Síndrome de Procusto: ¿por qué odiamos a quienes destacan?
Estamos en una sociedad muy competitiva en la que cada vez se exige más a cada persona. Tanto en lo laboral como en otros aspectos vitales, se nos pide excelencia, originalidad, creatividad, eficiencia y elevada proactividad. Sin embargo por otro lado se ejerce una tremenda presión hacia la uniformidad, resultando a menudo despreciado el que sobresale en algún talento o habilidad.
Esto hace que a veces quienes mejores capacidades tienen no sean contratados o sean ninguneados, acosados y humillados. Se trata del síndrome de Procusto, que a continuación explicaré en más detalle.
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¿Qué es el síndrome de Procusto?
El denominado síndrome de Procusto hace referencia a la tendencia que poseen algunas personas, empresas o incluso sociedades a rechazar a aquellos con características diferentes a las propias por miedo a ser superados o cuestionados por ellos. Se tiende a intentar mantener una uniformidad constante en la que las divergencias son mal vistas y/o castigadas.
De este modo se establecen actitudes de discriminación e incluso cierto nivel de acoso hacia la persona que sobresale y que se considera puede amenazar la propia posición o estima. Se ignoran o tergiversan sus ideas, se critican los intentos de proactividad y creatividad. Si la relación con dicha persona no puede evitarse se pretende que la persona se mantenga de unos límites que no excedan las posibilidades de la persona que las rechaza, presionando de manera que se obtenga una cierto homogeneidad en las capacidades manifestadas conductualmente.
A menudo el contacto entre ambos sujetos pretende ser correcto y no manifestarse aparentemente ningún tipo de conflicto de manera directa, si bien las relaciones tienden a deteriorarse con el tiempo.
Normalmente se da hacia personas que pueden estar por encima, pero en ocasiones también se rechaza a personas que se considera tienen menores capacidades que las propias (en esta caso se les pretende modificar de cara a que se adapten a la visión del mundo de la persona con este síndrome).
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¿Qué tipo de personas lo manifiestan?
Por lo general, el síndrome de Procusto se da en personas con un elevado nivel de frustración y poca sensación de control, teniendo una autoestima baja o lábil. En ocasiones han sufrido vejaciones y diferentes eventos estresantes y traumáticos que han provocado que duden de su propia capacidad, con lo que personas que se perciben como superiores o con posibilidades a serlo les son aversivas.
También puede ocurrir el caso contrario, una persona con una autoestima exagerada hasta límites casi narcisistas que vea que otros destacan y son más tenidos en cuenta que ellos mismos.
Quien ejerce esta actitud puede llevarla a cabo tanto de manera consciente como inconsciente. Mientras que los primeros tratarían directamente de producir un perjuicio a la persona sobresaliente al verse amenazados, los segundos tenderan a pensar que su punto de vista es el correcto y que son los demás quienes deben adaptarse a ella.
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Origen del nombre: el mito griego de Procusto
De cara a comprender con mayor facilidad este síndrome, puede ser de utilidad conocer la procedencia de su denominación, muy vinculada a las características del síndrome en cuestión. Dicho origen lo encontramos en el mito griego de Procusto.
Procusto, también conocido como Damastes, es según la mitología griega uno de los hijos del dios Poseidón. Este ser acogía en su hogar a los viajeros y les dispensaba una gran hospitalidad, con un trato amable y dispuesto, proponiéndoles pasar la noche en su morada.
Sin embargo, al dormirse los invitados, Procusto los amordazaba y comprobaba si su tamaño difería con el de la cama de hierro en la que les acostaba. En el caso de que la persona en cuestión sobrepasaba el tamaño de la cama, Procusto pasaba a cortar los elementos que sobresalieran de ella. Si por el contrario era más baja y no la ocupaba por entero, le rompía los huesos con un mazo con el fin de estirarlo. En resumen, hacía que sus visitantes se ajustaran siempre a las medidas de su lecho.
