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¿Funcionan los trigger warning (avisos de contenido)?


En los últimos años la sensibilidad hacia todo tipo de temáticas se ha disparado. Ya sea en cuestiones sobre sexo, raza, género, orientación sexual o de cualquier otra índole hay temas que el público prefiere que se traten con delicadeza, o que directamente no se hable de ello.

En la última década se ha popularizado mucho los “trigger warnings”, una especie de mensaje o aviso que se da antes de tratar un asunto que puede herir sensibilidades. Si bien su propósito es evitar que víctimas de injusticias revivan una experiencia pasada, también los hay que son críticos con este tipo de avisos.

A continuación veremos si funcionan los trigger warnings, qué críticas se ha hecho y cómo se relacionan con el sufrir trastornos mentales.

¿Funcionan los trigger warning a la hora de proteger a las personas?

En los últimos años se han ido extendiendo los “trigger warnings” o avisos de contenido delicado en todo tipo de contenidos, tanto académicos como de ocio. Estos avisos se dan antes de explicar una temática o presentar un evento que puede herir sensibilidades, dado que en pueden representar algún tipo de acción violenta contra un grupo desfavorecido, minoría, orientación sexual, género, raza o clase social.

En principio, el objetivo de estos avisos es evitar que las personas quienes hayan sido víctimas de alguna injusticia y que dé la casualidad de que esa esté representada en el tema a tratar, recuerden su experiencia traumática y vuelvan a sufrir. La intención, en sí misma, es empática, queriendo que cualquier persona que expuesta a ese contenido no reviva algo que le hizo daño y tenga derecho a decidir no estar expuesta a tal material.

Sin embargo, se ha sugerido que este tipo de avisos pueden, en realidad, hacer más daño que bien, hipersensibilizando a quienes eran víctimas reales y contagiando ese miedo a personas que nunca han recibido una agresión o daño real.

Además, son cada vez más las personas que ven este tipo de avisos una forma de suavizar en exceso la realidad poniendo en peligro la libertad en la educación y la expresión artística. Maquillar o, directamente, censurar un contenido desagradable pero real es perjudicial para toda la sociedad.

Censura en la universidad

Los trigger warnings se han vuelto muy comunes en las universidades norteamericanas, especialmente en carreras de temática social como la sociología, la psicología, la filosofía y demás disciplinas de este ámbito.

Dada la mayor sensibilidad y concienciación de la sociedad para con los grupos que han sido objeto de opresión, ya sea por raza, sexo, género, orientación sexual o cultura, son cada vez más las personas quienes piden que los contenidos impartidos en la educación superior vengan con un mensaje previo advirtiendo de que pueden resultar ofensivos para algunos estudiantes.

Por ejemplo, si en una universidad se está impartiendo la asignatura de psicología forense, es bastante probable que en algún momento se hable del abuso sexual. En el contenido de la asignatura se pueden explicar testimonios reales de mujeres violadas o niños víctimas de pedofilia. El trigger warning se colocaría antes de iniciar el temario, con la intención de que si hay alguien en el aula que haya sido víctima de estos delitos, pueda prepararse mentalmente para ese temario o, directamente, tenga la opción de no querer verlo.

Para entenderlo de mejor manera. En vez de hablar de ciencias sociales hablemos de una disciplina médica como lo es la cirugía. Imaginémonos que tenemos a un profesor que va a explicar cómo realizar una operación de corazón pero, antes de enseñar el procedimiento, muestra el “trigger warning” de que se va a ver sangre, vísceras y objetos puntiagudos. Así da la opción a los que sean sensibles a estos estímulos a irse de clase mientras se enseña la operación. Quienes se van de clase, ¿cómo van a aprender a operar si evitan este contenido?

El problema de esto es que, si bien se debe sentir empatía y proteger a las personas que han sido víctimas de algún tipo de injusticia o violación de sus derechos, también se debe preparar a los universitarios como personas para enfrentarse a un mundo real, en el que se dan injusticias independientemente de si las han estudiado o no en clase.

