Tópicos Testimonio Sociedad Suicidio

Tomás Santa Cecilia: «La conducta suicida es un problema de escala social»


Los pensamientos suicidas son una de las señales de alerta a las que más atención se les presta en el ámbito de la salud mental. Este tipo de ideas e imágenes mentales sirven muchas veces como ensayos antes de realizar un intento de terminar con la propia vida, y es por ello que desde hace décadas se trabaja para ofrecer herramientas a las personas que se sienten de esa manera.

En esta entrevista hablamos con el psicólogo Tomás Santa Cecilia, experto en uno de los modelos de intervención más eficaces con las personas que sufren ideación suicida: el cognitivo-conductual.

Entrevista a Tomás Santa Cecilia: la terapia ante los pensamientos suicidas

Tomás Santa Cecilia es psicólogo especialista en el modelo cognitivo-conductual; ofrece sus servicios como experto en intervención psicológica a particulares y empresas, tanto en su consulta de Madrid y también de manera online.

¿Cuál es el límite entre lo que se considera un simple ejercicio macabro de imaginación y los pensamientos suicidas?

Con relación a las conductas suicidas tengo que decir que el límite está en llevar a cabo el pensamiento suicida, en pasar del pensamiento a la acción, a la conducta. Es fundamental hacer esta distinción; lo que determina el límite es la intencionalidad de la acción.

Es importante destacar que el pensamiento suicida es una cosa y la conducta suicida otra. En el mundo se suicidan todos los años más de 1 millón de personas. En España más de 3.500 personas todos los años deciden quitarse la vida o lo que es lo mismo, 9 personas diarias se quitan la vida.

Estos son los datos de personas que se quitan la vida, otros datos son las personas que lo han intentado y que la cifra puede llegar a multiplicarse por 10. Del mismo modo pasa con las personas que lo han pensado alguna vez, en el transcurso de su vida, pero que no lo han llevado a cabo.

¿Las personas que desarrollan ideación suicida suelen dar avisos a algunos de sus amigos o familiares, para intentar pedir ayuda?

Este es un punto de vital importancia y que aún queda mucho por conseguir, creo sinceramente que es el gran talón de Aquiles de la Conducta suicida. La mayoría de las personas que pasan por esto no piden ayuda, y esta debe ser una de las alarmas que nos tiene que hacer ponernos en manos de un profesional “llevo tiempo pensando en ello, me voy a poner en manos de un profesional”.

Por un lado, se hace necesario educar a la población para que esta conducta no se convierta en “la conducta” la única opción ante determinados problemas o situaciones como, por ejemplo: problemas económicos, laborales, amorosos, sociales familiares o de otra índole. Para ello, se hace necesario trasladar a la sociedad que las dificultades se pueden abordar desde muy diversos planos y que no existe una sola solución ante un problema, esta es la clave, tenemos que hacer ver que hay diversas opciones a partir de aquí la cosa cambia.

En otra línea, es preciso potenciar los planes de prevención de la conducta suicida en la población encaminados a detectar signos o identificar factores de riesgo de una posible conducta suicida como son: presencia de trastornos mentales, aislamiento social, alcoholismo, drogodependencias, abandono de la medicación, depresión o en el caso de algunos jóvenes estrés académico.

Debido al estigma que hay alrededor del concepto de suicidio, ¿las personas que presentan pensamientos suicidas suelen reconocerlo desde la primera sesión de terapia?

Con normalidad sí, no claramente, pero a medida que avanza la sesión lo manifiesta. Los profesionales de la salud detectamos si hay factores de riesgo y encaminamos a la persona a que no lo manifiesten con tranquilidad y confianza.

¿Qué puede hacer un psicólogo en estos casos?

Se puede trabajar desde muchos frentes, a nivel preventivo, enseñando a que las personas pidan ayuda, que no esperen a que sea la única opción ante las dificultades de la vida. A nivel institucional desde la educación, desde los medios de comunicación desde las instituciones, lo importante es partir de la base de que la conducta suicida es un problema de magnitud social no individual que todos los años se cobra más de 3.500 vidas.

En el plano más individual, una vez que se descarta la enfermedad mental se le hace ver a la persona que la conducta suicida puede ser una solución definitiva e irreversible ante un problema temporal, esta es una de las claves que debemos trasladar a las personas, enseñarle a que no lleve a cabo conductas autolesivas y que son irreversibles.

Como profesional de la psicología, ¿dirías que es complejo ayudar a las personas con ideación suicida a transformar las creencias desde las que interpretan la realidad y lo que les ocurre?

Es importante crear con el profesional un buen vínculo que permita ganar confianza a la persona y permitir de esta manera ir construyendo un programa de afrontamiento ante situaciones, confianza en uno mismo y adquisición de estrategias y herramientas antes los conflictos y dificultades.

Tenemos que enseñar que hay una serie de factores que predisponen pero que no condicionan como pueden ser: abusos sexuales, desadaptación escolar, académica o laboral, conflictos paterno-filiales o rupturas sentimentales entre otros.

Y en cuanto al cambio de maneras de relacionarse con el entorno y con los demás, seguramente no es fácil, teniendo en cuenta que la depresión va de la mano de la falta de energía y de motivación para probar cosas nuevas. ¿Cómo se consigue esto mediante el modelo cognitivo-conductual?

En el caso concreto de la depresión y la conducta suicida hay que decir que no todo el que tiene depresión va a tener conducta suicida y al revés no toda conducta suicida lleva detrás un estado depresivo, se dan casos y es un factor más a valorar por los profesionales de la salud.

En este caso la complementación de terapias como puede ser la psicofamacológica o la terapia cognitivo conductual tienen buenos resultados en la remisión de esta ideación suicida.

¿Cómo van produciéndose los cambios a mejor, tras varias semanas de terapia?

El paso importante y decisorio es que la persona recobre la confianza en sí misma, que vea que hay opciones, que no está solo. Esto permite al profesional empezar a trabajar de manera eficiente y sobre todo encaminándonos a estilos de afrontamiento saludables. A medida que la persona se enfrenta a situaciones que antes se suponían inalcanzables o insuperables el resto viene rodado. Hay que decir que cada persona lleva su proceso, su tiempo.