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¿Cuáles son las diferencias entre la edad cronológica y la edad biológica?


El tiempo es una magnitud física con la que los seres humanos medimos la duración o separación entre acontecimientos. Esta dimensión nos ayuda a ordenar los sucesos en secuencias, estableciendo un pasado, un futuro y un tercer conjunto de eventos que no se relacionan de forma directa con estos términos.

Cuando decimos que “el tiempo pasa para todos”, nos referimos, aunque no lo sepamos, a una condición esencial para definir la vida. La materia orgánica se degrada con el tiempo, y este evento es esencial para concebir la propia existencia. Sin ir más lejos, pocas definiciones más exactas existen de la vida, a nivel biológico, que “el intervalo que sucede entre el nacimiento y la muerte”.

Así pues, la senescencia y el deceso son una parte integral de los organismos vivos. Nacemos, crecemos, nos reproducimos y fallecemos, en un ciclo hasta ahora infinito de materia orgánica y energía. Aun así, resulta curioso conocer que, aunque el tiempo pase para todos, no lo hace de la misma forma según ciertas condiciones del organismo. Aquí te presentamos las diferencias entre la edad cronológica y la edad biológica: sumérgete con nosotros en este mundo de ciencia y metafísica.

¿En qué se diferencian la edad biológica y la cronológica?

La edad cronológica es la que viene marcada por la fecha de nacimiento del individuo. Se trata de una cifra bastante carente de significado a nivel biológico, pero sirve en el entorno social para legislar y categorizar a los grupos poblacionales en base a su conocimiento, aptitud laboral y otras muchas cosas.

El número de años que nos define no es más que un constructo social, pues una persona enferma con 30 años puede tener la salud y pronóstico vital de un individuo de 90.

La edad cronológica realmente se trata de una cifra cronométrica, es decir, únicamente cuantificada en base al ritmo de un reloj. A pesar de que se trate de una medida relativa y puramente mecánica, se puede casar de cierta forma con el paso biológico del tiempo.

Si en un lado de la “ecuación” pones un reloj y en otro un proceso fisiológico concreto (como la primera ovulación en la hembra de una especie dada), se forma una especie de biyección útil.

La distancia entre el nacimiento y la primera ovulación se ha definido de forma cronológica (o mejor dicho cronométrica), pues han pasado un total de X segundos, minutos, días, meses y años hasta llegar a ese punto exacto, ¿verdad? Sí y no. Agárrate, pues es hora de divagar y abstraerse de términos típicos.

Mientras que la edad cronológica es la que marca el reloj y la fecha de nacimiento del individuo, la biológica es la que representa su estado funcional interno, marcado por el envejecimiento de células, tejidos y órganos. La diferencia en el ejemplo previamente brindado es que los procesos fisiológicos no se corresponden con un proceso físico que es invariablemente sucesivo (como es el paso del tiempo a un nivel cronométrico).

Así pues, las fases vitales de un ser vivo no se determinan en base a su distancia cronométrica (año 1, año 2, año 3, etc.), sino por las cualidades del sistema físico en el que se manifiestan. Dicho de otra forma, lo que condiciona la ovulación de una hembra de una especie dada no es el tiempo pasado, sino las concentraciones de hormonas sexuales en sangre, por ejemplo. Sabemos que todo esto puede sonar complejo, pero nos basta con dejar claro el siguiente mensaje: el reloj biológico y el mecánico no siguen las mismas pautas temporales.

¿Cómo se determina la edad biológica de un organismo?

Entonces, ¿de qué nos sirve la escala temporal física para cuantificar la edad de un ser vivo? Sin duda, el calendario nos puede dar diversas pistas en lo que a la salud de un organismo se refiere, pues generalmente alguien que ha pasado 20 vueltas alrededor del Sol en la Tierra tendrá estadísticamente más años por delante que otro que ha vivido 80. Recalcamos el término “estadísticamente”, es decir, de media, pues los casos de mortalidad temprana por patologías y accidentes están ahí y son una realidad innegable.

Para más complejidad e interés, es esencial recalcar que la edad cronológica y la biológica se distancian en base a distintos parámetros. Entre ellos, tenemos los siguientes:

  • Epigenética: las modificaciones de la expresión genética que no responden a un cambio en el ADN del organismo. El genoma es “fijo” a lo largo de la vida, pero su expresión no.
  • Estilo de vida: para confirmar este parámetro, solo nos basta con fijarnos en el tejido pulmonar de un fumador crónico y de una persona que no consume tabaco con su misma edad.
  • Enfermedades: diversas enfermedades pueden provocar destrucción celular, que a veces no se puede recuperar. Esto provoca un claro envejecimiento prematuro.
  • Ambiente: no es lo mismo crecer cerca de una central industrial que emite humo continuamente que vivir en el campo. El cuerpo nota las variaciones ambientales.

