Cómo hablar con los niños de la invasión de Rusia a Ucrania
Desafortunadamente, Rusia ha invadido a Ucrania. Este ataque militar ocupa horas de televisión, noticias en prensa, aparece en nuestros rostros de preocupación, en conversaciones rabiosas, en diálogos de profesores, o en los diversos intentos de ayuda o colaboración...
La forma para resolver conflictos violenta y letal en la que reaccionan algunos seres humanos, se hace visible en nuestro día a día y por tanto en el día a día de los niños y niñas. En definitiva, rodea el mundo de nuestros hijos, por lo que es necesario reflexionar sobre cómo actuar y sostener el posible impacto que pueda generar en ellos.
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¿Cómo explicarles la guerra en Ucrania a los niños?
En realidad, el principio por excelencia en todos los padres es cuidar lo mejor posible de nuestros hijos, no hay lugar a duda; esto debe honrarnos y es muy importante mantenerlo presente. Pero debido a que durante generaciones la educación emocional ha sido inexistente y a que la propia Psicología es una disciplina muy reciente y ha avanzado desde sus errores, es muy fácil que tengamos ideas confusas o incluso que nos planteemos pautas emocionales que no resultarán sanas.
Por esto, veremos algunos consejos para entender el mundo del niño y para saber cómo acompañarlos y sostenerlos ante esta situación de una forma adaptativa que genere resiliencia desde un apego seguro.
1. Explícale lo que ocurre con un lenguaje adaptado a su etapa evolutiva
En esta labor como padres es de suma importancia conocer que el cerebro del niño se conforma en interacción con su entorno, por lo que viene filogenéticamente preparado para absorber la realidad que le rodea. Los niños escuchan, ven y sienten todo lo que les rodea. Y lo que es más importante, siempre van a darle un significado, siempre.
Si en la construcción de este significado no les acompañamos, entenderán lo que está ocurriendo desde su cerebro infantil no conformado, es decir, se darán explicaciones muy supersticiosas y catastróficas sobre lo que está ocurriendo a su alrededor. Estas auto-explicaciones generarán sentimientos de verdadero pavor o pánico.
Ante estos sentimientos se asustarán y podrán ocultarlos y no expresarlos al mundo adulto por no resultar una carga, por no molestar o por anticipar un posible rechazo entre otros. Es decir, le darán su propio significado y lo vivirán solos. De ser así, es probable que transcurrido un tiempo aparezcan síntomas como dolor de tripa, miedo a ir al colegio o regresiones a etapas evolutivas anteriores.
¿Cómo entenderemos esto los padres? La respuesta es que difícilmente lo asociaremos al impacto de una pandemia o una guerra. Pensaremos que el niño ni se enteró y nos será sumamente difícil atribuir una causa, al dolor de tripa. Acompañar a nuestros hijos en la construcción del significado de la realidad se hace por tanto imprescindible, mucho más, cuando esta realidad supone una realidad de difícil asimilación.
No hablarles del tema no supone que no se enteren; por el contrario, supone que le darán su propio significado infantil y vivirán las emociones desagradables resultantes en soledad. Si generó un alto impacto y es repetido en el tiempo muy probablemente la sintomatología secundaria debutará tarde o temprano.
Les ayudamos por tanto a dar significado y lo hacemos usando un lenguaje adecuado a su edad preparando previamente una narrativa sencilla y desde el punto de vista del niño. Siempre les miramos a los ojos, explicamos, llamando a las cosas por su nombre, adecuándolo a su edad, sin rodeos y sin dar muchas vueltas porque dar demasiadas vueltas confunde el mensaje y aumenta el posible estado de alarma en el niño o niña. Podemos por ejemplo, según la edad, hablarles de que ha ocurrido algo muy triste y muy feo que se llama guerra donde algunas personas adultas hacen daño a otras para conseguir lo que quieren.