Esto llegaría a su fin con la llegada de Teseo, quien le propondría contemplar si el propio Procusto cumplía con las medidas de su cama y, tras observar que era de mayor tamaño procedería a aplicarle el mismo castigo que el que Procusto proporcionaba a sus invitados, cortándole la cabeza y matándolo.
Este mito refleja la presión a la uniformidad que es característica del síndrome con su mismo nombre, así como la actitud inicialmente afectuosa y acogedora que muchas personas que manifiestan este este síndrome imprimen a su interacción, sin que aparentemente exista ningún tipo de malestar o conflicto.
Ámbitos en los que se observa
El síndrome de Procusto puede observarse en prácticamente cualquier entorno, y puede tener graves efectos tanto en la persona que podría sobresalir. Algunos de los ámbitos en los que resulta visible este síndrome son los siguientes.
Ámbito académico
En el ámbito académico quien sobresale es muchas veces mal considerado, tanto por algunos de sus compañeros como incluso a veces por los propios docentes. De hecho, incluso en la infancia muchos superdotados se esfuerzan por obtener calificaciones dentro de la media (estamos hablando de los casos en que esto se hacen conscientemente por esta razón y no por considerar el aprendizaje poco estimulante), especialmente en el caso de las niñas debido a cuestiones relativas a estereotipos de género.
En algunas ocasiones se ha visto el síndrome de Procusto en casos en los que diferentes alumnos y profesionales han criticado y humillado públicamente a otros, debido a que han podido sentirse inferiores en capacidades o ver peligrar su prestigio si el otro sobresale. Esto puede ocurrir incluso en la relación profesor-alumno cuando el primero tiene una baja autoestima.
Se provoca un ambiente que puede llegar a generar acoso y limitación de las capacidades, no pudiendo alcanzar el sujeto atacado su máximo potencial y produciendo un perjuicio tanto a la formación que se está ejerciendo como al sujeto atacado por la persona que manifiesta síndrome de Procusto, el cual puede verse influido tanto a corto como a largo plazo.
Ámbito laboral
Se trata del sector en el que el síndrome de Procusto puede resultar más evidente, especialmente en el sector empresarial, al existir una gran competitividad en el mercado y ser posible que otras personas más preparadas o con mejores capacidades resulten más aptas al propio puesto.
En este ámbito se va a intentar que la persona que sobresale no lo haga, minusvalorando sus aportaciones o incluso apropiándose de ellas, estableciendo un excesivo nivel de control sobre el sujeto en cuestión y algunos casos se extienden rumores respecto a su persona o su trabaja con el fin de desacreditarla. En algunos casos en los que la persona que se siente amenazada tiene poder para ello, puede llegar a no contratar o promover a las personas más eficientes sino a otras más dominables y que pueden suponer una menor amenaza.
Para la empresa en cuestión el síndrome de Procusto supone un perjuicio evidente, al no permitir la potenciación de las capacidades y de los recursos de la empresa y suponer una dificultad añadida a la hora de expandirse y gozar de éxito. Se dificulta el trabajo en equipo y se crea un clima de tensión claramente perjudicial para la salud tanto de los sujetos implicados como de la institución a la que representan.
Ámbito personal
El síndrome de Procusto no solo se circunscribe a lo profesional o académico, sino que también puede extenderse a lo personal. En estos casos familia, amigos o parejas van a ser criticados constantemente y los fracasos o malestar que pueda sentir la persona vista como amenaza (en este caso hacia la autoestima al considerar que puede ser mejor que el propio individuo) van a producir cierto nivel de alegría y satisfacción (si bien en ocasiones puede verse empañada por la culpabilidad cuando se hace de forma inconsciente).
Puede haber tendencia a evitar a personas que se consideran superiores en algunas características. Por ejemplo, a las personas con síndrome de Procusto evitarán posibles parejas más atractivas o inteligentes que ellas. Si no se trata de una persona allegada, se tenderá a aislarla, abandonarla o disminuir su autoestima de cara a que sus aptitudes también se vean reducidas.
En este caso, tanto la persona con síndrome de Procusto como la víctima se verán afectadas, causando una relación tóxica si es que esta llega a producirse y generando sufrimiento a ambas partes.