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¿Cómo estudiar para la universidad? 7 consejos psicológicos


Estudiar para la universidad, especialmente para quien no cuenta con mucha experiencia en una facultad, puede resultar todo un reto. Está claro que hay carreras más difíciles que otras, pero hay algo que está claro: prepararse para los exámenes universitarios y estar al día de los temarios dados en las asignaturas de la universidad exige más preparación de la que cabría esperar en una escuela normal o un instituto.

Así pues… ¿cómo estudiar para la universidad? ¿Cómo podemos adoptar esos hábitos de estudio que nos permitirán adaptarnos bien al ritmo de trabajo y de aprendizaje que se espera de nosotros en una facultad? Veámoslo.

Cómo estudiar para la universidad y aprender semana a semana

A la hora de adaptarse al tipo de estudio típico de una universidad, ten en cuenta las siguientes indicaciones e ideas clave.

1. La autonomía es lo que importa

Lo primero que debes saber es que en el mundo universitario la persona directamente involucrada en el aprendizaje es, claramente, cada uno de los alumnos. Si en los institutos la poca experiencia de los alumnos tenía que ser compensada por una actitud muy proactiva por parte de los profesores, esta lógica ya no existe en la universidad. Los estudiantes deben hacer lo necesario por ir al día en los contenidos que imparten en clase, sin esperar la ayuda de nadie (más teniendo en cuenta que en la mayoría de facultades hay muchísimos más estudiantes que profesores).

Así pues, deshazte de la idea de que detrás de ti hay una red salvavidas de personas dispuestas a evitar que tengas que repetir asignaturas o pagar nuevamente por presentarte a exámenes. Esto ya no funciona así.

2. Las clases presenciales son un recurso importante

Mucha gente cree que las clases son simplemente ese lugar al que hay que asistir para que no les descuenten nota por asistencia. Sin embargo, hay algo que hace de estos espacios algo muy valioso: sirven para plantear dudas.

Existe la costumbre de ver las preguntas en clase como una rareza, algo que solo enlentece el ritmo del temario. Sin embargo, son la esencia de lo que significa enseñar. La sesión de preguntas sirve para rellenar las lagunas de conocimiento que quedan entre lo que se explica y lo que se aprende analizando lo que dicen los profesores. Lo normal es que aparezcan este tipo de vacíos de conocimiento, de modo que hay que hacer algo por evitar que sigan existiendo.

Plantear una duda en voz alta es algo que puede evitarnos minutos e incluso horas de buscar entre los apuntes, revisar la bibliografía, consultar a otros alumnos, etc.

3. Crea un calendario

Debes evitar por todos los medios hacer que tus ratos de estudio dependan de las fechas en las que tienes exámenes para ponerte a revisar los apuntes pocos días antes.

Para ello, crea calendarios desde la primera semana del semestre, ubica los días de los exámenes, y crea un primer boceto de tus sesiones de estudio para cada asignatura. Teniendo en cuenta que para optimizar tus tiempos de estudio deberías dedicar tiempo a estudiar todas las asignaturas al menos una vez a la semana, reparte esas sesiones para que te quede un calendario compensado.

4. Crea esquemas

No te limites a leer lo que pone en los libros, en las fotocopias y en los apuntes que has tomado a medida que escuchabas lo que se decía en clase. Redacta tus propias versiones de esos contenidos. Puede parecer una tarea “extra” innecesaria, ya que teóricamente implica duplicar algo que ya existe en otros soportes visuales, pero en realidad no lo es. El motivo es muy sencillo: hacer eso te exige expresar en tus propias palabras un contenido y hacer que forme un “todo” coherente.

Por ejemplo, realizar esta actividad con el contenido a aprender permitirá que detectes a tiempo esos “vacíos” de conocimiento y esas aparentes contradicciones que, de otro modo, solo llegarían a tu conocimiento en el momento de hacer el examen o poco antes. Además, hará mucho más fácil el estudio, pues tener todo el contenido en un único lugar y formando parte de un texto estructurado de una manera que para ti tenga sentido facilita mucho las cosas.

Por otro lado, el hecho de escribir de nuevo los contenidos del temario hace que los memorices mucho mejor de lo que lo harías simplemente leyendo, pues hace que esa información quede mejor fijada en tu memoria.

5. Si puedes, estudia en grupo

Las sesiones de estudio en grupo son una manera ideal de detectar a tiempo dudas que de otro modo no se te habrían ocurrido. Gracias a estas sesiones, quedan centralizadas esas preguntas difíciles que habrían quedado fuera de tu radar si te limitases a estudiar a tu aire, sin contar con los demás. Eso sí, asegúrate de estudiar con gente que tenga un nivel de conocimientos similar al tuyo, o podría ser una experiencia frustrante.

6. Pasa por exámenes imaginarios

Al final de cada sesión de estudio, plantéate preguntas de un posible examen imaginario. De ese modo aparecerán dudas en un ambiente controlado, en el que en caso de no saberlas puedes ir a las fuentes. Aquellas que hayan supuesto un reto te las aprenderás bien simplemente porque te habrán hecho pasar por un momento de tensión e incertidumbre, con lo cual te acordarás de ellas en el futuro. La memoria emocional es muy poderosa.

7. Crea pausas para descansar

Ninguna sesión de estudio de más de una hora es soportable. Lo idea, para rendir bien, es que vayas planteando pequeñas pausas de unos diez minutos cada tres cuartos de hora, aproximadamente. De esa manera irás descansando de una manera adecuada, preparándote para afrontar la siguiente sesión de estudio teniendo plenas facultades.