Culpa en la maternidad: por qué aparece y cómo gestionarla emocionalmente
Ser madre no es tarea fácil, conlleva aprender mediante experiencias y saber cómo adaptarlo a nuestros otros roles.
La culpa aparece como un sentimiento habitual en las mujeres sobre todo cuando son madres, ya que este rol supone una gran responsabilidad, queriéndolo ejecutar lo mejor posible, siendo normal que no siempre se cumplan o se alcancen las expectativas deseadas.
Por tanto, para que esta culpa afecte lo menos posible a la madre y a su hijo, es importante que aprenda a aceptar, sabiendo que este sentimiento no la hace peor madre y que no hay un modo de actuar correcto. Permitirte vivir la experiencia de ser madre que tú quieras, ya que este es el único modo de conseguir ser feliz y formar un vínculo sano y seguro con tu bebé.
En este artículo explicamos mejor por qué aparece la culpa en las madres y qué efectos genera, mostrando también algunas recomendaciones para que la puedas afrontar mejor y disminuir su intensidad.
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El sentimiento de culpa en las madres
Ser madre es un rol que la sociedad ha asumido como habitual y se impulsa la idea de que todas las mujeres deben y pueden realizarlo. Al ser un hecho frecuente la maternidad se puede ver como una actividad fácil, pero lejos de ser así ser madre comporta una serie de dificultades, contradicciones, pensamientos y emociones agradables, pero también desagradables que pueden alterar nuestro estado, como puede ser miedo, frustración, incertidumbre o culpa.
El rol de la maternidad se entiende como intrínseco, como algo que todo mujer debe saber hacer por el simple hecho de ser mujer y muchas veces se deja de considerar y tener en cuenta la dificultad, responsabilidad y complicaciones que comporta la tarea de tener y cuidar de un niño. Sumado a esta falta de visión de dificultad también se concibe como obvio que la mujer siempre sabrá como actuar de manera más correcta y que así lo debe hacer siempre mirando primero por el bebé.
Este pensamiento está en la mujer antes de tener a su hijo y se intensifica con el nacimiento de este, viéndose también reforzado por la creencia general de la sociedad. El pensamiento de que su conducta debe ser siempre la mejor, que siempre tiene que saber cómo actuar y que siempre debe anteponer a su hijo ante el resto de necesidades son creencias difíciles de cumplir siempre y que en muchas ocasiones entran en contradicción con otras generando de este modo el sentimiento ya apuntado de culpa.
La culpa surgirá en las madres cuando se den cuenta de que realmente es imposible ser una madre modelo y cumplir todas las creencias y expectativas que se habían marcado, cuando aparezcan en su mente pensamientos que contradicen al pensamiento que debería tener y cree que está haciendo algo mal y debería corregir y actuar mejor para un beneficio propio y para las personas de su entorno.
Es habitual pensar que para hacer bien algo tenemos que centrarnos solo en eso y olvidar todo lo otro, pero en este caso para conseguir una mejor actuación a largo plazo y un mejor estado de la mujer, es mejor que no deje de lado otras funciones y recuerde que también tiene otros roles como mujer, hija y el más importante como persona individual.
Dado que es difícil (por no decir imposible) cumplir con todas las expectativas que nos formamos de cómo debe ser una buena madre, aparecerán en la mujer pensamientos como: “no soy suficientemente buena como madre”, “no lo sé hacer bien”, “me siento cansada”, “lo podría hacer mejor”... Vemos pues que son pensamientos muy generales y que están vinculados y dependen de muchas conductas y actuaciones.
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¿Por qué aparece este sentimiento de culpa?
El sentimiento de culpa aparece cuando creemos que no estamos haciendo algo bien y pensamos que lo podríamos hacer mejor. Incluso en ocasiones no solo es una creencia originada en la autovaloración individual; puede que nos sintamos juzgados por los demás y este hecho también nos comporte un sentimiento de culpa.
En relación con la maternidad, la culpa es un sentimiento bastante habitual, ya que siempre habrá un modo de actuar o proceder mejor, siempre se podrá ser más paciente, más comprensiva, más cariñosa, más responsable… fijándonos siempre en los aspectos negativos. El nivel de autoexigencia es muy elevado siempre queriendo hacer lo mejor posible para que nuestro hijo tenga lo mejor.
Una de las mayores contradicciones llega cuando la madre se da cuenta de que también necesita descansar, desconectar... En definitiva, dedicarse tiempo a sí misma. Esta sensación hace que surja la culpa, ya que creerá que está incumpliendo la tarea de ser madre y que es egoísta por preferir dedicarse tiempo a ella misma en vez de al bebé.
De este modo vemos cómo, para que aparezca la culpa, no es necesario que la madre realmente actúe mal o haga algo mal hecho, sino que emerge de las expectativas y del querer hacerlo todo perfecto. Por tanto, no es un indicador de mala conducta en la madre. Es decir, es habitual que la madre esté actuando bien, haciéndolo bien, pero tenga sensación de culpa.
