Finlandia eliminará las asignaturas escolares
Los países escandinavos destacan por encontrarse entre los más ricos de Europa y, además, por ofrecer un buen modelo educativo. Sin embargo, junto a ellos, Finlandia muestra una tendencia curiosa: a pesar de no gozar del nivel económico de sus vecinos del Oeste, durante años ha estado por encima de ellos en los resultados del informe PISA, que evalúa el nivel educativo de los adolescentes de 15 años.
De hecho, la primera vez que se realizaron estas mediciones este país sorprendió por liderar el ranking educativo con mucha ventaja sobre el resto.
Desde entonces, Finlandia se ha transformado en un referente en materia de educación. Pero parece ser que no se contenta con un modelo de escuela que otros tratan de imitar. Ahora, el país está en proceso de cambiar de arriba abajo el modo de impartir clases: desaparecen las asignaturas y aparecen los “proyectos”, en los que se trabaja varias competencias a la vez.
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Las características de la educación en Finlandia
El actual modelo educativo finés se caracteriza por una liberalización de la enseñanza, que se aleja de los modelos basados en las clases magistrales muy rígidas en las que los alumnos copian y memorizan lo que se les dice. Eso significa que se intenta favorecer la autonomía de los alumnos haciendo que participen activamente en las clases, que cooperen entre ellos para desarrollar proyectos y que, en general, tengan un mayor grado de libertad a la hora de decidir cómo aprender.
Por otro lado, parece que la educación finesa consigue más con menos. Sus horas lectivas anuales, por ejemplo, son menos que las de España: 608 y 875, respectivamente. La cantidad de deberes a realizar en casa también es menor, y esto encaja muy bien con un modo de pensar que coloca a los padres en un lugar muy relevante en lo que respecta a la educación de sus hijos. Se entiende que la educación es algo que se produce a lo largo de todo el día, y no solo entre las paredes de la escuela.
Además, la formación del profesorado es muy exigente tanto para primaria como para secundaria, y se considera una trayectoria universitaria y post-universitaria a la que es difícil acceder, además de muy centralizada: las formas de formar al profesorado se parecen mucho en todas las universidades del país. Es por todo esto, entre otras cosas, que en Finlandia los profesores son muy valorados y admirados.
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¿En qué consiste la desaparición de las asignaturas?
El nuevo paradigma educativo de Finlandia, que está siendo probado en escuelas de Helsinki y estará totalmente implantado en el año 2020, se fundamenta en una premisa: pasar de educar sobre contenidos a educar sobre habilidades similares a las que serán requeridas en la vida adulta.
Esto implica dejar de tratar temas como si cada uno de ellos fuese un compartimento estanco, y hacer que en una hora los alumnos aprendan y se entrenen en competencias muy diversas, del mismo modo en el que en el día a día los retos no van apareciendo de manera secuencial, sino integrados los unos en los otros.
Así, las asignaturas dejan paso a los “proyectos”, en los que las materias que antes pertenecían a asignaturas distintas aparecen integradas en retos complejos y con varias capas competenciales. Por ejemplo, uno de los ejercicios a realizar puede consistir en explicar en inglés los diferentes ecosistemas característicos de varios países europeos estudiados previamente, o bien explicar si un texto sobre economía ofrece datos correctos y los expresa de formas gramaticalmente correctas.
De este modo, el cerebro de los alumnos siempre estará trabajando a la vez sobre varios tipos de procesos mentales orientados hacia la resolución de un problema complejo, aquello que a veces es conocido como inteligencias múltiples.
Estos proyectos estarán dirigidos por grupos de varios profesores que combinarán sus competencias para ofrecer un entorno en el que los alumnos puedan trabajar en grupo y plantear sus dudas sobre diferentes temas sin verse frenados por el ritmo de la clase.
Formando futuros trabajadores
La idea de educar de una manera menos rígida resulta muy seductora, entre otras cosas, porque parece basarse en los ideales del romanticismo. Una clase en la que las actividades se desarrollan de forma más natural debería estar expuesta a los riesgos de que las imposiciones de “la civilización” ponga límites a la creatividad y la curiosidad espontánea de los más jóvenes.
Sin embargo, existe una manera alternativa de ver este cambio de modelo educativo. Por ejemplo, interpretarlo como una forma de subordinar la educación a los intereses del mercado de trabajo. Una cosa es trabajar varios tipos de competencias a la vez, y otra es elegir el tipo de proyectos en los que estas van a ser ejercitadas de acuerdo a lo que necesita la maquinaria productiva del país.
Con la desaparición de las asignaturas y la aparición de un enfoque más pragmático, entra en escena el riesgo de que los proyectos teórico-prácticos que producen valor añadido eclipsen aún más aquellos cuya existencia no tiene por qué depender del mercado pero sí con el pensamiento crítico y una visión global del mundo, como por ejemplo la filosofía. El tiempo dirá.