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Habilidades no cognitivas: qué son, tipos y ejemplos


Las habilidades no cognitivas son relativamente independientes de la inteligencia del sujeto, y es importante trabajarlas y entrenarlas desde la infancia para poder conseguir un buen desarrollo social, cognitivo y emocional.

En este artículo describiremos qué se entiende por habilidades no cognitivas, veremos ejemplos de algunas de ellas y presentaremos algunas técnicas y programas que se utilizan para trabajarlas y potenciarlas.

¿Qué son las habilidades no cognitivas?

Las habilidades no cognitivas, o también denominadas habilidades socioemocionales, abarcan un amplio espectro de aptitudes o rasgos como son la empatía, la resiliencia, el autocontrol o incluso las características de personalidad como serían la extroversión o apertura a la experiencia.

Estas habilidades son independientes de las habilidades cognitivas, es decir, las podemos desarrollar aunque estas últimas se encuentren alteradas, pero sí que se relacionan unas con otras, esto significa que las habilidades no cognitivas funcionan como base para un correcto funcionamiento de las capacidades cognitivas.

De este modo, las habilidades no cognitivas nos facilitan que podamos aprender y desarrollemos nuestro conocimiento y son fundamentales para que el niño se desarrolle bien cognitiva, emocional y socialmente, manteniendo estos componentes en equilibrio. Por esta razón, dadas sus características, serán necesarias para que los niños tengan un buen funcionamiento y rendimiento escolar y el adulto consiga realizar un trabajo próspero en el ámbito laboral.

Se conoce que estas habilidades, como la mayoría de capacidades y características psicológicas de los seres humanos, tiene un componente genético, aunque también presenta influencia ambiental. Así pues, será posible trabajar, entrenarlas, para mejorar y potenciar su presencia en los sujetos.

Tipos de habilidades no cognitivas

¿Cuáles son las habilidades no cognitivas?

Existen muchas y distintas habilidades no cognitivas que, como hemos visto, serán fundamentales para el desarrollo del individuo. Pasemos pues a conocer mejor algunas de ellas.

1. Autocontrol

El autocontrol consiste en la capacidad de dominarse a uno mismo, de gestioar nuestros pensamientos, emociones y el comportamiento en general teniendo en cuenta nuestros intereses en un sentido global (y no solo prestandoa atención al aquí y ahora).

Para poder hablar de autocontrol se tienen que presentar dos características. La primera es que estén implicadas como mínimo dos conductas donde una será la respuesta controlada, es decir, la que queremos aumentar y otra u otras las controladoras, que nos permiten incrementar la respuesta controlada. El otro elemento necesario será que se dé o exista un conflicto de consecuencias entre las distintas elecciones de conducta, esto significa que realizar una u otra conducta conlleve consecuencias distintas, presenten importantes diferencias.

De esta forma hablaremos de control decisional cuando el conflicto queda resuelto en el acto o autocontrol prolongado en el cual aun efectuando la elección las respuestas conflictivas se evalúan continuamente, debemos seguir manteniendo la conducta de autocontrol durante más tiempo.

2. Motivación

La motivación se describe como una unión de fuerzas que se encargan de iniciar y dirigir la conducta del individuo. Es así como mediante la motivación podemos intentar comprender, explicar y modificar la conducta. Es la que fija un objetivo y nos impulsa para poder conseguirlo.

Existen dos tipos principales de motivación; la intrínseca, que sitúa su fuerza en el interior del individuo (es decir, el sujeto realiza la conducta como finalidad en sí misma, por el simple hecho de hacerla); y la extrínseca, donde contrariamente se fija la fuerza o motivación en el exterior (el sujeto realiza la conducta con el fin de conseguir una recompensa, la actividad por sí sola no le motiva).

3. Empatía

La empatía es la habilidad de ponernos en el lugar del otro, de identificar y sentir las emociones de la otra persona. De este modo, va mucho más allá de comprender sus habilidades es necesario, como ya hemos dicho, situarse uno mismo en el sitio del otro individuo.

Esa capacidad se irá desarrollando gradualmente a medida que nos vayamos socializando. Del mismo modo es un componente importante para poder tener una conducta altruista.

4. Resiliencia

La resiliencia se define como la habilidad que tienen algunas personas que pese a haber estado rodeados de factores de riesgo, en situaciones adversas, se han desarrollado psicológicamente de manera sana y correcta, con la capacidad de superar distintas adversidades y llevando una vida positiva, organizada o como ya hemos dicho sana pese al entorno complicado.

5. Autoestima

La autoestima hace referencia a cómo nos percibimos, nos evaluamos y nos valoramos a nosotros mismos.

