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Terapia Gestalt: una forma de vivir consciente


Vivimos de esta manera, frenética, sin parar, muchas veces porque nos da miedo el silencio, la no actividad, la nada, el vacío. Representa el dejar de mirar afuera para verse por dentro y de esta manera no queremos enfrentarnos a lo que vemos.

En este sentido, en este artículo plantearé la posibilidad de vivir de otro modo: centrado en el “aquí y ahora”, el “darse cuenta” y el sentido de nuestra responsabilidad, los tres pilares de la Terapia Gestalt.

Haré un viaje sobre la época en la que surgió, cómo y por qué se le llama terapia consciente, las diferencias con otros enfoques psicológicos y a quién o quiénes va dirigida. También la razón por la que los terapeutas Gestalt debemos realizar un largo proceso terapéutico antes de enfrentarnos a nuestros pacientes o clientes.

Comencemos por el principio…

La Terapia Gestalt queda englobada dentro de la psicología humanista. Esta nace en las décadas de los 50/60 como reacción al psicoanálisis y el conductismo. Es la llamada tercera vía. Sus figuras primigenias son Abraham Maslow y C. Rogers.

La Terapia Gestalt surge en los años 70 por el trabajo del matrimonio Frizt Perls y Laura Posner. Fritz, psicoanalista, desea reconducir el psicoanálisis y revisar errores, pero Freud nunca quiso escucharle así que Perls creó una nueva escuela en EE.UU.

Una terapia consciente

Como diferencias principales con lo que conocemos como terapia cognitivo-conductual y el psicoanálisis la relación terapeuta-paciente cambia: pasando a ser de tú a tú, cercana, cálida y activa. Es la base de la terapia: la relación que se da entre las dos personas.

Frente a la racionalización, en Gestalt prima la experiencia, lo fenomenológico. Se trabaja lo emocional y también lo corporal para que exista un verdadero equilibrio entre mente, emoción y cuerpo.

En Gestalt partimos del modelo educacional en lugar del modelo médico. Acompañamos a la persona para que busque sus propios recursos. La persona es el propio recurso. No hay un “terapeuta” que está por encima del paciente y le da las herramientas para “curarle”. En Gestalt estamos en contacto con lo que le pasa a la persona y le acompañamos. Por ejemplo, si el paciente siente miedo, nosotros/as lo sentimos también y le acompañamos en ese miedo que no es diferente del nuestro.

No diagnosticamos según unas tablas o unos parámetros. Anteponemos el origen al síntoma, ya que este puede mostrarse de una manera u otra y siempre volverá a aparecer salvo que consigamos solucionar su procedencia. Es una terapia holística, trata a la persona como un todo.

Evitamos la interpretación y el consejo y facilitamos que el paciente se contacte a su propia experiencia y tome las consecuencias por sí mismo.

¿Es para mí?

Esta terapia va dirigida no solo a personas con problemas, sino a cualquier persona que esté atravesando una crisis y piense que necesite una ayuda. A veces, nos damos cuenta de que lo que antes nos servía ya no nos sirve, y no hemos encontrado algo nuevo. En los diferentes ámbitos de mi vida: trabajo, pareja, hijos, familia de origen siento que estoy atrapado y no encuentro una salida.

Con la Terapia Gestalt te acompañamos a salir de estos callejones para pasar de tu zona de confort a un lugar desde donde veas la vida de forma más amorosa.

Si te encuentras extraño porque no te sirve lo que hasta ahora te funcionaba, si tienes ganas de expresar cosas que tienes guardadas dentro de ti y necesitas compartir, si alguna emoción (tristeza, rabia…) está pidiendo paso, si te cuesta gestionar tus miedos, si estás cansado o cansada de estar siempre enfadado, protestando por todo… Este es tu lugar.

Los pilares de la Terapia Gestalt

A continuación encontrarás los tres principales fundamentos de esta terapia.

El “aquí y ahora”

Todo ocurre en el ahora, el pasado ya no existe y el futuro no ha llegado. Esta filosofía es compartida también por otras muchas disciplinas y contrasta con el pensamiento freudiano que estaba orientado a recuperar todo lo que ocurrió en la infancia.

Por supuesto que en Gestalt nos preocupa lo que ocurrió en la infancia que es el germen del carácter, solo que lo actualizamos al presente. No es tan importante lo que ocurrió, como lo que la persona está sintiendo en este momento sobre ese hecho. Por otro lado, la mayoría de problemas que traen los pacientes son de relación con los demás y es dentro de la relación con el terapeuta, en el aquí y en el ahora donde se van a representar dichos problemas. Desde la terapia Gestalt acompañamos a las personas a que poco a poco dejen todos sus personajes fuera de la consulta para descubrir quienes son en realidad y de esta manera aceptarse tal y como son.

El “darse cuenta”

Forma parte también del presente, de aceptar y atender a la experiencia, a lo que está ocurriendo en este mismo instante. Tomar conciencia, percatarse. Percibir de forma relajada, sin tensión. Estar alerta de lo que me está ocurriendo en lugar de dejarme llevar por los pensamientos. Sería como aceptar que vamos por la vida con unas gafas desenfocadas y poco a poco vamos corrigiéndolas para ir viendo la realidad de nuestra vida. No la que los demás quieren que vivamos, sino la que nosotros queremos vivir.

La responsabilidad

Vista como un hecho, no como un deber. Puede que nos hayan pasado muchas cosas en la vida, quizá no todas buenas, pero no podemos anclarnos al pasado en la idea de que soy así por culpa de otra persona. Ahora somos adultos, tenemos recursos y nos podemos responsabilizar de lo que nos pasa, de lo que pensamos, lo que sentimos o lo que negamos, lo que evitamos o lo que deseamos. Perls decía: “responsabilidad significa simplemente el estar dispuesto a decir: yo soy yo y también yo soy lo que soy.

¿Los psicólogos van a terapia?

Otro aspecto muy importante de la Terapia Gestalt es que los terapeutas de este enfoque deben haber realizado su propio proceso. Se les exige vivenciar un largo proceso terapéutico. Y esto es de los más lógico. Primero por ética profesional, no podemos estar pidiendo a nuestros/as pacientes que pasen por un proceso en el que nosotros/as previamente no hayamos pasado y por otra parte es la única manera de poder estar al lado del paciente, acompañándole en igualdad de condiciones.

La terapia no solo son consejos. Forma parte de tu crecimiento personal. Si no has pasado por terapia no se puede saber qué le ocurre al paciente cuando se desbordan las emociones, ni cómo es el camino. Irwin D. Yalom (2019) dice que los terapeutas deben estar familiarizados con su propio lado oscuro y ser capaces de empatizar con todos los deseos e impulsos humanos. Los terapeutas deben mostrar el rumbo a sus pacientes a través del modelo de su propia persona.