La teoría del desarrollo moral de Lawrence Kohlberg
El estudio de la moral es algo que constantemente está generando dilemas, dudas y teorías.
Prácticamente todas las personas se han preguntado en algún momento acerca de lo que está bien y lo que no lo está, sobre cuál es el mejor modo en el que ordenar las prioridades para llegar a ser una buena persona, o incluso acerca del mismo significado de la palabra "moral". Sin embargo, muchos menos se han propuesto estudiar no ya lo que es el bien, el mal, la ética y la moral, sino el modo en el que pensamos en esas ideas.
Si lo primero es tarea de los filósofos, lo segundo entra de lleno en el terreno de la psicología, en el que destaca la teoría del desarrollo moral de Lawrence Kohlberg.
¿Quién fue Lawrence Kohlberg?
El creador de esta teoría del desarrollo moral, Lawrence Kohlberg, fue un psicólogo estadounidense nacido en 1927 que en la segunda mitad del siglo XX, desde la Universidad de Harvard, se dedicó en gran parte a indagar en el modo en el que las personas razonan en problemas de tipo moral.
Es decir, que en vez de preocuparse por estudiar lo apropiado o inapropiado de las acciones, tal y como sí hicieron filósofos como Sócrates, estudió las normas y reglas que podían observarse en el pensamiento humano en lo relativo a la moral.
Las semejanzas entre la teoría de Kohlberg y la de Piaget
Sus investigaciones tuvieron como fruto la teoría del desarrollo moral de Kohlberg, muy influenciada por la teoría de las 4 fases de desarrollo cognitivo de Jean Piaget. Al igual que Piaget, Lawrence Kohlberg creía que en la evolución de los modos típicos de razonamiento moral hay etapas cualitativamente distintas entre sí, y que la curiosidad por aprender es uno de los principales motores del desarrollo mental a lo largo de las distintas fases de la vida.
Además, tanto en la teoría de Kohlberg como en la de Piaget hay una idea básica: el desarrollo del modo de pensar va de unos procesos mentales muy centrados en lo concreto y lo directamente observable hasta lo abstracto y más general.
En el caso de Piaget, eso significaba que en nuestra primera infancia tendemos a pensar solo en aquello que podemos percibir directamente en tiempo real, y que poco a poco vamos aprendiendo a razonar sobre elementos abstractos que no podemos experimentar en primera persona.
En el caso de Lawrence Kohlberg, significa que el grupo de personas a los que podemos llegar a desear el bien se va haciendo cada vez más grande hasta el punto de incluir a quienes no hemos visto ni conocemos. El círculo ético cada vez se va haciendo más extenso e inclusivo, aunque lo que importa no es tanto la expansión gradual de este, sino los cambios cualitativos que se producen en el desarrollo moral de una persona a medida que va evolucionando. De hecho, la teoría del desarrollo moral de Kohlberg se basa en 6 niveles.
Los tres niveles del desarrollo moral
Las categorías que Kohlberg utilizó para señalar el nivel de desarrollo moral son una manera de expresar las diferencias sustanciales que se dan en el modo de razonar de alguien a medida que va creciendo y aprendiendo.
Estas 6 etapas se engloban en tres categorías más amplias: la fase pre-convencional, la convencional y la post-convencional.
1. fase pre-convencional
En la primera fase del desarrollo moral, que según Kohlberg suele durar hasta los 9 años, la persona juzga los acontecimientos según el modo en el que estos la afecten a ella.
1.1. Primera etapa: orientación a la obediencia y el castigo
En la primera etapa, el individuo solo piensa en las consecuencias inmediatas de sus acciones, evitando las experiencias desagradables vinculadas al castigo y buscando la satisfacción de las propias necesidades.
Por ejemplo, en esta fase se tiende a considerar que las víctimas inocentes de un suceso son culpables, por haber sufrido un "castigo", mientras que las que perjudican a las demás sin ser castigadas no obran mal. Se trata de un estilo de razonamiento extremadamente egocéntrica en la que el bien y el mal tiene que ver con lo que experimenta cada individuo por separado.