Esta capacidad evoluciona y varía a lo largo de la vida del sujeto. Así, por lo general durante preescolar y en la edad adulta será cuando el individuo tendrá una autoestima más elevada; en cambio, ésta tiende a disminuir cuando el sujeto inicia la escuela, durante la adolescencia y en la vejez.

6. Perseverancia

La perseverancia es la capacidad de** mantenerse firme en la realización para la consecución de unos objetivos**. De esta manera también diremos que consiste en ser constantes para conseguir nuestras metas fijas, es decir, debemos tener una finalidad clara que justifique nuestra dedicación para alcanzarla.

Pese a las características positivas beneficios que nos aporta esta capacidad, un mal uso de esta o no control de ella, puede terminar por ser desadaptativo y disfuncional, ya que puede generar que el sujeto se quede anclado en realizar constantemente una acción, una conducta o en conseguir un objetivo inalcanzable, repercutiendo en su funcionamiento normal.

7. Habilidades sociales

Las habilidades sociales son un conjunto de capacidades o competencias que nos permiten interactuar y actuar de manera adecuada en la sociedad y que se verán y valorarán positivamente por los demás.

Es por esta razón que según el contexto las debemos adaptar, por ejemplo, no para todas las culturas se perciben y valoran igual las distintas habilidades sociales.

8. Autoeficacia

La autoeficacia es la seguridad en uno mismo o la convicción de que uno mismo puede realizar de manera satisfactoria la conducta necesaria para alcanzar una meta o resultado deseado.

9. Ética de trabajo

La ética de trabajo se define como la capacidad de percibir que el trabajo duro y con esfuerzo tiene un beneficio moral y que ayuda a fortalecernos para el logro de metas.

10. Rasgos de personalidad

Los rasgos de personalidad hacen referencia tanto a las cogniciones, las emociones como las conductas. En definitiva, al comportamiento que los sujetos tienden a comportarse de forma consistente en distintas situaciones, manteniéndose en el tiempo.

Han sido distintos los autores que han realizado diferentes clasificaciones de los rasgos de personalidad, nosotros nos centraremos en una de ellas que es el Big Five o los "cinco grandes". Este como su nombre indica describe 5 rasgos de personalidad.

Tememos la extraversión, que se relaciona con la cantidad e intensidad de interacciones interpersonales; el neuroticismo, que se vincula con el grado de ajuste emocional; la apertura a la experiencia, que tiene relación con el gusto por lo desconocido y por vivir experiencias nuevas; la responsabilidad, que se refiere a la capacidad de organización, de autocontrolar y de persistir para alcanzar sus metas; y la amabilidad, vinculada a la interacción social de manera positiva, empática.

Cómo entrenar y desarrollar las habilidades no cognitivas

Como ya apuntábamos en el primer apartado, las habilidades no cognitivas tienen componente tanto genético como ambiental. Es por este motivo que será importante trabajarlas y entrenarlas para alcanzar una mejor función de ellas.

De este modo, se recomienda que tanto desde la escuela como sus padres, enseñan y refuerzan el uso de las habilidades no cognitivas desde temprana edad, ya que estas serán esenciales para un correcto desarrollo cognitivo, emocional y social.

Así pues, se han propuesto distintas actividades o programas. Por ejemplo, realizar asambleas o debates donde los alumnos puedan dar su opinión sobre distintos aspectos de su colegio o de sus compañeros, tanto positivas como negativas, y poder proponer mejoras. Para que esta actividad sea útil el profesor debe hacer de moderador y vigilar que todos los alumnos participen.

Otra técnica que podemos utilizar es el role playing, es decir, plantear a los alumnos distintas situaciones siendo ellos los actores y practicando cuáles serían las distintas conductas o comportamientos más adecuados. También podemos servirnos de la técnica de las tarjetas emocionales que consiste en un conocimiento y trabajo emocional donde cada niño expresa y representa la emoción de la tarjeta que le ha tocado y de este modo se puede hacer un aprendizaje conjunto.

Para seguir conociendo y entrenando las emociones, para conseguir un buen uso de ellas y una cierta estabilidad, también podemos practicar la relajación. Por ejemplo, podemos trabajar con los niños para que conozcan y sitúen donde sienten la sensación de miedo, en qué lugar del cuerpo y después poder expresar qué notan, que sienten y compartir la vivencia.

Por último, desde la Universidad de Murcia se ha propuesto un Programa para trabajar las habilidades no cognitivas que recibe el nombre de "Educar para Ser". Este va dirigido a las primeras etapas educativas y termina en el último curso de Educación Primaria. Este programa utiliza cuentos, videos y distintas actividades donde se narran las diferentes aventuras de unos protagonistas que impulsarán el aprendizaje de las habilidades de autorregulación.