se encuentra en la encrucijada de decidir si recurre o no a la violencia con la persona causante del sonido molesto. Lo más probable es que trate de alejarse del ruido y evite el uso de la violencia física hacia un objeto inanimado. El paciente siente irritación, pánico e ira.
Nivel 10
Se recurre a la violencia física contra la persona o el animal que emite el ruido molesto. También pueden darse autolesiones para evitar hacer daño a los demás.
Diferencias con otros trastornos auditivos
Para saber si tenemos misofonía, es necesario ver qué síntomas diferencian este trastorno auditivo con otros como la hiperacusia y la fonofobia.
Hiperacusia
La hiperacusia es un síndrome en el que hay una menor tolerancia hacia sonidos normales y naturales del ambiente. Se considera como una pérdida del rango dinámico de oído, es decir, la habilidad del sistema auditivo para manejar aumentos rápidos de volumen del sonido se ve afectada. Las personas que padecen hiperacusia pueden recurrir al uso de protección auditiva (p. ej., tapones) para poder hacer actividades normales.
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Fonofobia
La fonofobia es el miedo irracional a ruidos fuertes. Es una fobia particularmente extraña, caracterizada por el miedo a estar escuchando un sonido a volumen cualquiera y pensar que en cualquier momento puede subir súbitamente de intensidad, provocándole un gran susto. Las personas con fonofobia viven con la ansiedad de que tarde o temprano van a tener que enfrentarse a un ruido ensordecedor.
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Puesta en común
Poniendo en común los tres trastornos auditivos, podemos poner los siguientes ejemplos. Una persona con hiperacusia pueden sentir dolor o frustración al escuchar la radio a un volumen normal, hasta tal punto que deba salir de la habitación o usar tapones. Una persona con fonofobia puede tener miedo a que, al estar escuchando esa misma radio, la emisora se reciba alterada y de repente el volumen suba sin previo aviso, provocándole un gran susto. En cambio, la persona con misofonía puede mostrarse muy irritada al sonido de las interferencias, hasta tal punto que coja la radio y la estampe contra la pared.
¿Hay tratamiento para la misofonía?
No existe un tratamiento específico para eliminar totalmente la misofonía, pero sí que existen ciertas opciones terapéuticas que pueden mejorar la calidad de vida de quienes padecen este trastorno auditivo. La psicoterapia y las técnicas de relajación ayudan a minimizar el efecto del estrés y la ansiedad provocados por percibir como muy molestos sonidos cotidianos, además de dotar al paciente de herramientas para gestionar de forma asertiva las situaciones en las que se producen.
Las terapias de corte cognitivo-conductual ayudan a mejorar la tolerancia hacia los ruidos molestos, además de brindar al paciente herramientas para controlar las reacciones emocionales asociadas. Estas mismas, combinadas con la meditación o incluso prácticas como el yoga, contribuyen a combatir la irritabilidad asociada a los sonidos molestos.
En las situaciones en las que no sea posible huir del sonido desagradable ni controlar su volumen, una de las mejores opciones que tienen los pacientes aquejados de misofonía es usar unos simples tapones. Sea como sea, al margen de cómo de controlable sea el sonido, no se recomienda consumir alcohol, cafeína ni cualquier otra sustancia excitante puesto que puede incrementar la probabilidad de responder de forma agresiva ante la fuente de sonido.
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Llegados hasta este punto, podemos saber si tenemos misofonía en base a cómo nos comportamos cuando estamos cerca de una fuente de sonidos que nos provocan malestar. Esta fuente de sonidos molestos puede ser una persona que está mascando chicle o, simplemente, respirando y que, a pesar de que son sonidos inofensivos, los percibimos como emocionalmente perturbadores. Esto nos puede hacer responder con mucha irritación, rabia y enojo, hasta tal punto de encararnos con la persona que hace el ruido e, incluso, tener una discusión.
Podemos concluir que la misofonía es un trastorno auditivo que hace que se tengan reacciones negativas como ansiedad o enfado ante sonidos específicos, que pueden variar de persona en persona. La persona se irrita ante su presencia e, incluso, puede volverse violenta física y verbalmente. Sea como sea la respuesta que emita ante el estímulo sonoro molesto, estas se englobarán dentro de las conductas de lucha y huida típicas del estrés y la ansiedad, ya sea huyendo de la fuente de sonido molesto o encarándose contra la misma.
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