Incentivos: características, tipos y aplicación en el trabajo
Los incentivos son estímulos que hacen que una persona tenga más motivación para trabajar, estudiar, realizar determinada acción, etc. Se utilizan en multitud de ámbitos.
En este artículo hablaremos de los incentivos aplicados en el sector empresarial: los incentivos laborales. Conoceremos su definición, sus características fundamentales, los diferentes tipos de incentivos que existen y cómo funcionan. Por otro lado, veremos qué funciones tienen además de la de aumentar la motivación y el rendimiento de los trabajadores.
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Incentivos: ¿qué son?
Un incentivo se puede definir como todo aquello que impulsa a una persona a mejorar en ciertos aspectos o tareas. También se puede considerar como un premio o un beneficio después de conseguir algo; es decir, es algo que motiva a la persona a hacer mejor o más rápido una determinada acción.
Los incentivos se pueden utilizar en diferentes campos y disciplinas (educación, psicología, terapia…); sin embargo, aquí hablaremos de los incentivos que se aplican en el ámbito laboral. En este ámbito también son ampliamente utilizados, especialmente para conseguir un aumento en el rendimiento de la persona, así como en su productividad.
Es decir, que están orientados a conseguir mejores resultados en la organización, además de una mejoría en el bienestar o satisfacción del trabajador y un mejor ambiente laboral. Por ejemplo, un incentivo sería ofrecer un bono económico extra por cada “X” número de ventas.
Su origen
El primer autor que empezó a hablar de los incentivos laborales fue Frederick W. Taylor, ingeniero industrial y economista estadounidense, cuando inició el movimiento de la Organización Científica del Trabajo a mitad del siglo XIX. Taylor sostuvo que el esfuerzo de los trabajadores aumentaba cuando éstos recibían incentivos en función de su productividad.
Por otro lado, la Organización Científica del Trabajo que crea Taylor junto a sus colaboradores, hace alusión a un sistema de organización del trabajo consistente en dividir las tareas de los procesos de producción.
Este sistema, en realidad, era propio de las organizaciones industriales (se entiende al ser Taylor ingeniero), y el objetivo del mismo era aumentar la productividad de los trabajadores. Así, como ya hemos adelantado, Taylor acabó viendo, después de aplicar y estudiar su sistema en diferentes condiciones, que los incentivos hacían que los trabajadores se esforzaran más y que, por ende, la productividad también aumentara.
Características
Los incentivos laborales pueden ser de diferentes tipos, como veremos más adelante. Sin embargo, todos comparten los mismos objetivos: mejorar el rendimiento y la productividad de los trabajadores, así como su satisfacción personal dentro de la empresa.
Esta satisfacción se traducirá en un aumento en su motivación y hará que venga a trabajar feliz; todo esto a la empresa le interesa, porque, por un lado, está mirando por el bienestar de sus trabajadores, y por el otro, está mirando por el negocio. Es decir, que las dos partes salen ganando.
Por otro lado, no todos los incentivos sirven de la misma forma para todos los trabajadores; es decir, que depende de para qué trabajador, un incentivo será eficaz y otro no. Así, mientras que un trabajador puede estar satisfecho con un aumento de sueldo como incentivo, otro lo estará con más días de vacaciones, y otro con más beneficios sociales, etc.
Es decir, que a cada persona le servirán unos u otros incentivos para motivarse y aumentar su productividad en el trabajo. Es por ello que el empresario o el profesional de Recursos Humanos deberá saber detectar esas diferentes necesidades y motivaciones en su plantilla, a fin de poder destinar a cada trabajador el tipo de incentivos que más eficaces sean en cada caso.
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Tipos
Los incentivos laborales pueden ser de diferentes tipos. Existen diferentes clasificaciones, pero la más genérica y aceptada es la que los divide en incentivos económicos y no económicos:
1. Incentivos económicos
Se trata de los incentivos que conllevan una retribución económica o monetaria. Ejemplos de ellos son los aumentos de sueldo, las pagas extra, las comisiones, los bonos… Es decir, todo aquello que implica una mejora salarial o un dinero extra. Se trata de los incentivos más clásicamente utilizados.
Pueden tener un impacto importante en el trabajador, así como en su productividad, especialmente si su economía no es especialmente buena. Sin embargo, como hemos visto, no todos los incentivos sirven igual para todos los trabajadores.
2. Incentivos no económicos
Los incentivos no económicos incluyen todas aquellas medidas que mejoran las condiciones laborales del trabajador.
Este tipo de incentivos son mucho más variados que los anteriores, e incluyen una gran variedad de ejemplos (tangibles e intangibles), tales como: tickets restaurante, aportaciones a planes de pensiones, seguros de vida, flexibilidad horaria, seguro médico, ayuda al transporte, servicios de comedor o de guardería para los hijos, ayudas para seguir estudiando (formación), días de fruta en la oficina, etc.
Los incentivos no económicos son cada vez más utilizados por las empresas, y ofrecen un atractivo extra a las condiciones laborales de la posición.
Aplicación y funciones en el trabajo
Hemos visto cómo los incentivos laborales pueden ser de diferente tipo, y cómo éstos no son igual de eficaces en todas las personas; así, se tienen que adaptar a las necesidades y preferencias de cada trabajador para que sean efectivos.
Pero, ¿qué es lo que se consigue exactamente a través de la administración de incentivos laborales eficaces? Es mucho más que una simple mejoría en la productividad de los trabajadores. Veamos sus funciones más destacables:
1. Potenciar la productividad
La principal finalidad de los incentivos, como hemos ido remarcando, es potenciar la productividad, a través del aumento de la motivación del trabajador.
2. Atracción del talento
Sin embargo, la finalidad de los incentivos va mucho más allá, y también pueden ser muy útiles para atraer buenos perfiles a la empresa. Además de atraerlos, también servirán para retenerlos, y que la plantilla sea competente.
3. Favorecer el sistema de promociones
Los incentivos, al atraer a buenos perfiles, también potencia el sistema de promociones de la empresa, ya que los trabajadores con mayor potencial irán ascendiendo a través de dichas promociones, sin irse a trabajar a la competencia.
4. Filtrar a los trabajadores que no encajen
Por otro lado, los incentivos también permiten discernir y filtrar qué trabajadores encajan mejor con la empresa y cuáles no, ya que los trabajadores que se sientan en sintonía con la dinámica y filosofía de la empresa (eso incluye sus incentivos), es más probable que sigan trabajando en ella.
5. Mejorar el clima laboral
Si los trabajadore están a gusto en la empresa (esto se debe en parte a la administración de incentivos), es más probable que el clima laboral sea más distendido, más agradable y más próximo.
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6. Reducir el absentismo laboral
Está demostrado que el hecho de estar motivado en el trabajo, disminuye el absentismo laboral, las bajas laborales, etc., y dicha motivación puede deberse en parte al tipo de incentivos que proporciona la empresa a sus trabajadores.
7. Reducir los costes y los accidentes laborales
Finalmente, también se ha comprobado en estudios cómo los incentivos pueden influir en la reducción de costes y accidentes laborales en la empresa, además de errores en los trabajadores.