¿Existe el altruismo en animales no humanos?
Los animales no son máquinas motivadas por el único instinto de sobrevivir. Son seres vivos capaces de experimentar muchas emociones, entre ellas la empatía y la ternura, incluso sintiendo la necesidad de ayudar a otros.
Pese a que, tomando una lógica evolucionista centrada en la supervivencia del más apto, las conductas altruistas no tendrían cabida en la selección natural, puesto que implican que el individuo que las realiza sacrifique algo para beneficiar a otros, a expensas de su propia supervivencia y reproducción.
Teniendo en cuenta esto, muchos científicos evolucionistas se preguntan si es cierto que los animales realizan conductas altruistas verdaderas. ¿Existe altruismo en animales o, en realidad, hay alguna motivación detrás de sus acciones aparentemente desinteresadas? Trataremos de dar respuesta a esta cuestión a continuación.
- Artículo relacionado: "¿Qué es la Etología y cuál es su objeto de estudio?"
¿Existe el altruismo en animales?
El altruismo consiste en beneficiar a otros individuos a costa de nuestro propio bienestar, es decir, implica ayudar a otros mientras nosotros perdemos algo, en mayor o menor medida significativo. Esta cualidad se suele asociar a los seres humanos, sin embargo también ha surgido la pregunta de si es posible que haya altruismo en animales, de hecho, son cada vez más las personas, especialmente las que viven con mascotas, que aseguran que de alguna u otra forma los animales se han comportado de forma altruista, haciendo algo beneficioso para sus dueños pero poniéndose en peligro, como salvarlos en un incendio.
Este tema ha sido de gran interés para el campo de la zoología y ramas asociadas, puesto que, en principio, el altruismo en animales choca con las tesis evolucionistas clásicas pero aparentemente parece ser una realidad: hay animales que ayudan a otros sin recibir nada a cambio, o al menos eso parece. Esto llama la atención puesto que la concepción clásica de la vida salvaje se limita a dos acciones: sobrevivir y perpetuar su especie. Si se ayuda a otro individuo tomando riesgos se estaría comportando de forma “antinatural”.
Altruismo intraespecífico
Realmente, estas conductas altruistas son totalmente naturales y tienen mucho sentido evolutivo si se dan en una misma especie, puesto que concepción moderna de la evolución no es la supervivencia del más apto, sino en conseguir que los genes pasen a la siguiente generación. Cada individuo tiene un genoma concreto, un conjunto de genes que en alto porcentaje son los mismos que los de sus parientes más cercanos. Así pues, los individuos pueden dejar copias de sus propios genes en las siguientes generaciones de dos formas: reproduciéndose ellos mismos y aumentando el éxito reproductor de sus parientes.
Es decir, no hace falta que nos reproduzcamos para hacer que nuestros genes pasen a la siguiente generación. Cierto que no serían exactamente nuestros genes, pero en gran parte serían los mismos. Por ejemplo, si tenemos un hermano y nos sacrificamos por él, asegurando que se pueda reproducir algún día y tenga un hijo, en gran parte, es como si nosotros mismos nos hubiéramos reproducido. A esto se lo conoce como selección por parentesco y es la base de las conductas altruistas intraespecíficas.
Otra de las explicaciones dadas a las conductas altruistas dentro de una misma especie es el principio de la reciprocidad, es decir, ayudando a un individuo en peligro, en caso de sobrevivir, ese superviviente ayudará a los otros cuando estén en apuros. Otra de las explicaciones es que por medio de estas conductas se refuerza la estructura social de la comunidad, puesto que se genera un clima de confianza, cohesión y protección, haciendo que el grupo esté más unido y garantizando así la supervivencia grupal.
A continuación podemos ver unas cuantas situaciones en donde la selección de parentesco está bien presente puesto que, aunque uno se ponga en peligro o sacrifique parte de sus recursos, se asegura la supervivencia de congéneres similares.
Amamantamiento comunal
En muchas especies de mamíferos las hembras se encargan del amamantamiento tanto de sus crías como las de otras del grupo, es decir, hacen como de nodrizas. Esto es una tarea agotadora puesto que estas hembras no solo invierten energía en sacar adelante a sus propias crías, sino también a la descendencia de otras hembras.
En otros casos lo que sucede es que no muestran preferencias y les es indiferente a quien cuidan, con lo cual bien pueden estar sacando adelante a una cría con gran similitud genética a ellas o bien a otra de otra madre, siendo esto lo que se consideraría conducta altruista en sentido estricto. Una especie que tiene este tipo de amamantamiento comunal son los capibaras.
