Misofonía: el odio a ciertos sonidos irritantes
El listado de alteraciones mentales que pueden llegar a perjudicar nuestra calidad de vida crece a medida que se van conociendo casos de pacientes aquejados por problemas difíciles de concebir tiempo atrás.
La misofonía, o sensibilidad selectiva a sonidos de baja intensidad, podría ser uno de los nuevos trastornos mentales a añadirse en los manuales diagnósticos como los DSM.
¿Qué es la misofonía?
La misofonía, que significa "odio al sonido", es descrita como una alteración mental que ocurre cuando sonidos cotidianos de baja intensidad producen demasiado malestar. El hecho de oír cómo alguien mastica, el sonido de un bolígrafo deslizándose sobre el papel o el que emiten ciertas personas que llevan suelas de goma cuando caminan sobre una superficie lisa puede llegar a ser una tortura para las personas con alguna forma de misofonía, ya que tienen muy poca tolerancia ante cierto tipo de estímulos auditivos.
Así pues, allí donde hay misofonía hay un umbral de tolerancia demasiado bajo ante ciertos ruidos de baja intensidad, lo cual hace que estos desencadenen un estado de estrés, rabia y fuerte malestar en la persona que la experimenta, dependiendo del tipo de ruido al que le tenga aversión: el ruido al masticar, los carraspeos de una persona que se aclara la garganta, etc.
Las consecuencias del "odio al sonido"
Las personas con misofonía se distinguen del resto de la población en el grado en el que sienten malestar por sonidos cotidianos que no se escuchan lo suficientemente fuerte como para dañar el sistema auditivo y generar dolor. Muchas personas pueden notar que "les da rabia" escuchar muchas veces cómo mastica su acompañante, pero las personas con misofonía llegan a sentirse tan mal por cierto tipo de sonidos que son capaces de modificar sus hábitos para no tener que escucharlos, lo cual muchas veces las lleva a aislarse en una zona que consideran segura, o bien a utilizar tapones para los oídos en ciertos contextos.
Además, como la conexión entre los estímulos auditivos y la aparición del estado de malestar es tan directa, muchas veces pasan a estar de mal humor de repente, lo cual puede producir discusiones en el ámbito familiar o en el círculo de amistades.
Posible nuevo trastorno mental
La primera vez en la que alguien utilizó el término "misofonía" fue en el año 2000, cuando los neurocientíficos Pawel y Margaret Jastreboff describieron una alteración psicológica caracterizada por una baja tolerancia a sonidos específicos. Por lo reciente de este concepto, actualmente se desconocen sus causas y el nivel de incidencia que tiene sobre la población. Sin embargo, se cree que su causa se encuentra en el cerebro, donde la activación de neuronas asociada a un estímulo auditivo estaría asociada, a su vez, a una experiencia estresante o irritante. De momento ya se ha demostrado experimentalmente que las personas con misofonía muestran una mayor conductividad eléctrica en su piel cuando son expuestas a los sonidos que encuentran estresantes, algo que no ocurre con el resto de individuos. Se trata de una reacción fisiológica inmediata.
Además, la gravedad de ciertos casos de misofonía ha hecho que en los últimos años varios investigadores defiendan la idea de que este fenómeno debería ser incluido en los manuales diagnósticos de trastornos mentales, para poder identificar fácilmente esta alteración y desarrollar programas de investigación y de tratamiento sobre unas bases consensuadas.
De momento, ya se ha desarrollado una herramienta para ayudar a identificar los casos de pacientes con misofonía, la Misophonia Activation Scale, con 11 grados de intensidad en los síntomas: desde la ausencia de molestias al escuchar un sonido hasta el uso de la violencia desencadenada por el fuerte malestar que produce un ruido.
Tratamiento para la misofonía
Al igual que lo que ocurre con el tinnitus, las propuestas de tratamiento para los casos de misofonía se basan en plantear estrategias para convivir con esta alteración, ya sea a través de la terapia cognitivo-conductual o enseñando estrategias específicas para protegerse del sonido que produce aversión sin que la vida afectiva y familiar se vea muy perjudicada.
Mientras no se descubra una solución para hacer que los síntomas desaparezcan, la intervención se centra en enseñar estrategias de afrontamiento y en asegurar que la familia, los amigos y los compañeros de trabajo de la persona con misofonía estén al corriente sobre sus necesidades y sepan qué hacer en cada caso.