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La figura del coach como agente de cambio en el siglo XXI


El año 2020 ha marcado un antes y un después en la historia.

Hemos incorporado a nuestro día a día palabras como incertidumbre y resiliencia, nos hemos acostumbrado a vivir sin abrazos, a trabajar sin pisar la oficina o a compartir momentos especiales con una pantalla de por medio. Y todo ello en menos de doce meses.

Para una sociedad en la que el contacto social, la estabilidad y las costumbres eran unos de sus pilares tradicionales, la situación que estamos atravesando supone una ruptura difícil de olvidar y, en algunos casos, también de superar.

Y es que, por mucho que nos gustaría, ya nada volverá a ser igual. Consecuencia de ello, el estrés, la frustración, la apatía o el desánimo se han incorporado a la rutina. Pero también aprendizajes como la importancia de valores y principios como la solidaridad, la calidez humana, el civismo o la libertad.

La importante labor del coach como agente de cambio

Somos conscientes de que nos encontramos en un momento de cambio y transformación: ¿por qué no aprovechar la oportunidad para, entre todos, construir un mundo mejor?

Son muchas las empresas, organizaciones y personas que quieren contribuir a ello, pero no saben por dónde comenzar. Ayudarles a que asuman este nuevo desafío y lo culminen con éxito es una de las mayores satisfacciones para un coach. La pandemia les ha servido como vehículo de reflexión para comprometerse con el cambio.

Durante este tiempo, ya sea a nivel corporativo o individual, se han dado cuenta de que se encontraban perdidos y no avanzaban hacia la dirección deseada, de que las carencias superaban a sus motivaciones y de que la desconexión con sus valores era absoluta.

Saben que para transformar el mundo tienen que empezar por ellos mismos y que la figura del coach profesional se hace imprescindible para poder alcanzarlo.

Y es que un proceso de coaching no solo les permitirá llegar a un autoconocimiento pleno, sino también sacar su máximo potencial; todo ello en pro de conseguir sus metas y alcanzar aquello que desean.

Además, les dotará de una serie de herramientas poderosas que, en caso de repetirse acontecimientos similares al actual (uno de los principales miedos a día de hoy), les permitirá gestionar por sí mismos la situación con calma y buenos resultados.

Y aunque a priori pueda parecer imposible sacarlo adelante sin presencia física y mediante comunicación virtual, es más que factible. De hecho, esta tendencia hacia lo online favorece el trabajo del coach.

Formar parte de la transformación del mundo

En la era digital, un ordenador conectado a Internet nos permite viajar, sin salir de casa y en cuestión de segundos, a cualquier rincón del planeta; encontrarnos a miles de kilómetros de nuestro hogar y poder sentir cerca a la familia o comerciar con países remotos en tan solo un par de clics.

Los cambios en los hábitos de vida que se han ido implementando en los últimos años se han acelerado en estos meses.

Así pues, esto permite al coach ayudar a millones de personas, empresas u organizaciones de todo el mundo, ya sea desde el sofá de su casa o desde la tumbona de una playa paradisíaca.

La gran demanda, tanto por parte de instituciones como a nivel individual, de procesos de coaching (más aún desde el pasado año) y las facilidades laborales para ejercitar la misma sitúan a la profesión de coach entre las mejores del siglo XXI. Por no decir la mejor.

Y es que no existe profesión alguna que genere mayor satisfacción. No en vano, el coach pone toda su pasión para contribuir a dejar una bonita huella para las generaciones presentes y futuras.

Si deseas convertirte en agente de cambio y contribuir con tu trabajo a crear un mundo mejor, en D’Arte Human and Business School te formamos para ello.

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