Cómo dejar de ser perezoso y empezar proyectos: 5 consejos
Muchas veces, lo que nos dificulta avanzar no es tanto la falta de tiempo, de recursos o de habilidades, sino simplemente la pereza. Esos momentos en los que sabemos que hay ciertas responsabilidades que debemos atender y que terminamos dejando para más adelante son perfectos ejemplos de hasta qué punto somos capaces de auto-sabotearnos.
Sabemos que debemos hacer algo, sabemos también que no hacerlo tendrá consecuencias negativas, y sin embargo elegimos la segunda opción. ¿Qué ha pasado?
- Artículo relacionado: "Procrastinación o el síndrome del “ya lo haré mañana”: qué es y cómo prevenirlo"
Varios consejos para dejar de ser perezoso
Hay ciertos proyectos en los que todo es cuestión de empezar. Lamentablemente, la incomodidad que supone ponerse a ello durante los primeros momentos puede llegar a ser una idea tan desagradable que nunca nos decidimos por ponernos manos a la obra de verdad. En estos casos, es frecuente que busquemos excusas de todo tipo con tal de no reconocer dónde está el verdadero problema: la pereza.
A continuación repasaremos una serie de consejos para tener claro cómo dejar de ser perezoso y atender de una vez por todas esos proyectos y responsabilidades que requieren de nuestro trabajo. Para ello, modificaremos tanto nuestros hábitos objetivos como nuestros sistemas de creencias.
1. Duerme bien
Este es un paso fundamental. Nadie puede esforzarse en proyectos que son vistos como un “extra” de trabajo si la calidad del sueño ha sido mala o si no se ha dormido lo suficiente. En estos casos, lo normal es hacer lo mínimo para sacarse de encima las obligaciones que sí o sí deben ser atendidas inmediatamente, para luego ir a descansar o a adormir.
Así pues, aunque te parezca que dormir es perder el tiempo, piensa que hacerlo seguido puede ser la diferencia entre perder el día entero o no perderlo.
- Quizás te interese: "10 principios básicos para una buena higiene del sueño"
2. Determina qué es exactamente aquello que debes hacer
Hay veces que racionalizamos nuestras ganas de no hacer nada construyendo una ficción en la que aquello que debemos hacer es una tarea tan difícil y enrevesada que merece ser atendida en un momento más idóneo, y no en el presente. Aprovechamos la ambigüedad acerca de lo que tenemos que hacer para inventarnos que es algo muy complicado.
Por ejemplo, si necesito ir a comprar unos altavoces, puedo imaginar que antes debo pasarme varias horas informándome sobre el funcionamiento de estos aparatos, para luego pasar a comparar los productos, elegir la tienda en la que dan la mejor oferta, y encontrar un momento para ir a comprarlos que nos vaya lo suficientemente bien como para poder comprar otras cosas.
Esto puede ser evitado si determinamos desde el primer momento qué es aquello que debemos hacer. Lo esencial, lo principal, con unos límites muy concretos. En el caso del ejemplo anterior, esto sería, en caso de que no nos queramos gastar mucho, investigar sobre un número reducido de modelos de altavoz, leer sus características y opiniones de consumidores, e ir a comprarlos a una tienda cercana.
3. Divide tu objetivo en varios sub-objetivos
Algo fundamental a la hora de vencer a la pereza consiste en eliminar cualquier posibilidad de que nos busquemos excusas. Para ello, lo mejor es plantearnos tareas muy sencillas que, en cadena, formen el camino hacia el objetivo general al que queremos llegar. De este modo, conseguimos dos cosas.
Por un lado, el sentimiento de “obligación” será mucho más potente, dado que el coste percibido por hacer una acción tan insignificante será mucho menor. Por el otro, al empezar un proyecto o trabajo, tendemos naturalmente a querer completarlo. Este fenómeno es conocido como efecto Zeigarnik.
4. Aléjate de las distracciones
Apaga el televisor, deja el Smartphone escondido y ponte a trabajar lejos de la nevera. Si tienes que trabajar con el ordenador, no es mala idea que le pidas a alguien que te cambie la contraseña de Facebook o cualquier red social que uses mucho, para que te la de tan solo una vez hayas finalizado aquello que quieres cumplir.
En definitiva, debes de hacer lo adecuado para que no haya nada a tu alrededor que pueda tentarte con la idea de darte un motivo para desatender tus responsabilidades. Si estos distractores pueden tener ese efecto sobre tu mente, tú también puedes contraatacar haciendo que esos “poderes” desaparezcan, al menos durante un tiempo.
5. Mira hacia atrás y fíjate en tus progresos
Esta es una de las partes más gratificantes de vencer a la pereza, y consiste en pararte a pensar acerca de los frutos de tu esfuerzo, aquello que antes no tenías y de lo que ahora disfrutas. Por supuesto, cualquier esfuerzo tiene también una parte negativa, pero en este momento debes fijarte solo en lo positivo, dado que en situaciones normales tendemos a dejar que lo malo eclipse lo bueno por el mero hecho de serlo (aunque objetivamente tenga menos importancia).
Esta es una etapa importante, porque te permite asociar esas acciones y pensamientos que te han llevado a avanzar, por un lado, y los frutos positivos de esas iniciativas, por el otro. Es gracias a esto que aunque al principio constaba más progresar, a medida que vamos obteniendo resultados cuesta menos.