El factor P de la psicopatología general: ¿qué es?
El factor P de la psicopatología es una propuesta de los psicólogos Avshalom Caspi y Terrie Moffit, quienes sugieren que los trastornos psiquiátricos tiene una base etiológica común y no específica o diferenciada (como tradicionalmente se había comprendido).
A continuación veremos de dónde surge la hipótesis del factor P en psicología general y qué es lo que propone.
- Artículo relacionado: "Inteligencia: el Factor G y la Teoría Bifactorial de Spearman"
El diagnóstico en psiquiatría: modelo categórico y modelo dimensional
Tal como los conocemos ahora, los diagnósticos en psiquiatría tienen una historia reciente. Dicha historia ha estado especialmente marcada por la presencia del modelo norteamericano de la psiquiatría, cuyo máximo representante es la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés).
Cada año, el conjunto de especialistas adscritos a esta última publica un manual diagnóstico y estadístico (DSM, por sus siglas en inglés), donde se categorizan y describen una serie de manifestaciones conocidas como “trastornos mentales”.
Lo anterior es relativamente reciente (inició formalmente a inicios de 1950) y constituye actualmente uno de los criterios más utilizados para comprender y tratar dichas manifestaciones. Además, con el paso del tiempo, sus criterios se ha modificado y actualizado según las necesidades producidas dentro del propio contexto.
Uno de los cambios más significativos y recientes, ha ocurrido bajo la necesidad de ampliar los criterios de diagnóstico, principalmente debido a las crecientes dudas sobre la especificidad de cada trastorno. En los siguientes párrafos desarrollaremos con más detalle en qué ha consistido este cambio.
- Quizás te interese: "Los 16 trastornos mentales más comunes"
El modelo categórico
Como hemos visto, fue en la segunda mitad del siglo XX cuando se publicó el primer Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría. Lo que en inicio se consolidó como una compilación de investigaciones sobre psicopatología, pronto se convirtió en una de las guías diagnósticas y clínicas más utilizadas alrededor del mundo.
Al menos hasta las primeras cuatro versiones de este manual, la tendencia había sido definir entidades clínicas de manera específica y diferenciada. Es decir, tal como las enfermedades físicas, cada trastorno mental tendría sus propios criterios, síntomas, curso, prevalencia y un conjunto de características particulares. Debido a dicho ejercicio de categorización, este es conocido como un “modelo categórico”.
No obstante, con el paso del tiempo, fue cada vez más complicado sostener dicho modelo con la rigurosidad necesaria: se hacía evidente que, aquello definido como un trastorno mental específico, tenía mucha relación con uno o más trastornos. Esta relación entre uno y otro fue descrita bajo el término médico de “comorbilidad”, que quiere decir justamente “presencia de una o más enfermedades o trastornos además del primario”.
No sólo esto sino que la comorbilidad resultó ser secuencial, es decir que, con el tiempo, muchos diagnósticos terminaban desencadenando otros. Y esto se repetía con mucha frecuencia entre las personas que asistían a consulta psiquiátrica.
Aunado a lo anterior, algunos estudios mostraban que había diagnósticos con una comorbilidad notable y mayor que otros. Por ejemplo, los trastornos de personalidad tenían índices excesivamente altos (alrededor de un 60% de las personas con diagnósticos de trastornos de personalidad presenta comorbilidad con diagnósticos del estado de ánimo).
Estas cifras dejaban dudas sobre la especificidad de las clasificaciones, además de que tenían consecuencias clínicas evidentes: muchas personas, en lugar de tener un solo diagnóstico, que permitiera comprender y modificar su malestar, obtenían dos o más; lo que en podía representar más perjuicios que beneficios.
Además, los altos índices de comorbilidad significaban que la decisión sobre si se trata de un trastorno o de otro (y la intervención psicológica y/o farmacológica siguiente), lejos de recaer en evidencia empírica y objetiva, recaía en el criterio personal del profesional; cuestión que fue cada vez más criticada por la comunidad de especialistas y de afectados.
El modelo dimensional
El desarrollo del modelo categórico indicaba que era cada vez más difícil sostener una forma diferenciada de definir y tratar los diagnósticos en psiquiatría. Lejos de tratarse de una entidad con características distinguibles y particulares, parecía ser un amplio espectro de manifestaciones que difícilmente podrían separarse.
En consecuencia, la propia Asociación Americana de Psiquiatría, en su quinta versión del manual diagnóstico y estadístico, defiende la necesidad de crear un modelo dimensional. Esto permitiría realizar diagnósticos por medio de criterios amplios que, a su vez, permitieran entender las manifestaciones de manera multifactorial.
Lo anterior plantea a los especialistas en psicopatología una cuestión importante: si, contrario a lo que pensábamos, los trastornos mentales no son específicos sino que tienen un alto índice comorbilidad; probablemente esto significa que existe una amplia estructura fenotípica en la génesis de los mismos.
A partir de ahí, distintas investigaciones se dieron a la tarea de cuestionar el modelo categórico así como investigar y ampliar la dimensionalidad del diagnóstico. Una de las más representativas en el ámbito de la psicopatología es la propuesta del factor P.
El factor P en psicopatología: ¿una estructura común en los diagnósticos psiquiátricos?
Avshalom Caspi y Terrie Moffit junto con sus colaboradores, publicaron un estudio en 2014 donde realizaron una análisis multifactorial para evaluar una nueva hipótesis sobre la estructura subyacente en 10 trastornos mentales comunes entre adultos jóvenes (de 18 a 21 años de edad).
Utilizando datos de un estudio previo y multidisciplinario de salud, los autores examinaron la estructura de la psicopatología considerando dimensionalidad, persistencia, coexistencia y comorbilidad secuencial de los trastornos mentales a lo largo de 20 años.
En su investigación concluyen que los trastornos mentales puede resumirse a partir de tres dimensiones generales: internalización, externalización y trastornos del pensamiento.
La primera dimensión está relacionada con diagnósticos del estado de ánimo (como depresión o ansiedad), la segunda está vinculada a los diagnósticos de conducta social (como personalidad límite o antisocial) y abuso de sustancias; y la tercera se relaciona con las manifestaciones de la psicosis.
Las dimensiones anteriores estarían sostenidas por un elemento o condicionante general que contribuye de manera importante en su estructuración. Dicho elemento es denominado “Factor P” (por analogía al concepto de “Gactor g “ en inteligencia) y está originado por una actividad genética, pero también por la historia familiar de depresión, ansiedad, psicosis, trastornos antisociales o de abusos de sustancias. Además, el mismo factor puede estar relacionado con elementos potenciales de riesgo como la historia de maltratos o abusos durante la infancia.
Por decirlo de otro modo, los autores consideran que el factor P, en tanto estructurante común en distintos diagnósticos psiquiátricos, se encuentra relacionado con mayores niveles de deterioro de la vida, mayor historial de trastornos mentales en la familia, mayor índice de historias negativas durante el desarrollo vital, y una función cerebral temprana mayormente comprometida.
Así pues, se trata de un elemento común en el origen, desarrollo y ausencia los trastornos; lo que lleva a los autores a defender un abordaje “transdiagnóstico” en psiquiatría.
Referencias bibliográficas:
- Caspi, A., Houts, R., Belsky, D., Goldman-Mellor, Harrington, H., Israel, S. … Moffitt, T. (2014). The p Factor: One General Psychopathology Factor in the Structure of Psychiatric Disorders? Clinical Psychology Sici, 2(2): 1190-137.