¿Psiquiatra o psicólogo? ¿A cuál acudir en terapia?
¿Psiquiatra o psicólogo? ¿Con quién me atiendo? ¿Cuál es la diferencia entre uno y otro?
Pretendo que este sea un artículo corto y concreto que responda, ni más ni menos, a la pregunta del título. Así que solo voy a centrarme en la diferencia entre ambos profesionales, que entiendo es la más importante y significativa.
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¿Cómo elegir entre psicólogo o psiquiatra?
La diferencia cardinal radica en las herramientas que uno y otro profesional utilizan para abordar la problemática que presenta el paciente.
La principal herramienta del psiquiatra es el psicofármaco, por medio del cual procura inducir cambios en la química cerebral, que a su vez redunden en una mejora o alivio de los síntomas que aquejan a la persona.
En forma complementaria, la principal herramienta del psicólogo son los recursos personales de los que dispone el propio paciente que lo consulta. Este profesional persigue el mismo objetivo que el psiquiatra, pero apelando a las fortalezas y habilidades propias de las persona para lograr cambios en su forma de pensar y comportarse.
Pero... ¿cuál es mejor?
La respuesta es: ambos. Como hemos visto anteriormente, no son enfoques opuestos, sino complementarios, y existe bastante evidencia de que los tratamientos mixtos (que combinan ambos abordajes) son más exitosos en líneas generales para un amplio abanico de trastornos.
La dicotomía o rivalidad entre psiquiatras y psicólogos es un mito. Salvo lamentables excepciones, ambos quieren lo mismo para el paciente y colaboran mutuamente en pos de ese objetivo.
Mientras el psiquiatra va “de adentro hacia afuera” (del cerebro hacia la conducta), el psicólogo va “de afuera hacia adentro” (desde la conducta hacia el cerebro). Se trata de las dos caras de la misma moneda.
Tal vez el amigo lector pueda estar pensando: “¿Pero cómo puede un psicólogo lograr cambios estructurales en el cerebro del paciente? No me jodan, ¡eso solo es posible con un psicofármaco!”. Si ese es su caso, tiene que saber que el cerebro cambia permanentemente a lo largo de nuestra vida; de hecho, es la vida misma la que hace que cambie.
Cuando aprendemos a tocar el violín, nuestro cerebro cambia. Cuando aprendemos un idioma nuevo, nuestro cerebro cambia. Cuando nuestra pareja nos deja por otro, nuestro cerebro cambia. Cuando el vecino nos insulta porque pusimos la música muy fuerte, nuestro cerebro cambia.
Y estoy hablando muy en serio, sin metáforas ni exageraciones. Gracias a la gran permeabilidad y capacidad del cerebro humano para modificarse a sí mismo y ajustarse a las vivencias cotidianas y exigencias del entorno, llegamos a convertirnos en la especie dominante en el planeta. Así que ya lo sabe, el psicólogo puede hacer mucho por usted en ese sentido.
Más allá de los psicofármacos
En sintonía con lo anterior, también debe saber que si bien la medicación puede resultar muy beneficiosa, hay algo que es imposible que haga por usted: resolver los conflictos que le toquen en la lotería de la vida.
No hay pastillas que nos ayuden a reconciliarnos con un hermano con el que estamos enemistados, por ejemplo. O que nos ayuden a elegir una carrera para estudiar. O cualquier otro problema inherente a la vida misma que debamos resolver.
La psicoterapia nos ayuda a pensar qué queremos para nosotros y a instrumentar los pasos necesarios para conseguirlo. Aún no se ha inventado ninguna medicación a la que podamos delegar estas cuestiones.
Para cerrar, le dejo esta pregunta: ¿Qué necesita usted si quiere aprender a tocar el piano? La respuesta obvia es: Un piano y un profesor de piano. Pues bien, el fármaco que le receta el psiquiatra es el piano en esta bonita metáfora; y el psicólogo es el profesor que le enseña a tocarlo.