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Los ejes políticos (izquierda y derecha)


En un artículo anterior trataba lo erróneo de entender la ideología como un sistema fijo de categorías que determinan la percepción de la realidad. Hoy trato otro error común a la hora de entender el concepto de ideología política: el hecho de definirla según contingencias, arbitrariedades, tomar la parte por el todo

Para ello, resulta útil hablar primero sobre el espectro político, o más bien los espectros políticos. La dimensión bipolar de ejes políticos como el de izquierdas-derechas es un buen ejemplo.

Los ejes políticos: derecha e izquierda

La conceptualización de las posiciones políticas en izquierdas y derechas construye un contínuum entre dos polos con un punto central. Está ligada históricamente a los tiempos de la Revolución Francesa y servía para distinguir posiciones físicas y políticas: en la Asamblea Nacional Constituyente, los republicanos se sentaban a la izquierda del presidente, mientras que los monárquicos se sentaban a la derecha. Así pues, esta polaridad está ligada a una asunción de la existencia del progreso. Se trata más que nada de distinguir entre progresistas y conservadores. Lamentablemente, no podemos saber cuál es la esencia de dos categorías que están caracterizadas por su movilidad temporal: en cada momento la respuesta conservadora es una, y lo mismo pasa con la progresista: ambas van ligadas al desarrollo de la historia.

Así, ante determinadas cuestiones políticas, las respuestas dadas desde diferentes ideologías pueden alinearse de izquierda a derecha, siendo un extremo una postura determinada y siendo el otro su postura opuesta. Es un análisis cuantitativo y, como tal, es bastante más descriptivo que explicativo. Y, sin embargo, actualmente es muy difícil hablar de política en términos no axiales. Pau Comes, en su blog Independència és Llibertat, propone lo siguiente para evitar este abordaje simplista: “Como ya ha escrito mucha gente últimamente -por ejemplo Xavier Mir, desde su blog-, la política catalana se puede explicar con más de un eje, no solo la izquierda-derecha”. Se refiere, en efecto, a la inclusión del eje españolista-catalanista.

Ideologías sustantivas e ideologías relativas

Según esta visión, la política catalana puede ser explicada con cuantos más ejes mejor. Sin embargo, esta no es una manera de comprender las ideologías como algo sustantivo, sino limitarse a dar cuenta de las diferentes manifestaciones que pueden tener cabida en cada una de ellas. Las manifestaciones explícitas que llevan a cabo una serie de agentes políticos estereotípicamente relacionados a ciertas ideologías se transforman en la propia ideología, y por lo tanto la ideología se transforma en algo puramente explícito. El análisis político se sirve de ejes en tanto que las posiciones ideológicas pasan a ser un grado de acuerdo ante determinados hechos, algo fácilmente medible. Hemos encontrado una relación entre esto y lo que explica Herbert Marcuse en El Hombre Unidimensional:

Así surge el modelo de pensamiento y conducta unidimensional en el que las ideas, aspiraciones y objetivos, que trascienden por su contenido el universo establecido del discurso y la acción, son rechazados o reducidos a los términos de ese universo. La racionalidad del sistema dado y de su extensión cuantitativa da una nueva definición a estas ideas, aspiraciones y objetivos.

Esta tendencia se puede relacionar con el desarrollo del método científico: operacionalismo en ciencias físicas, behaviorismo en las ciencias sociales. La característica común es un empirismo total en el tratamiento de los conceptos; su significado está restringido a la representación de operaciones y conductas particulares (Marcuse, 2010, p. 50).

Marcuse, además, cita a Bridgman para explicar el punto de vista operacional y sus implicaciones en el modo de pensar de toda la sociedad:

Adoptar el punto de vista operacional implica mucho más que una mera restricción del sentido en el que comprendemos el “concepto”; significa un cambio de largo alcance en todos nuestros hábitos de pensamiento, porque ya no nos permitiremos emplear como instrumentos de nuestro pensamiento conceptos que no podemos describir en términos de operaciones (Bridgman, 1928, p. 31).

