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Causas de la baja autoestima y los complejos con el cuerpo en el verano


Una de las curiosidades de la mente humana más llamativas es que, aunque los seres humanos tendamos a pensar que tenemos una esencia individual y una identidad propia muy bien definida, en realidad la autoestima y la percepción que tenemos de nosotros mismos cambia constantemente; se ve muy influida por lo que nos va ocurriendo a lo largo de la vida. Dicho de otro modo, lo que sucede a nuestro alrededor influye tanto o más en nuestra identidad y manera de vernos a nosotros mismos como los procesos psicológicos internos.

Además, este tipo de transformaciones no tienen por qué demorarse mucho en tener lugar. A veces, es cuestión de días, e incluso sucediendo de una manera muy rápida, es habitual que no nos demos cuenta del cambio en nuestra manera de vernos y de valorarnos. Por ello, algo tan normal como la llegada del verano puede hacer que nuestra autoestima sufra daños, en parte por lo que pasa en el entorno con el que nos relacionamos constantemente: anuncios de gente joven y feliz en playas paradisíacas, presión social ante modas que dejan al descubierto muchas partes del cuerpo a la vez, expectativas sobre “romances de verano”, etc.

En estos casos suele ocurrir que muchas personas asumen que lo que sienten al verse en el espejo en esta época es lo que verdaderamente define su identidad, y que el resto de estaciones se han limitado a no pensar en lo que realmente son, ocultándolo bajo capas de ropa… Sin darse cuenta de que el verano (y todas las dinámicas sociales alrededor de esos meses) no es un observatorio que permita vernos de una manera más objetiva que cualquier otra estación del año.

Así pues, en este artículo abordaremos el tema de cómo la sobreexposición a la que nos sometemos en verano puede dar lugar a que las inseguridades con nuestro físico se potencien, afecten a la imagen que tenemos de nosotros mismos y desarrollemos un cuadro de ansiedad.

¿Por qué la llegada del verano hace que nos veamos con otros ojos?

Para comprender el modo en el que el verano nos predispone a relacionarnos de una manera distinta con nuestro propio cuerpo, primero es necesario entender qué es la autoestima. Esta es, fundamentalmente, el modo en el que hemos aprendido a percibirnos y a valorarnos.

Como todos los seres humanos sin severos problemas del neurodesarrollo llegamos a ser capaces de pensar en el concepto del “Yo” y lo utilizamos constantemente todos los días (porque todas las acciones que realizamos diariamente y todo lo que registran nuestros sentidos están ligados a esa idea del “Yo”, son cosas que hacemos nosotros o que nos suceden a nosotros), este aprendizaje es constante y tiene lugar en todo el mundo, de manera voluntaria o involuntaria. Así pues, todas las personas con consciencia tienen una autoestima, porque no pueden no ser conscientes de sí mismas.

Ahora bien, lo que vamos aprendiendo acerca de nosotros mismos está siempre ligado a una fuerte carga emocional. No se trata de ir interiorizando información objetiva sobre quiénes somos, ni datos sobre el “Yo” que puedan ser reducidos a palabras y números. Lo que sabemos acerca de nosotros mismos no nos deja indiferentes, siempre nos hace sentir de una cierta manera, y tiene una gran capacidad para alterar nuestro estado de ánimo.

Causas de la baja autoestima y los complejos con el cuerpo en el verano

Precisamente porque ese concepto de uno/a mismo/a es uno de los más importantes para sobrevivir, siempre debe ser muy sensible a lo que vamos experimentando al interactuar con el entorno para intentar adaptarnos a ello… aunque ello tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Por ejemplo, hace que muchas veces no nos cuestionemos cuál es la causa de que una situación nos haga sentirnos mal con nosotros mismos; simplemente nos centramos en esos sentimientos y emociones y asumimos que son un reflejo de cómo reaccionamos ante nuestra identidad.