Llamadas de alarma
Los perritos de las praderas al resto usando diferentes tipos de llamadas. De esta forma les dicen que se escondan y se mantengan a salvo, mientras que los que advierten consiguen llamar la atención del depredador, exponiéndose a ser cazados. Esta conducta también se ha observado en muchos otros tipos de mamíferos, como las suricatas, que tienen miembros que hacen de vigilantes que otean constantemente el terreno y producen llamadas de alarma cuando hay depredadores cerca.
Ayudantes en el nido
En muchas especies de aves los jóvenes adultos permanecen junto con sus padres y ayudan a cuidar a la siguiente nidada, en lugar de volar del nido y formar sus propias familias. Como sus hermanos tienen los mismos genes que ellos, se aseguran de que crezcan sanos a costa de reproducirse ellos mismos. Entre las especies que podemos encontrar esta particular forma de conducta altruista tenemos el carbonero europeo (Parus major) y el arrendajo de Florida (Aphelocoma coerulescens).
- Quizás te interese: "Nicho ecológico: qué es y cómo ayuda a comprender la naturaleza"
Altruismo reproductivo
En insectos donde hay obreras, como en las hormigas o las abejas, algunos individuos sacrifican su fertilidad y se dedican exclusivamente a cuidar y alimentar a los descendientes de la reina. Como esas crías son sus hermanas, puesto que en estas especies todos los individuos están muy cercanamente emparentados, asegurándose que las hijas de la reina crezcan y sobrevivan es otra forma de hacer que pasen los genes a la siguiente generación, similar al caso de las aves ayudantes.
Salvamento arriesgado
En cetáceos como las ballenas y los delfines y también en elefantes se han encontrado conductas extremadamente arriesgadas para rescatar a un miembro del grupo que se encuentra en apuros. Por ejemplo, en el caso de los delfines si se encuentran a uno que está malherido y no puede nadar bien lo llevan a la superficie para que pueda respirar.
En el caso de los elefantes, cuando uno joven se queda atrapado en un charco de barro los demás le ayudan a salir, golpeándole con la cabeza o con la trompa, pese a que ellos mismos podrían caerse en el barro y quedarse atrapados.
¿Altruismo entre especies?
Viendo los ejemplos de altruismo intraespecífico se entiende por qué se dan. Aunque el individuo en sí mismo no se reproduzca o, incluso, acabe perdiendo la vida, asegurándose de que sus parientes sobrevivan es una forma más de hacer que sus genes pasen a la siguiente generación. Con la teoría de la selección por parentesco la comunidad científica ha podido dar respuesta a la supervivencia de genes desadaptativos, puesto que quienes los portan sobreviven gracias a la ayuda de los parientes que se sacrifican por ellos.
Ahora, ¿qué pasa con el altruismo entre especies? No son pocos los casos en los que se ha observado que un animal ha ayudado a otro de otra especie o, incluso, ha ayudado a animales que en principio podrían depredarle. ¿Son conductas altruistas puras? ¿Están ayudando a otros animales porque quieren? ¿Acaso hay algún beneficio mutuo en lo que aparentemente parecen ser conductas desinteresadas?
Que dos organismos de especies distintas se ayuden no se puede explicar con la teoría de la selección por parentesco puesto que no lo hay. No comparten los mismos genes, ni siquiera siendo de especies filogenéticamente cercanas. ¿Qué sentido tiene ayudar a que se reproduzca un miembro de otra especie? A continuación veremos algunos aparentemente casos de altruismo interespecífico y qué explicaciones podrían darles sentido.
Reciprocidad y cooperación
Un caso interesante de conducta de cooperación fue observado en Etiopía hace poco. Dos rivales potenciales, los babuinos gelada (Theropithecus gelada) y los lobos del Semien (Canis simensis) parecían colaborar entre sí e, incluso hacían buenas migas, mostrando una situación que seguramente se pareciera a las primeras escenas del proceso de domesticación del perro por acción de los humanos más primitivos. Estos lobos no atacan a las crías de los primates que, a su vez, permiten a los cánidos estar cerca de su rebaño y alimentarse de ratones que se sienten atraídos por la actividad de los monos.
Esto no es una conducta altruista, puesto que no hay unos que pierdan algo y los otros ganen. Simplemente cooperan pero de una forma muy curiosa, puesto que los lobos podrían alimentarse mucho y rápidamente atacando a las crías de babuino, animales mucho más nutritivos que los pequeños ratones. La principal ventaja que sacan de este acuerdo es que como los ratones son más fáciles de cazar y los hay en mayor cantidad, usando a los monos de cebo invierten menos energía obteniendo más alimento a largo plazo.
