Adolescencia tardía: qué es y características físicas y psicológicas
La adolescencia es uno de los períodos más complejos y difíciles que pasamos a lo largo de nuestro desarrollo vital. Se trata de una etapa de crecimiento en que dejamos de ser niños para ser adultos, empezamos a adquirir cada vez más responsabilidades y ser más independientes y el momento en que forjamos nuestra identidad.
La etapa final de la adolescencia, los años anteriores de entrar propiamente en la adultez, es lo que algunos autores denominan adolescencia tardía. Es sobre este momento evolutivo sobre el que vamos a hablar a lo largo de este artículo.
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La adolescencia: una época de cambios
La transición entre niñez y adultez es una etapa del desarrollo caracterizado por la presencia de una gran cantidad de cambios, tanto a nivel físico como mental y social. Esta etapa viene finalizada por la adolescencia tardía, pero antes de que esta última se produzcan, ocurren muchos fenómenos que permiten comprenderla mejor.
En primer lugar destaca la aparición de la pubertad como el momento que va a marcar el inicio de la adolescencia y en la que empiezan a generarse diferentes cambios debidos a la acción del sistema neuroendocrino (especialmente ante la activación de hipotálamo e hipófisis) y a la estimulación de la producción y la acción de las hormonas sexuales que de ella se derivan tanto en hombres como en mujeres.
El cuerpo crece en tamaño (de manera desigual) y se fortalecen y desarrollan huesos y músculos, se desarrollan los caracteres sexuales primarios (básicamente los genitales internos y externos y la aparición de la primera menstruación/polución) y secundarios (vello en cara, cuerpo y pubis, cambios de de voz, crecimiento de los senos). Este crecimiento se da de manera acelerada al principio, si bien poco a poco se va enlenteciendo según pasan los años.
A nivel cognitivo y según la corteza prefrontal se va desarrollando, poco a poco el adolescente va a ir adquiriendo capacidad de autocontrol y autogestión, flexibilidad mental, capacidad para inhibir y seleccionar su comportamiento y buscar y organizarse sus propias metas y motivaciones, planificar y anticipar resultados.
El egocentrismo propio de la niñez deja paso a un egocentrismo diferente, caracterizado por la presencia de pensamientos de omnipotencia en forma de fábula personal y la creación de la audiencia imaginaria (considerar que los demás están observando y dando importancia a nuestro comportamiento). Según el sujeto va madurando, este egocentrismo va a ir disminuyendo en la mayoría de los casos.
La creación de la propia identidad
Pero sin duda uno de los hitos psicológicos más importantes de esta etapa vital es la adquisición de una identidad propia y separada del resto del mundo. El adolescente deja de verse únicamente en función de lo que el resto del mundo considera de él y se construye un autoconcepto, empezando a valorar su propia complejidad y a desear experimentar para encontrarse a sí mismo. Es en este momento en que el sujeto empieza a buscar implicarse socialmente y a buscar una mayor independencia.
Hay cierta separación con respecto a la familia y tienden a centrarse más en el grupo de amistades, siendo éstos elementos imprescindibles a la hora de desarrollar aspectos identitarios y el sentido de pertenencia social. Asimismo, la sociedad empieza a asignarles cada vez mayores responsabilidades y a demandar más de ellos.
Todo ello hace que el conjunto de cambios a los que deben enfrentarse los adolescentes puede llegar a ser altamente estresante y difícil de asumir para ellos, siendo una etapa especialmente sensible del desarrollo.
La adolescencia tardía: ¿qué es?
La adolescencia puede ser dividida en varias etapas: la adolescencia temprana entre los once y trece años (momento en que suele ocurrir la pubertad), la adolescencia media entre los catorce y dieciséis/diecisiete años y la tardía, que veremos a continuación.
Se considera adolescencia tardía al momento evolutivo inmediatamente anterior a la edad adulta, transcurrida ya la mayor parte de la adolescencia. Concretamente la adolescencia tardía se identifica con la segunda mitad de la segunda década de vida, en un período que puede variar entre los 15 y los 21 años (algunos autores consideran que se da desde los 15 hasta los 19, otros proponen entre los 17 y los 21).
En esta etapa vital se considera que la mayor parte de los cambios madurativos más importantes a nivel físico ya se han producido (siendo más propios de la adolescencia temprana y media), aunque ello no implica que el cuerpo no siga en desarrollo.
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Ámbito cognitivo y madurativo
En lo que se refiere a aspectos cognitivos y sociales, se considera que en la adolescencia tardía ya está instaurado el pensamiento más abstracto y la capacidad para valorar las repercusiones de sus actos.
Se trata de una etapa mucho más estable que las que la preceden, caracterizándose por un pensamiento mucho más adulto y centrados ya no tanto en el presente y en la inmediatez sino orientada al futuro. La identidad está en gran medida consolidada y ya se tienen unos valores establecidos (si bien pueden variar con el transcurso del tiempo). Es habitual la presencia de un fuerte idealismo y ilusión, si bien también incertidumbre y pueden aparecer ansiedades y problemas psicológicos y de salud.
Ocasionalmente puede aparecer una pequeña crisis (la llamada crisis de los 21, a pesar de que cada vez se retrasa más en la sociedad actual), en que el aún adolescente empieza a afrontar las demandas propias de la adulto a nivel de trabajo, pareja y participación social.
A pesar de todo, hay que tener en cuenta que aún estamos en adolescencia y aún faltan aspectos por terminar de desarrollarse incluso a nivel biológico (por ejemplo, la corteza prefrontal no está totalmente desarrollada hasta al menos los 25 años de edad en la mayoría de personas, o incluso más allá de la treintena).
Aspectos psicosociales
En cuanto a relaciones personales destaca una mayor estabilidad y menor experimentación que en otros momentos de la adolescencia, y a nivel relacional ya no se busca tanto el contacto con el gran grupo si no que suele haber mayor atención a relaciones de persona a persona y en la intimidad (tanto en las relaciones románticas como en las de amistad).
Son mucho más independientes tanto del ámbito familiar como del grupo de pares (si bien ambos siguen siendo muy importantes) y sus valores y actos ya no dependen tanto de lo que otros consideren. Respecto a la familia, la separación llevada a cabo durante los momentos iniciales de la adolescencia se reduce y se reconstruye la vinculación con el entorno familiar de origen. Su implicación en la comunidad es mucho mayor y suele ser la época en que quieren “comerse el mundo”.