Esto es lo que ocurre a menudo con la llegada del verano: la sociedad se transforma en cuestión de pocas semanas, y se activan una serie de elementos culturales y expectativas sobre lo que se supone que debemos aspirar a hacer en estos meses, y a qué tipo de personas (idealizadas) debemos aspirar a parecernos. Esto hace que, sin darnos cuenta, adoptemos otra perspectiva al percibirnos y valorarnos, y que demos por buenos esos sentimientos sin analizar de una manera crítica por qué el verano afecta de esa manera a nuestra autoestima.

Es más fácil aceptar como verdad revelada esa sensación de ser un proyecto fracasado de persona al vernos ante el espejo, que tratar de desmenuzar por qué sentimos eso y por qué le damos ese valor tan alto a cómo nos sentimos en esa situación concreta.

Así es como las inseguridades con nuestro cuerpo pueden intensificarse en verano

Pero… ¿Cuáles son las maneras concretas en las que el varano repercute en nuestra autoestima y en nuestra predisposición a sufrir problemas de angustia o ansiedad ante el espejo? Lo cierto es que hay centenares de factores que pueden entrar en juego dependiendo de la persona, pero hay algunos más relevantes que otros. Por lo general, los principales suelen ser los siguientes.

1. Intensificación del culto a la imagen corporal

Los seres humanos dependemos mucho del sentido de la vista, y el progreso de las nuevas tecnologías audiovisuales y ligadas a Internet, unido a la cultura de la inmediatez que ha promovido este, hace que hayamos llevado hasta sus últimas consecuencias la máxima de “una imagen vale más que mil palabras”.

Esto fomenta que veamos la imagen corporal como un reflejo de nuestra identidad, por lo que es muy fácil que de manera automática y semi-inconsciente nos obsesionamos con los pequeños detalles de nuestro cuerpo que consideramos imperfecciones porque no encajan con los cánones de belleza. Es decir, que si bien el culto a la imagen no habla mal de nosotros mismos, sí que genera las condiciones necesarias para que nos auto-examinemos hasta encontrar motivos por los que sentirnos mal con nuestros cuerpos.

2. Presión social alimentada por la sobreexposición en redes sociales

Para muchas personas, estar publicando imágenes de su cuerpo constantemente en sus redes sociales es casi una obligación. Ante ello, la llegada del verano explota las inseguridades propias, sobre todo teniendo en cuenta que hacerlo sin publicar ninguna fotografía en bañador o con ropa muy veraniega puede llegar a ser visto casi como una excentricidad o una señal de que no se cuenta con un cuerpo bonito.

3. Roles de género y sexualización del cuerpo femenino

No es ningún secreto que las mujeres sufren una presión mucho mayor por cuidarse y tener siempre una apariencia atractiva. A esto hay que añadirle que en el caso de ellas, el valor de una misma como persona está mucho más ligado al valor que se tiene como cuerpo sexualmente deseable.

4. Expectativas grupales ligadas al sentimiento de pertenencia al grupo

También puede jugar un factor importante la presión por no ser la persona que se auto-excluye de un grupo de amigos o de amigas por no querer participar en actividades que impliquen llevar ropa más ligera o bañador. Es decir, que no hacerlo puede ser visto como un problema, algo ante lo que hay que justificarse, algo que hace emerger el tema tabú de las inseguridades con el propio cuerpo y la baja autoestima.

5. Cultura de la realización de dietas extremas

Finalmente, cabe destacar que para muchas personas la llegada del verano va de la mano de la necesidad de seguir dietas que aunque son vendidas como una estrategia para tener un cuerpo saludable, en realidad son una bomba de estrés y ansiedad a causa del férreo control sobre las calorías ingeridas y los tipos de alimentos a evitar que proponen (o incluso pueden ser malas para la salud física directamente porque llevan a la desnutrición). Tanto esa obsesión por evitar las comidas inadecuadas como los problemas de salud que fomentan, son elementos que predisponen a sufrir complicaciones psicológicas como la ansiedad generalizada, el insomnio, la rumiación psicológica, etc.

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