Sadismo sexual: síntomas y características de esta parafilia
Durante la práctica del sexo, es natural que las parejas experimenten con ciertas actitudes que resultan excitantes. Por ejemplo jugar con cierto grado de control y dominio por parte de alguno de los miembros de la pareja es una circunstancia que ambos pudieran buscar.
En este artículo vamos a detallar en qué consisten las actitudes sádicas durante la práctica del sexo, además examinaremos hasta qué punto pueden considerarse normales y en qué momento pasan a convertirse en una parafilia (trastorno sexual). Repasaremos las características del sadismo sexual, y lo que implica desde el punto de vista de la psicología.
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¿Qué es el sadismo sexual?
Podemos decir que una persona tiene actitudes sádicas en su vida íntima cuando experimenta algún grado de placer al causar dolor físico o psicológico a su compañera o compañero sexual. Como hemos visto anteriormente, cierto grado de sadismo pactado y coreografiado es bastante común durante la práctica del sexo cuando no llega a ser un trastorno.
Tomando en consideración que mientras practicamos el acto sexual pueden aflorar ciertas conductas de dominio motivadas por nuestro lado más irracional, es frecuente que el sexo esté ligado a cierto grado de juegos de roles. Pero llega un punto en el que ya no se puede hablar de juego de roles, sino de violencia real.
Por lo general la persona con conductas sádicas puede llevar a cabo sus particulares prácticas de dominio y control (infringiendo algún tipo de dolor) con personas que estén al tanto de las mismas y las consientan sin problema, porque disfrutan de ellas. Las parejas compatibles sexualmente no tienen problemas con esta circunstancia. Pero en otros casos, este acuerdo no se da, o se da en desigualdad de condiciones.
Por otro lado, el trastorno de sadismo sexual representa un malestar significativo en la vida del sujeto que lo presenta, y también afecta de manera intensa a las compañeras o compañeros sexuales que este pueda tener.
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Síntomas y conductas típicas del sadismo
A continuación vamos a revisar un listado de conductas que son habituales en las prácticas sexuales y que tienen un componente intrínseco de sadismo.
1. El lenguaje soez
El lenguaje soez consiste en verbalizar palabras groseras hacia nuestra pareja sexual, que pueden hacerle sentir un grado de humillación. Por lo general este tipo de lenguaje está acompañado de otras conductas sádicas de carácter físico.
2. Las nalgadas
Una de las conductas más características y comunes del sadismo son las nalgadas. Estas no suelen verse propiamente como un maltrato, sino como una muestra de juego entre la pareja, a pesar de que en un estricto sentido sí conforman una agresión física, por mínima que esta sea, más allá de las consideraciones morales sobre si en cierto contexto son adecuadas.
3. Tirar del cabello
Otra de las conductas más habituales del sadismo en el sexo es el hecho de tirar del cabello de la pareja mientras se mantienen relaciones sexuales, o algún tipo de contacto íntimo (pudieran ser nada más que besos).
4. Rodear el cuello con las manos
Es tal vez una de las conductas más arriesgadas del sadismo, y se encuentra al borde de considerarse de riesgo. Se trata de rodear el cuello de la pareja a modo de estrangulamiento mientras se practica algún tipo de actividad sexual, por lo general la penetración.
¿Cuándo el sadismo se vuelve un problema?
Estas son solo algunas de las prácticas sexuales donde se pueden evidenciar conductas de sadismo, aparte de estas existe un abanico bastante extenso que dependerá de los gustos particulares de cada pareja.
Las parejas compatibles sexualmente no suelen tener ningún tipo de problema experimentando estas actividades, en vista de que no son acciones repentinas ni alevosas, sino que responden a un acuerdo previo respecto a los gustos particulares de cada uno de ellos.
Veamos ahora cuándo la conducta de sadismo puede pasar de ser algo natural durante el acto sexual, a convertirse en un problema significativo en la vida de las personas. Como hemos visto hasta ahora, el sadismo entendido como juego de roles y previo acuerdo no necesariamente implica un problema para las parejas, a menos de que afecte varios aspectos de su vida.
Pero si, por ejemplo, la persona siente que se le hace difícil controlar sus conductas agresivas durante la práctica de la actividad sexual, o si siempre conlleva un dolor con el que la otra persona no está conforme, el sadismo puede estar pasando de ser algo adaptativo a volverse un trastorno sexual (parafilia).
Veamos cómo son exactamente las características de un trastorno de sadismo sexual. El siguiente listado contiene los criterios que muestran si el sadismo es un inconveniente para el desarrollo natural de la sexualidad y de la vida de las personas que padecen este desorden.
1. La intensidad
La intensidad es determinante al momento de pasar de una situación adaptativa a una desadaptativa; no es lo mismo un leve tirón de cabello, una nalgada con fuerza moderada, o algunas palabras obscenas, a pasar a los golpes o a un marcado castigo físico y psicológico.
2. La frecuencia
La frecuencia se refiere a la capacidad del sujeto para controlar las conductas de sadismo, no en todo momento resulta adecuado o cómodo expresar el deseo sexual mediante prácticas de este tipo.
En algunos momentos se puede recurrir a otros métodos de índole más dócil, como besos, caricias, entre otras muestras sexuales que no impliquen maltrato. Si la persona es incapaz de dejar a un lado el maltrato y solo se centra en infligir dolor y humillación, podemos estar en presencia de un trastorno.
3. Áreas que afecta
El grado de afectación del trastorno por sadismo sexual va más allá del sexo, pudiendo interferir en varios aspectos de la vida cotidiana de las personas (familia, trabajo, etc.). El nivel de angustia es tan intenso que le impide al sujeto desarrollarse adecuadamente en la sociedad.
4. Comorbilidad con otros trastornos
La comorbilidad se refiere a que se pueden evidenciar síntomas de más de un trastorno al mismo tiempo; esto es algo habitual en los trastornos de la conducta sexual. Por ejemplo, cuando el sadismo pasa a ser un trastorno puede provocar dificultad para alcanzar el orgasmo, entre otros problemas.