Herpes zóster: causas, síntomas y tratamiento
El herpes zóster es un infección de tipo vírico que no debe confundirse con el herpes simple y que es provocado por el mismo virus que la varicela.
En este artículo explicaremos en qué consiste esta condición, cuáles son sus causas y qué podemos hacer para tratarlo.
¿Qué es el herpes zóster?
El herpes zóster (HZ) es una reactivación local del virus de la varicela que queda latente, por lo que para sufrir esta enfermedad es necesario haber tenido varicela. Esto ocurre tras haber cursado la infección primaria y estar presente el virus en los ganglios raquídeos de la médula espinal o en los pares craneales.
Las estadísticas indican que entre el 15%-20% de afectados por la varicela desarrollará el herpes zóster en algún momento de su vida. El virus vuelve a manifestarse en distintas situaciones de manera intermitente, pero generalmente con el debilitamiento del sistema inmune.
Causas
Cuando la persona se contagia con el virus Varicela-Zoster (suele ocurrir en la infancia aunque también en la edad adulta), desarrolla la varicela, una enfermedad que se caracteriza por erupciones acuosas de color rojizo en la piel, que luego se convierten en costra. La fiebre también es un síntoma de esta enfermedad. Pasadas unas dos semanas nuestro organismo toma el control de la infección y la sintomatología se reduce.
Sin embargo, aunque los síntomas no estén presentes no significa que el virus haya desaparecido, pues puede seguir en el interior del organismo y manifestarse a lo largo de la vida. Si bien en las fases iniciales de la varicela, éste invade las terminaciones nerviosas de la piel, puede migrar hasta algunas cadenas de ganglios situados junto a la médula espinal y el cerebro, donde permanecen ocultos incluso durante décadas.
A continuación puedes visualizar un vídeo en el que un experto nos habla de estas enfermedades.
Síntomas y señales
El herpes zóster no solamente es una enfermedad visualmente muy desagradable, sino que puede producir un gran dolor a la persona que lo sufre. El cuadro sintomático suele iniciarse con el malestar del paciente: el enfermo está cansado y fatigado. A los dos o 3 días aparecen dolores y picores y en muchos casos una gran sensibilidad en la zona del nervio afectado y después se producen las manifestaciones cutáneas, con hinchazón rojiza en esta zona y se forman unos nódulos en forma de racimo. Más tarde se forman unas vesículas que pueden tener distintos tamaños, llegando incluso al de un guisante. Con el paso de los días la piel se seca y aparecen costras.
Normalmente, la manifestación cutánea tiene lugar en la piel del tórax o el abdomen, que se inicia comúnmente en la columna vertebral y se extiende hacia la parte delantera del cuerpo, como medio cinturón (por lo que esta infección recibe el nombre coloquial de culebrilla). En ocasiones, puede producir parálisis en el tronco, aunque es poco habitual.
Ahora bien, cuando el virus se encuentra en el nervio craneal, el herpes zóster puede aparecer también en la cara, por ejemplo, en el ojo, la nariz, la frente, la mandíbula y el cuero cabelludo de una mitad de la cara (denominado zóster ophthalmicus). Esto puede causar problemas serios, pues si afecta a la córnea del ojo puede producir incluso la pérdida de la visión.
Cuando el herpes ocurre en el oído, recibe el nombre de zóster oticus y hasta en el 60% de los casos provoca paresia facial, es decir, parálisis en la cara (suele desaparecer con el tiempo). El herpes zóster puede aparecer en cualquier parte del cuerpo (incluso los genitales), y tiene lugar en cualquier etapa de la vida cuando se dan condiciones en las que el sistema inmunitario no funciona correctamente. Es más frecuente que aparezca a partir de los 50 años.
Neuralgia postherpética: cuando el herpes se complica
Los síntomas del herpes zóster suelen durar de 2 a 4 semanas, aunque en ocasiones el brote se complica y aparece lo que se conoce como neuralgia postherpética, pues el dolor continua pero no las manifestaciones cutáneas.
Algo menos del 4% de los pacientes con herpes zoster experimentan esta complicación, que puede persistir durante meses o años o permanentemente. El dolor de la neuralgia postherpética puede ser agudo e intermitente o constante y puede ser muy debilitante.
Tratamiento
Sin duda, el mejor tratamiento del herpes zóster es la prevención, y para ello la vacunación ha demostrado ser muy efectiva en más del 50% de los casos. Sin embargo, en España la seguridad social no cubre su administración y en Europa solo está autorizada para aquellas personas que tienen más de 50 años. Existe la posibilidad de vacunación de la varicela, pero algunos estudios concluyen que aunque reduce la sintomatología y la aparición de la varicela, el herpes zóster sigue apareciendo.
Cuando una persona sufre este problema y se manifiesta, el tratamiento debe comenzar lo antes posible, pero no para eliminar el virus, que no es posible, sino para aliviar los síntomas. Los médicos suelen recetar cremas como aciclovir o corticoides para aliviar el dolor y también medicamentos antivirales. En casos en los que se produce la neuralgia postherpética, se pueden administrar diferentes fármacos que incluyen la gabapentina, antidepresivos cíclicos o los parches de lidocaína. Los analgésicos opioides pueden ser necesarios y la metilprednisolona intratecal puede ser beneficiosa. Estudios recientes sugieren que inyectar varias veces toxina botulínica A en la zona puede reducir el dolor.
Diferencias entre herpes zóster y herpes simple
Es importante no confundir el herpes zóster con el herpes simple (labial y genital), pues se producen por diferentes virus, que pertenecen a la familia viral herpesviridae. El herpes zóster es causado por el virus de la varicela-zoster (VZV, siglas en inglés) como ya he comentado, también llamado herpes humano-3 (HHV-3, en inglés); no obstante, el herpes simple se contagia por el virus del herpes simple (HSV-2) en los genitales) y (HSV-1) en la zona de los labios, las mejillas o la nariz.
Cómo se contagia
En el caso del herpes simple, no es necesario haber sufrido la varicela, por lo que se contagia de persona a persona, por ejemplo, con un beso. El herpes zóster no es contagioso de una persona o otra; sin embargo, el individuo con herpes zóster puede transmitir el virus de una persona a otra cuando el sujeto que se expone al virus no ha sufrido antes la varicela. Cuando esto ocurre, la persona no desarrolla el herpes zóster, sino la varicela.
Si quieres saber más sobre el herpes zóster, puedes visualizar el contenido audiovisual que puedes encontrar a continuación.