Así pues, existe un imaginario social, una creencia de lo que significa ser madre y cómo se debe actuar, que realmente es lo que termina por generar la culpa. Muchas veces una manera de actuar no es mejor que otra, sino que dependerá de cuál se adapte mejor con la manera de hacer de cada madre o familia.
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¿Cómo afecta la culpa en la maternidad?
Este sentimiento de culpa tendrá un efecto negativo en la madre, ya que no le dejará actuar como realmente ella lo haría o si opta por hacer lo que desearía realizar, su estado de malestar aumentará sintiéndose más culpable y peor madre. Del mismo modo, también afectará a la relación entre el bebé y la madre, porque la autoculpa constante de la madre creará una barrera entre los dos que dificultará la creación de un vínculo o apego seguro.
Es decir, puede que por el hecho de sentirse mal por no actuar como teóricamente es la mejor manera, se vea más perjudicada la relación con el hijo, repercutiendo más en él que si simplemente la madre actuara como ella lo siente. Vemos pues cómo la culpa es invalidante, afectando en nuestra conducta y en cómo nos relacionamos con los demás, la madre puede quedar anulada, transmitiendo esa sensación al hijo y dejando de lado lo que realmente es importante alterando así a la capacidad de conectar con él.
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¿Cómo afrontar la sensación de culpa?
Un punto que es muy relevante recordar es que hay muchas maneras de actuar como madre siendo todos iguales de válidas. Es imposible que haya un único modo de actuación correcto, ya que cada persona somos distintos y, por tanto, cada uno necesitaremos cosas diferentes para estar bien. Los niños son distintos, las madres son distintas, las familias son distintas entonces el modo de actuar también puede ser distinto.
Así pues, veamos cómo podemos disminuir esta sensación de culpa que nos perjudica en nuestro rol de madre, a nosotras mismas y a nuestra relación con el bebé.
1. Ser consciente de cómo me estoy sintiendo
Muchas veces nos sentimos mal, con malestar, pero no nos paramos a comprender qué es lo que nos genera este mal que es lo que no nos deja estar bien. Es fundamental identificar los pensamientos que generan la sensación de culpa para así poder afrontarlos y disminuirlos.
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2. Normalizar la culpa
Como la culpa es un sentimiento más que aparece en distintas facetas de nuestra vida, a veces siendo funcional e indicándonos que debemos cambiar y mejorar y otras perjudicándonos y no dejándonos ser nosotros mismos. Por tanto, como madre debemos asumir que este sentimiento es muy probable que aparezca, pero no debemos darle mayor importancia, si vemos que realmente no estamos haciendo nada malo, intentaremos aceptarlo, aprendiendo a convivir con él y será este el modo en el que conseguiremos que esta disminuya.
3. Ser madre es un aprendizaje constante
Ser madre es algo que aprendemos con la experiencia, equivocándonos y rectificando adaptándonos a las distintas circunstancias y a nuestro bebé. Así pues, volvemos a ver como el actuar de un modo u otro dependerá de la situación y vivencia de cada uno, no pudiéndonos culpar por no hacerlo de un modo en concreto. No existe un manual de cómo ser una buena madre, es algo que iremos aprendiendo y modelando a lo largo de la maternidad.
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4. Hay tiempo para todo
Cada persona tiene distintos roles, siendo todos ellos compatibles entre sí, pudiendo adaptarse unos a otros para poder ejercerlos todos. Asimismo, ser madre no quiere decir perder las otras funciones, puedes seguir trabajando, quedar con tus amigas, salir con tu pareja o dedicarte tiempo a ti misma, a hacer lo que a ti te gusta, ya que este es un buen modo de recargar pilas y recuperar energía.
No podemos satisfacer correctamente las necesidades de nuestro bebé si no tenemos cubiertas las nuestras, si no descansamos, si no nos cuidamos y si no tenemos tiempo para nosotras.
5. Escoge tú cómo quieres actuar como madre
Es normal que la gente de nuestro alrededor nos quiera dar consejos, ya que seguramente hayan pasado por la experiencia de ser madre y nos quieren ayudar, pero como hemos visto, en ocasiones el modo de hacer que nos proponen no es el que nosotras haríamos. Por tanto, es bueno escuchar todas las recomendaciones para coger ideas y saber distintas maneras de proceder, pero quien tiene la decisión final de cómo actuar eres tú.
No te sientas culpable por actuar como tú lo sientes porque es el único modo de sentirte bien contigo misma y atender mejor a tu hijo.
6. Expresa cómo te sientes
Muchas veces entendemos que si nos sentimos culpables es porque hemos hecho algo mal o que es algo raro sentirse así, no somos buenas madres. Pero si compartimos estos pensamientos y sentimientos con otras personas, sobre todo con otras mujeres que son madres, nos daremos cuenta de que esta sensación de culpa es habitual, tranquilizándonos y ayudándonos a entender que no somos peores por tenerlo.