Otro caso de cooperación interespecífica lo tenemos en los pájaros del género Indicatoridae, comúnmente llamados “indicadores de la miel”. Estos acompañan a los tejones y a los seres humanos hacia los nidos de abejas silvestres, ayudándoles a encontrar miel fácilmente. El pájaro se arriesga a ser picado, aunque ya está acostumbrado y sabe cómo evitarlo, mientras que se beneficia de la presencia de otros animales alimentándose de sus restos.
Adopción interespecífica
La conducta altruista interespecífica más llamativa es la adopción de animales de otras especies. Es normal que dentro de una manada, cuando un cachorro pierde a su madre, otra hembra adulta se encargue de cuidarlo, teniendo mucho sentido en el caso intraespecífico porque así se garantiza la supervivencia de un individuo muy parecido a su nueva madre, que seguramente estaba emparentada con la madre biológica. Sin embargo, esta lógica no es aplicable en el caso de la adopción interespecífica.
En estos casos, especialmente entre especies de mamíferos, que una hembra adulta adopte a una cría de otra especie puede ser explicado por la motivación epimelética, una especie de instinto que tenemos algunas especies (incluidos los humanos) en responder con conductas paternales al reconocer signos infantiles como lo son ojos llorosos, cara redonda, orejas pequeñas, manos poco formadas...
No es muy difícil comprender esta idea. Pensemos en un cachorro de muy pocas semanas. ¿quien no tiene la necesidad de achucharlo y protegerlo? No es un bebé humano, pero nos despierta las ganas de querer cuidarlo. Pues bien, esto mismo le pasa a los individuos adultos de perros, gatos, gorilas, leones, tigres... Son muchísimos los casos reales de animales de estas especies que han adoptado a cachorros de otras, amamantándolos incluso. Incluso han habido casos animales adoptando cachorros de sus depredadores.
La adopción de crías de una especie diferente no reporta ningún beneficio en términos de eficacia biológica y algunos biólogos han hipotetizado que esto podría deberse a un error en el reconocimiento de la prole o a los niveles hormonales presentes en los mamíferos cuando una madre ha perdido a su cría, necesitando cuidar a un cachorro y aceptando al primero que encuentra.
Ayuda y protección
Pero además de la adopción entre especies, hay casos de conductas altruistas interespecíficas que son verdaderamente llamativas, algunas de ellas beneficiando a individuos de nuestra especie. Son muchos los casos de delfines y otros cetáceos que han salvado a humanos que estaban a punto de ahogarse llevándolos a la superficie, pese a que, técnicamente hablando, somos uno de sus depredadores.
En 2009 se documentó un caso ocurrido en la Antártida en que una foca que huía de un grupo de orcas fue salvada por dos ballenas jorobadas que pasaban por ahí, interponiéndose. Estas ballenas se alimentan de pescado y crustáceos, con lo que el motivo de salvar a la foca no era para comérsela después. Realmente querían salvarle la vida, o al menos eso se concluyó ante tan interesante evento.
Los animales tienen sentimientos
Visto todo lo explicado, lo que debemos tener claro es que muchos animales tienen sentimientos complejos y, de una u otra forma, pueden realizar conductas que se pueden considerar actos altruistas. Los seres humanos no somos los únicos animales con empatía y no son pocos los animales que son capaces de preocuparse por la supervivencia desinteresada de otros, tanto de su misma especie como de otras.
Naturalmente, la empatía que podemos sentir los seres humanos y la de los animales debe ser distinta. Aunque no podemos comprobar la intensidad de este sentimiento en otras especies animales, no es probable que sea “igual” que la nuestra, puesto que se quiera o no, siguen viviendo en la naturaleza y el garantizar su propia supervivencia o, al menos, la de sus parientes está por encima de ayudar a cualquier otro.
Sea como sea, sí que hay altruismo en los animales porque sienten. Ya sea ayudando a un animal malherido, evitando que cacen a otro poniéndose en medio o adoptando a una cría de otra especie, los animales pueden comportarse de forma desinteresada muchas veces. No lo harán por instinto, ni tampoco será la regla común, pero desde luego en más de una ocasión muestran su capacidad de sentir empatía ayudando a quien más lo necesita.
Referencias bibliográficas:
- Trivers, R.L. (1971). «The evolution of reciprocal altruism». Quarterly Review of Biology 46: 35-57. doi:10.1086/406755.
- Hamilton (1964). «The Genetical Evolution of Social Behavior II». Journal of Theoretical Biology 7: 17-52. doi:10.1016/0022-5193(64)90039-6
- Hamilton, W. D. (1975): Innate social aptitudes of man: an approach from evolutionary genetics. In Robin Fox (ed.) Biosocial Anthropology Malaby Press, London pp.: 133-53
- Robert L Trivers (1971): The Evolution of Reciprocal Altruism The Quarterly Review of Biology 46 (1): 35 - 57.