2. No le mientas
El cerebro siempre está escuchando todo lo que decimos. Nuestro lenguaje son mensajes directos al cerebro del niño que interioriza una forma de vernos, de ver el mundo y de verse a sí mismo. Si mentimos al niño, su cerebro extraerá la conclusión de que no somos de fiar, que no puede contar con nosotros. De la misma forma que en el mundo adulto si descubrimos que alguien a nuestro alrededor nos miente empezamos a sentir inseguridad ante esa persona, el niño sentirá lo mismo.
El niño está expuesto al ambiente, y tarde o temprano va a descubrir lo que ocurre y va a saber que le hemos mentido. El apego no es amor, no es cariño, el apego es seguridad. El niño necesita ante todo sentir que somos su seguridad, que puede confiar en nosotros, que somos un ancla segura a la que se puede amarrar sin dudas, sin recelos, desde la absoluta confianza. Dile siempre la verdad adaptada a su edad, nunca le digas algo que no sea cierto.
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3. Explica desde la calma y da espacio a su reacción
Es importante que confiemos en nuestra intuición de padres, en que entendemos a nuestro hijo mejor que nadie. Y desde ahí, estar en calma y escuchar al niño más que a nosotros mismos, porque nuestra mirada será la forma en la que él vea. El cerebro del niño en realidad no escucha tanto nuestras palabras sino que observa de forma instintiva nuestro cuerpo, huele nuestra piel, siente nuestra respiración, percibe en definitiva desde su estructura cerebral si está o no en peligro.
Antes de nada, cálmate y confía en ti para que tu mensaje le llegue desde la prosodia de la voz que acuna y mece.
Decimos que los hijos no nacen con un manual de instrucciones, pero en realidad ellos son el manual de instrucciones. Escucha sus reacciones, dales espacio y abre tus ojos al lenguaje de su cuerpo, a sus emociones, a sus palabras. Recordad que si estamos centrados en nuestro miedo a hacerlo bien al niño le llegará miedo y no sabrá a qué atribuirlo.
Mírale a él o a ella, descubrirás que de una u otra forma te está mostrando lo que necesita. Observa sus necesidades y pregúntale si tiene alguna duda o hay algo más que le gustaría saber. Hablamos despacio y siempre observando su reacción y acompañando.
4. Háblale de la frecuencia, del lugar donde ha ocurrido y remarca que él o ella y vosotros estáis a salvo
Es importante remarcar el lugar donde está ocurriendo el conflicto bélico. Podéis usar un mapa o según la edad decirle que está muy lejos, muy lejos.
Además remarcar la frecuencia, explicándole que aunque algo así puede ocurrir, sin embargo, es muy raro, muy raro, que ocurra, y que aunque en realidad alguna persona actúa de esta manera, la mayoría de personas, muchas, muchas personas resuelven los conflictos desde el diálogo y desde la bondad y el entendimiento del otro.
Recuerda subrayar y asegurarte de que entiende que él o ella y vosotros estáis a salvo.
5. Filtra las noticias a las que se expone
Hay que recordar y tener presente que desde nuestro mundo adulto es muy fácil olvidar que a nuestro lado la infancia, ansiosa de conocimiento, huele, escucha y mira constantemente el mundo desde un cerebro sumamente frágil y vulnerable que no dispone de filtro para poder entender.
Por eso, en la crianza del niño o de la niña, le damos significado, filtramos la información a la que se expone, contestamos a sus preguntas y no ofrecemos más información que pueda generar una sobreexposición.
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6. Ayuda a que pueda colaborar
Finalmente, asegúrate que puedan entender que hay otras muchas, muchas personas, la mayoría, intentando dialogar y solucionar esta situación desde el diálogo y la paz. Que hay muchas, muchas, personas ayudando a que se pongan de acuerdo y ayudando a las personas heridas. Aumenta su sensación de control permitiendo que él o ella también puedan colaborar, desde cartas, mensajes, mandando ropa, medicinas.
Abrázale y explícale que lo más grande y poderoso es siempre el amor, que podéis mandar este amor de mil maneras en forma de dibujos con mensajes desde lo más profundo de vuestro corazón a corazones rusos y ucranianos y que esto les dará fuerza y poder, porque todos los corazones hablan el mismo lenguaje y porque el amor es siempre el que vence.