1.2. Segunda etapa: orientación al interés propio
En la segunda etapa se empieza a pensar más allá del individuo, pero pero el egocentrismo sigue presente. Si en la fase anterior no se puede concebir que exista un dilema moral en sí porque solo existe un punto de vista, en este empieza a reconocerse la existencia de choques de intereses.
Ante este problema, las personas que se encuentran en esta fase optan por el relativismo y el individualismo, al no identificarse con valores colectivos: cada uno defiende lo suyo y obra en consecuencia. Se cree que, si se establecen acuerdos, estos deben ser respetados para no crear un contexto de inseguridad que perjudique a los individuos.
2. Fase convencional
La fase convencional suele ser la que define el pensamiento de los adolescentes y de muchos adultos. En ella, se tiene en cuenta la existencia tanto de una serie de intereses individuales como de una serie de convenciones sociales acerca de lo que es bueno y lo que es malo que ayuda a crear un "paraguas" ético colectivo.
2.1. Tercera etapa: orientación hacia el consenso
En la tercera etapa las acciones buenas están definidas por cómo repercuten sobre las relaciones que uno tiene con los demás. Por eso, las personas que se encuentran en la etapa de orientación hacia el consenso tratan de ser aceptadas por el resto y se esfuerzan por hacer que sus acciones encajen muy bien en el conjunto de reglas colectivas que definen lo que es bueno.
Las acciones buenas y malas están definidas por los motivos que hay detrás de ellos y el modo en el que estas decisiones encajan en una serie de valores morales compartidos. La atención no se fija en lo bien o mal que puedan sonar ciertas propuestas, sino por los objetivos que hay detrás de ellas.
2.2. Cuarta etapa: orientación a la autoridad
En esta etapa de desarrollo moral, lo bueno y lo malo emana de una serie de normas que se perciben como algo separado de los individuos. El bien consiste en cumplir las normas, y el mal es incumplirlas.
No cabe la posibilidad de actuar más allá de estas reglas, y la separación entre lo bueno y lo malo es tan definida como concretas sean las normas. Si en la etapa anterior el interés está puesto más bien en aquellas personas que se conocen y que pueden mostrar aprobación o rechazo por lo que hace uno, aquí el círculo ético es más amplio y engloba a todas aquellas persona sujetas a la ley.
3. Fase post-convencional
Las personas que se encuentran en esta fase tienen como referencia principios morales propios que, a pesar de no tener por qué coincidir con las normas establecidas, se apoyan tanto en valores colectivos como en libertades individuales, no en exclusivamente en el propio interés.
3.1. Etapa 5: orientación hacia el contrato social
La manera de razonamiento moral propia de esta etapa surge de una reflexión acerca de si las leyes y las normas son acertadas o no, es decir, si dan forma a una buena sociedad.
Se piensa en el modo en el que la sociedad puede afectar a la calidad de vida de las personas, y se piensa también en el modo en el que las personas pueden cambiar las normas y las leyes cuando estas son disfuncionales.
Es decir, que existe una visión muy global de los dilemas morales, al irse más allá de las reglas existentes y adoptar una posición teórica distanciada. El hecho de plantearse, por ejemplo, que la esclavitud fue legal pero ilegítima y que a pesar de eso existía como si fuese algo totalmente normal entraría dentro de esta etapa del desarrollo moral.
3.2. Etapa 6: orientación hacia los principios universales
El razonamiento moral que caracteriza a esta fase es muy abstracto, y se basa en la creación de principios morales universales que son diferentes a las leyes en sí mismas. Por ejemplo, se considera que cuando una ley es injusta, cambiarla debe ser una prioridad. Además, las decisiones no emanan de suposiciones acerca del contexto, sino de consideraciones categóricas basadas en los principios morales universales.