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Amor propio: razones para cultivarlo, y cómo hacerlo en 5 pasos


El amor propio es un ingrediente muy importante para gozar de bienestar psicológico. Se haga lo que se haga, si no le damos valor, no tendrá ningún significado ni contribuirá a que nos sintamos bien con quiénes somos.

Sin embargo, el amor propio es algo que normalmente es visto de un modo muy distorsionado, ya que la mayoría de las personas piensa en él como si fuese el resultado de llegar a ciertos objetivos vitales que supuestamente todos compartimos: ser popular, tener un cierto poder adquisitivo, tener capacidad para resultar atractivo, etc. Esto es una ilusión, tal y como veremos.

Por qué es importante el amor propio

El amor propio, asociado a la autoestima, es algo que lleva toda la carga emocional positiva vinculada a nuestro autoconcepto. Digamos que por un lado tenemos información sobre quiénes somos y lo que hemos hecho en lo que llevamos de vida, y por el otro tenemos las emociones asociadas a esa especie de autobiografía y a ese concepto del Yo.

El amor propio puede ser tan importante que nos llevará a cambiar radicalmente nuestros objetivos a corto, medio y largo plazo si sentimos que lo que llevamos tiempo haciendo, aunque lo hagamos bien, no habla bien acerca de quiénes somos. Por eso es necesario detenerse a escucharlo y regular bien las emociones que lo median a la hora de proporcionarnos unas “gafas” con las que nos juzgamos a nosotros mismos.

Cómo aumentar el amor propio: 5 consejos

Antes que nada, hay que tener en cuenta que el amor propio no es algo que se cultive simplemente con introspección y con reflexión. Este aspecto psicológico forma parte de la dimensión emocional del ser humano, que va más allá de nuestra capacidad a la hora de usar la lógica, de razonar. Si bien el poder de la razón puede ayudar, no es por sí mismo suficiente para trabajar la autoestima. Esto puede verse ya en el primer consejo de la serie que repasaremos a continuación.

1. Valora tu grupo de referencia

El amor propio depende siempre de cuál sea nuestro grupo de referencia. Si damos por sentado que la normalidad es, por ejemplo, encajar en un grupo de estudiantes de élite de Harvard, en caso de no llegar a los objetivos académicos que otros sí alcanzan hará mella en nuestra autoestima, ya que en ese círculo social esto es algo muy valorado, especialmente a causa de su carácter competitivo.

Sin embargo, teniendo exactamente las mismas capacidades y personalidad, podríamos tener una autoestima muy buena en otro entorno social más rico y heterogéneo. La clave es que nuestra manera de socializar, y los espacios que elegimos para socializar, crean el marco de referencia a partir del cual empezamos a valorar nuestras propias competencias. Independientemente de si esto último lo hacemos de un modo racional o no, lo primero es algo que escapa a la razón.

Así pues, antes que nada, valora si tu marco de referencia es adecuado o si crea expectativas que no son realistas. No se trata de subir o bajar el nivel; se trata también de pararse a pensar si aquellos rasgos personales en los que las personas de esos entornos sociales se fijan para atribuir valor son algo que realmente tenga un significado para nosotros. Por ejemplo, en el caso de los estudiantes de Harvard, las notas obtenidas pueden importar mucho, pero este criterio puede no valer nada en otro círculo social en el que lo principal sea la creatividad e incluso las habilidades sociales y el sentido del humor.

En definitiva, el amor propio se ve muy influido por el grupo de referencia y el modo en el que seríamos valorados según sus criterios, pero nosotros también podemos valorar si ese grupo de referencia nos satisface o no.

2. Aléjate de las personas eternamente negativistas

Hay personas cuya estrategia para socializar consiste en hacer que el resto de personas se sientan mal consigo mismas. Puede sonar como algo que no tiene sentido, pero en realidad lo tiene, si se cumplen ciertas condiciones. Si se crea una dinámica relacional en la que la persona está recibiendo críticas constantes por parte de otras, se crea la idea de que la que critica tiene mucho valor al ser capaz de “ver” esas imperfecciones en los demás, y que por consiguiente permanecer a su lado es una forma de ganar valor a ojos de los demás.

Este tipo de vínculos sociales, por supuesto, actúan como una hipoteca para el amor propio; se está recibiendo constantemente críticas gratuitas e innecesarias simplemente por la costumbre, y a cambio se obtiene una supuesta ventaja si solo sirve mientras nos mantengamos cerca de la otra persona.

Terminar con este tipo de relaciones, ya sea alejándonos físicamente de la persona o facilitando su cambio, es necesario para que el amor propio no siga desgastándose.

3. Valora sus fortalezas y debilidades

Tener apuntadas de manera literal esas características nuestras que interpretamos como imperfecciones y aquellas que creemos que son positivas, nos ayuda a tener una referencia acerca de cuál es nuestro estado inicial.

Gracias a esto será más fácil detectar esos momentos en los que nuestro estado emocional del presente esté distorsionando aún más nuestro autoconcepto, que ya de por sí es algo hasta cierto punto móvil y arbitrario.

Por ejemplo, si creemos que nuestra capacidad para escuchar y tener conversaciones profundas es buena, pero ocurre algo que nos hace sentir mal y pasamos a ver esto también como una imperfección, tendremos motivos para pensar que no es una conclusión acertada. Y si ocurre algo que nos lleva a pensar en una característica que consta como imperfección en ese registro, será más fácil pensar en las limitaciones de esta, en que no constituye la totalidad de lo que somos, ya que otros muchos rasgos similares comparten la misma jerarquía que ella en la lista de defectos y fortalezas.

4. Aprende

El amor propio se cultiva también haciendo algo que nos muestre que estamos progresando. Si creemos que nuestras habilidades sociales son malas y que eso no debería ser así, el simple hecho de trabajar esa faceta de nosotros hará que pensemos mejor acerca de nosotros mismos, ya que pone la alcance de nosotros la posibilidad de comprobar progresos.

5. Conoce gente

Cuantas más personas se conozca, más fácil será conocer a aquellas con las que se conecta, y que ven en nosotros cualidades que otros no veían. Tal y como hemos visto, uno piensa en sí mismo fundamentalmente a partir de los adjetivos y categoría semánticas que está acostumbrado a usar con los demás. Si las palabras y conceptos que pueden ser usados para referirse a nuestras cualidades positivas son poco usadas en un círculo social, será poco probable que reparemos en ellas.