Existen diversos biomarcadores que evidencian las discrepancias entre la edad biológica y la cronológica. Uno de los biomarcadores más utilizados en este campo es la tasa de acortamiento telomérica, tal y como verás a continuación.

La tasa de acortamiento de los telómeros y la edad biológica

Los telómeros son los extremos de los cromosomas. Son regiones de ADN no codificantes (que no se utilizan para la síntesis de proteínas) y altamente repetitivas (secuencias de nucleótidos en repetición) cuya función es otorgar estabilidad estructural a los cromosomas de las células eucariotas.

Los telómeros son unas de las bases más interesantes del envejecimiento. Si bien no queremos entrar en términos genéticos complejos, nos basta con conocer que, con la duplicación de información genética, es imposible transcribir absolutamente todo el ADN. Así, a medida que se divide y se renueva una estirpe celular, los telómeros se van haciendo más cortos. Cuando estos alcanzan una longitud crítica se desencadenan los procesos de envejecimiento, pues la integridad de la propia célula se desestabiliza.

Más interesante es aún conocer que existe una enzima denominada telomerasa presente en las células de la línea germinal, la cual se encuentra en los tejidos fetales y es capaz de provocar el alargamiento telomérico. La telomerasa es reprimida en las células somáticas maduras después del nacimiento, produciéndose un acortamiento del telómero después de cada división celular en los tejidos adultos.

La deficiencia en los niveles de telomerasa en las etapas de desarrollo clave se traduce en la aparición temprana de patologías, como anemia aplásica, problemas inmunes o fibrosis pulmonar, o lo que es lo mismo, un envejecimiento acelerado y un aumento de la edad biológica. Así, se deduce que el ritmo de acortamiento telomérico (y la previa acción de la telomerasa) son unos bioindicadores perfectos para predecir la edad biológica del individuo, independientemente de lo que marque un reloj o calendario.

Cada parte de nuestro cuerpo tiene una edad

Por sorprendente que parezca (y salvando distancias terminológicas), tu cerebro puede ser más “joven” que tu pierna izquierda, por ejemplo. Imagínate que comparamos la “edad” del hígado de una persona alcohólica con la que presenta en, digamos, sus ojos.

El alcoholismo crónico puede desembocar en cirrosis hepática. Al exponerse a agentes tóxicos a lo largo del tiempo, los hepatocitos (células principales del hígado) se destruyen, y este espacio se recambia por tejido cicatricial. Este nuevo tejido no presenta funcionalidad depuradora así que, poco a poco, el hígado va perdiendo capacidades. Se podría decir desde un punto de vista abstracto que el hígado ha envejecido a un ritmo vertiginoso.

Esa misma persona puede mantener una salud ocular adecuada y no haber sufrido ningún error de refracción o patología en sus ojos a lo largo de su vida. Mientras que su aparato ocular se mantiene joven, su hígado es el de una persona anciana. Como comprenderás, llega un punto en el que ambos eventos se acompasan, pues el fallo crónico de un órgano vital suele desembocar en un colapso sistémico general.

Resumen

Fascinante, ¿verdad? El tiempo no deja de ser un constructo social y, como tal, no define la totalidad de lo que nos rodea. Las etapas fisiológicas de nuestro organismo forman parte de un sistema interno ampliamente interconectado, así que no tienen por qué regirse por las manecillas de un reloj en todos los casos.

El genotipo, la herencia, el historial familiar, el estilo de vida, las condiciones ambientales y muchos factores más modelan el concepto de edad biológica. Así pues, aunque el tiempo pase para todos, podemos asegurarte que no lo hace de la misma manera en cada individuo.

Referencias bibliográficas:

  • Cirrosis hepática, Clínica Universidad de Navarra (CUN). Recogido a 23 de febrero en https://www.cun.es/enfermedades-tratamientos/enfermedades/cirrosis-hepatica
  • Edad biológica, Genotipia.com. Recogido a 23 de febrero en https://genotipia.com/edad-biologica/
  • Rodríguez López, A. (2019). Revisión bibliográfica: métodos comunes para la estimación de la edad biológica.
  • Toro, J. M. (1997). La vejez y el envejecimiento desde la perspectiva de la síntesis experimental del comportamiento. Revista Latinoamericana de Psicología, 29(3), 459-473.
  • Vargas, E., & Espinoza, R. (2013). Tiempo y edad biológica. Arbor, 189(760), 022.