Las 5 diferencias entre machismo y misoginia
Tanto el machismo como la misoginia son fenómenos relacionados con el sexismo y que perjudican a cantidades masivas de mujeres. Sin embargo, conviene no confundir estos términos, ya que aunque hacen referencia a fenómenos que tienen algunas similitudes, no pueden ser utilizados como si fuesen sinónimos.
Así pues, a lo largo de este artículo veremos las principales diferencias entre la misoginia y el machismo, así como el modo en el que difieren sus manifestaciones y sus efectos perjudiciales en las personas.
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Diferencias entre la misoginia y el machismo
Hasta no hace tanto tiempo, los problemas derivados del sexismo eran prácticamente invisibles a la opinión pública. Los casos de violencia directa podían ser comentados y penados en aquellos casos en los que se violase alguna norma, pero no se generaba una refleión acerca del fenómeno social e histórico relacionado con la situación de sometimiento de las mujeres. En las últimas décadas, en cambio, esto ha cambiado, y por eso actualmente es tan frecuente oír hablar del machismo y el odio a las mujeres (o misoginia) en los países de cultura occidental y en muchos otros.
Sin embargo, aunque tanto el machismo como la misoginia nos hablan sobre diferentes tipos de violencia dirigidos hacia lo femenino en general y las mujeres en particular, tienen una naturaleza distinta y también se hacen notar de manera diferenciada. Veámoslo.
1. Uno se basa en el odio, el otro no
Por definición, la misoginia siempre se fundamenta en el odio hacia las mujeres, mientras que el machismo no tiene por qué basarse en esto. De hecho, este último se fundamenta no tanto en sentimientos concretos dirigidos hacia la mujer, sino en toda una serie de dinámicas relacionales que han sido normalizadas a lo largo de los siglos y que se consideran normales, desprovistas de cualquier componente emocional.
Así pues, una de las características del machismo es que se experimenta como algo natural, relacionada con la verdad objetiva y el realismo, a través de afirmaciones como “todo el mundo sabe que las mujeres necesitan a un hombre”.
En esta clase de creencias no siempre existe un elemento que nos permita identificar si la persona que las sostiene siente simpatía o antipatía por la mujer por el simple hecho de serlo, mientras que en la misoginia ocurre al contrario: sí que se puede conocer la actitud de aceptación o rechazo hacia lo femenino.
2. La misoginia es un fenómeno individual
A diferencia del machismo, que tiene que ver con todo un sistema de dominación material e ideológico sobre las mujeres que se ha ido transmitiendo de generación en generación, la misoginia es relativamente individual.
Mientras que el machismo ha estado presente en prácticamente todas las personas, la misoginia es algo más excepcional, de aparición más bien aislada. Sin embargo, sí tiene un ligero componente social, ya que el mismo hecho de que la feminidad pueda llegar a definir cómo percibimos a un individuo (una mujer) tiene que ver con los roles de género atribuidos por la sociedad, muy presentes desde el nacimiento.
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3. El machismo puede cobrar la forma de la amabilidad
Es perfectamente posible ser machista y preocuparse mucho de que las mujeres se sientan cómodas y vivan bien. Esto es así porque el machismo no se basa siempre en el menosprecio o las ganas de dañar a alguien en particular; también puede aparecer a través del paternalismo y la condescendencia.
Por supuesto, eso no implica que quien es machista y le desee lo mejor a la mujer no la daña a través de sus acciones; pero no será consciente de ello, dado que verá justificado lo que hace “por el bien” de la otra persona, al ser esta menos capaz de decidir lo que quiere y tener menos criterio para entender lo que ocurre (según las creencias de quien la trata como a una persona no independiente).
4. La misoginia suele llevar a alejamiento
Por norma general, quienes sienten odio por un colectivo determinado tratan de no exponerse demasiado a este. Este principio es relativamente difícil de aplicar cuando el grupo de personas que se odia conforma aproximadamente la mitad de la población humana, pero a pesar de eso quienes experimentan misoginia prefieren relacionarse con hombres, reduciendo a un mínimo sus interacciones con las mujeres.
Por el otro lado, el machismo no tiene por qué llevar a esto, dado que su existencia es totalmente independiente de las actitudes de aceptación y rechazo hacia lo femenino.
5. El machismo es un fenómeno histórico
La propia existencia del machismo está relacionada con los roles de género y con l fuerte identificación que hacemos entre el sexo de una persona y sus funciones en la sociedad, algo que puede ser modificado cambiando elementos políticos, económicos y culturales. En cambio, la misoginia tiene muchas causas diferentes, y el único denominador común en el que se apoyan sus casos tiene que ver con la importancia del género a la hora de identificar a las personas.
Allí donde hay un elemento de identificación fuerte al que atribuimos mucho significado (religión, raza, nacionalidad, etc.) puede haber material a partir del cual desarrollar recelos o incluso odio por generalización.