El juego entre lo cuantitativo y lo cualitativo

El eje que va de izquierdas a derechas llega a tener significación pseudo-cualitativa, cuando realmente sólo sirve para establecer diferencias cuantitativas. Dicho de otra forma: lo que fija la posición política de una entidad es el tipo de respuesta que se da ante un problema determinado. La ideología política se vuelve simple convención, independientemente de sutilezas como la fuente filosófica de la que bebe cada postura, su concepción de demiocracia, etc. Este problema dado, claro está, viene planteado en la agenda política. Tres cosas a destacar:

  • Lo que mide el eje que va de izquierdas a derechas es totalmente arbitrario y referido a actitudes frente a diferentes aspectos sociopolíticos fijados por la agenda mediática: actitud frente a la religión, promoción de un tipo de sanidad, importancia que se le da al medio ambiente, etc. En realidad, ninguna de estas dimensiones explica por sí misma una ideología. Si la manera de medir posiciones ante un tema concreto es racional, el planteamiento de estas cuestiones responde a la pura intencionalidad propagandística.
  • Parte de los aspectos definitorios de una ideología política pasan a ser directamente expresiones folclóricas propias del contexto histórico y social: actitud frente a determinados nacionalismos y ante la religión católica, tipo de aliados internacionales que se buscan, etc. Por ejemplo, la simbología comunista ortodoxa no tiene la misma significación en España que en la Rusia actual. La propaganda y los medios de comunicación se encargan de incorporar estos rasgos a la esfera ideológica para ganar poder, porque la defensa de ciertas medidas genera aceptación o incluso otorga autoridad. En Cataluña, por ejemplo, la izquierda política convencional está definida simplemente por su oposición al españolismo centralista, aunque en las esferas económica y social sean prácticamente indistinguibles de los partidos de derechas.
  • Como consecuencia, se normaliza la ideología dominante. Es quizás esta la consecuencia más relevante de la existencia de los ejes políticos: a pesar de la aparente libertad de la que disfruta el hombre occidental para crearse su propio futuro, de momento sólo parece regresar el pasado una y otra vez. Las revoluciones son escasas y cuando se dan no son el fruto de la racionalidad y el espíritu creativo sino de la desesperación por romper un marco insostenible. En palabras de Marvin Harris (p. 324):
Afirmo que es perniciosamente falso enseñar que todas las formas culturales son igualmente probables y que la mera fuerza de voluntad de un individuo inspirado puede alterar en cualquier momento la trayectoria de todo un sistema cultural en una dirección conveniente a cualquier filosofía. Las trayectorias convergentes y paralelas superan con mucho a las trayectorias divergentes en la evolución cultural. La mayoría de las personas son conformistas. La historia se repite en innumerables actos de obediencia individual a normas y modelos culturales, y los deseos individuales rara vez predominan en cuestiones que exigen alteraciones radicales de creencias y prácticas profundamente condicionadas.

Estereotipos y sitios comunes

El análisis de la ideología basado en estos ejes políticos tiene como materia prima temas estereotípicos y realmente poco significativos de lo que constituye una cosmovisión. A partir de la ordenación de posiciones ante temas relativamente tratables desde la ideología hegemónica, se crea un abanico con categorías muy concretas de lo que son las ideologías políticas posibles. La consideración de temas no planteables (como la posibilidad del uso de la violencia desde las clases populares) puede ser cínicamente asociada a posiciones políticas “de los extremos”. Véase el discurso “los extremos se tocan” que sirve para equiparar y desacreditar dos o más cosmovisiones alternativas por transgredir las normas que rigen el eje político al tomar medidas parecidas desde ideologías diferentes, un análisis que una vez más se centra en las medidas tomadas y no en su trasfondo verdaderamente ideológico.

Cabe recordar lo útil de esta polaridad. Nunca viene mal otorgarle crédito a los promotores de la política “de centros”, porque el orden de cosas propio del sistema estatal requiere cierta estabilidad y, desde luego, le conviene el inmovilismo de la mayoría del cuerpo civil. De manera muy gráfica, si las cosmovisiones alternativas son arrinconadas en los extremos del eje, se marginalizan, mientras que en un momento determinado el centro puede nutrirse de simpatizantes tanto de una mitad del contínuum como del otro.

Referencias bibliográficas:

  • Marcuse, H. (2010). El Hombre Unidimensional. Barcelona: Planeta.
  • Harris, M. (2011). Caníbales y Reyes. Los orígenes de las culturas. Madrid: Alianza Editorial.