Adaptación escolar en tiempos de pandemia: ¿y la ventilación emocional?
Ya llevamos unas cuantas semanas de regreso a las aulas y, en los diferentes medios, se habla mucho de que hay aulas que han tenido que cerrar porque hay alumnado que ha dado positivo, se habla de grupos de niños aislados, o de la amenaza de que vuelvan a tener que darse clases online.
Digo amenaza porque ha quedado claro que los niños y niñas necesitas estar juntos, volver a encontrarse y socializar, sentir el apoyo de su grupo de iguales, especialmente en el caso de la adolescencia. Necesitan salir de casa y estar en ese otro ambiente escolar que tantas cosas permite desarrollar a niños y jóvenes.
Llevamos varias semanas hablando de esto, y creo que hay otro tema del que se habla poco y, en mi opinión, es extremadamente importante.
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La imporancia de la ventilación emocional en los más pequeños en la vuelta al colegio
Si partimos de la base de que este curso es diferente a muchos otros, prácticamente a todos los demás, si tenemos en cuenta que el curso anterior se cerró de una forma totalmente inusual, estaremos de acuerdo en que estamos en un escenario distinto, que nunca antes se había producido con estas características.
No descubro nada nuevo si recuerdo que el alumnado de todos los niveles han pasado 6 meses sin ir a clase, sin estar en el entorno escolar y sin tantos y tantos aspectos de su día a día que, en algunos casos, eso ha hecho una mella mucho mayor de lo que se está teniendo en cuenta.
Así pues, me sorprende en gran medida que, después de estas semanas de curso, las clases pretendan seguir el ritmo curricular que toca. Creo imprescindible que el profesorado, los equipos directivos y quien corresponda, se den cuenta de que pueden estar haciendo algo mal, algo negativo para el alumnado.
Vamos por partes: ¿de verdad hay quien cree que pedirle a los niños y niñas que hagan una redacción de cómo han pasado el confinamiento y la pandemia es suficiente? Esta actividad ha sido, en muchos centros, todo lo que han dedicado a hablar de lo sucedido.
Creo que una redacción o una actividad puntual del tipo que sea (dibujo, dinámica de ejercicios o juegos), una sola actividad o dos en estas semanas, es completamente insuficiente. Considero que estamos dejando de lado algo muy importante, que es la necesidad de ventilación emocional que muchos niños y niñas (chicos y chicas) necesitan urgentemente.
No pretendo en absoluto poner en duda la importancia de seguir el currículo escolar, intentar recuperar el tiempo perdido, en las materias que corresponde, a pesar de que considero que las operaciones matemáticas, los conocimientos de lengua o de ciencias, son insuficientes en el desarrollo de unas personas que han vivido algo inaudito y que puede haberles afectado en lo más profundo de su ser y de su bienestar psicológico.
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¿Qué hacer?
Creo que sería bueno que, en estas semanas que llevamos de curso, se hubiera hablado mucho, mucho, mucho de cómo han estado ellos y ellas, haber dejado espacio a sus miedos, haber podido contar sus historias de vida, quién ha perdido a algún ser querido, si han sido abuelos o padres, tíos, vecinos con los que se cruzaban en el portal o en el parque.
Según mi punto de vista, también el profesorado debería compartir sus propias historias de vida y así permitir entender que esto es algo que nos afecta a todos y todas, compartir las vivencias sin trasladar en exceso los miedos o inquietudes que cada persona pueda tener. Creo que eso nos hace humanos, cercanos y conecta a las personas con personas.
Creo que hacer esto no es fácil; quizás no todo el profesorado está preparado (aunque se puede contar con otros profesionales, psicólogos por ejemplo), pero no nos olvidemos que estamos hablando de salud mental, que es salud, al fin y al cabo.
Si no nos damos cuenta de las necesidades emocionales de estas nuevas generaciones, tendremos un grave riesgo de enfermedad mental en la sociedad, en personas que, aunque hayan recuperado el ritmo en materias académicas, no serán capaces de afrontar situaciones futuras, como personas adultas, porque emocionalmente, no se habrán recuperado de algo vivido muy duro y de grandes dimensiones.
Me llama poderosamente la atención, en relatos de personas conocidas que se dedican a la docencia, o en tertulias de radio, escuchar que en los institutos no hay ese bullicio de aulas, patios o pasillos, entre otras cosas porque se cuida que no sea así. Me pregunto si el profesorado no se da cuenta de que, además de prevenir los contagios de COVID-19 entre el alumnado, hay que ayudar a prevenir las depresiones, los cuadros de ansiedad generalizada u otros trastornos más severos que se puedan presentar en el futuro. Hablemos de emociones, hablemos de cómo se siente cada cual, dejemos espacio para que las personas sientan que son importantes, entendamos que, actualmente, la gente es más importante que llegar a ver todo el temario completo.