Es decir, es muy poco educativo darle la opción al alumnado de no estudiar un determinado contenido porque les parece ofensivo. Además, la ofensa es algo extremadamente subjetivo, que no debería considerarse como un argumento sólido para censurar el saber y el debate.

¿Se puede hacer frente al racismo sin saber lo qué es? ¿Se puede luchar por la igualdad de género sin conocer la opresión hacia las mujeres? Estas temáticas son de obligado estudio para poder llevar a cabo una lucha verdadera que mejore las condiciones de toda la población. No estudiarlas impide reconocer la verdadera injusticia y luchar contra ella.

Los avisos de contenido funcionan, pero mal

Los trigger warnings se han convertido en algo verdaderamente controversial, especialmente en el campo de la psicología clínica. Se ha sugerido que lejos de proteger la salud mental de las víctimas de alguna injusticia se daña la salud mental de personas que, pese no haber sido víctimas, aprender a tener un excesivo miedo a ciertos temas.

El miedo y, consecuentemente, las fobias, tienen un importante componente social. Son aspectos que se pueden adquirir sin necesidad de haber tenido una experiencia traumática, simplemente escuchando a alguien hablar sobre un acontecimiento, exagerar su gravedad y avisar a todo el mundo de que lo evite. Para entenderlo, si de pequeños nos decían que los perros mordían y que debíamos tener miedo de ellos, aunque nunca nos hicieran daño podemos acabar teniéndoles auténtica fobia. A veces las palabras son las que nos hacen daño.

Lo mismo sucedería con los trigger warnings. Un contenido que, quizás, visto sin aviso previo no nos tiene por qué ser estresante aunque sí un poco desagradable, en caso de que nos avisen de que puede molestarnos puede que exageremos su grado de ofensa. Nos habremos concienciado de que lo que vamos a ver es algo que no nos gustará y, consecuentemente, nos ofende.

Esta cuestión se ha intentado estudiar científicamente, teniendo el caso del experimento llevado a cabo por Benjamin Bellet, Payton Jones, y Richard McNally. Estos investigadores dividieron una muestra de 270 sujetos americanos en dos grupos, y a cada uno se le asignó leer una serie de diez pasajes de obras de todos los tiempos. Cinco de estos pasajes no contenían material potencialmente desagradable, mientras que los otros cinco sí que lo contenían, como pueden ser una representación de un asesinato o una violación.

Un grupo era el control, en el que antes de cada pasaje no se les daba aviso alguno de que lo que iban a leer les iba a dejar mal sabor de boca. El otro era el grupo expuesto a “trigger warnings”, y antes de cada pasaje se le presentaba un aviso como el siguiente:

AVISO. El pasaje que está usted a punto de leer contiene material perturbador y puede causar una respuesta de ansiedad, especialmente en aquellas personas que pueden tener historial de trauma.

Se medía el grado de ansiedad antes y después de haber leído los diez pasajes. De esta manera los investigadores tenían una medida basal de cómo de alterados estaban los participantes de normal y cómo lo estaban tras haber leído los pasajes, tanto con como sin aviso o trigger warning. Los investigadores encontraron que los participantes que habían sido avisados reportaron que ellos mismos u otras personas se podrían sentir molestas por lo que habían leído mucho más que los que no habían sido avisados, pese haber leído los mismos pasajes.

Estos hallazgos, aunque sí es cierto que se necesitarían más estudios para profundizar sobre este fenómeno, permiten entender que la forma en cómo es tratada la información que se va a recibir influye en cómo es percibida. Si recibimos un aviso de que lo que nos van a decir nos va a ofender, es bastante probable que nos acabe ofendiendo o lo veamos de una forma menos objetiva de cómo lo haríamos si no nos dieran ese aviso.

Repercusión en la salud mental

Se ha sugerido que los trigger warnings pueden repercutir negativamente en la salud de la población, incluso en aquellas personas quienes no han sido víctimas de evento traumático alguno. El recibir un aviso de lo que se va a ver puede ser desagradable puede despertar ansiedad anticipatoria, haciendo que la persona esté sufriendo por algo que no sabe a ciencia cierta si realmente le puede molestar. Es decir, sin siquiera haber visto si el mensaje es ofensivo ya se puede sentir ofendida.

La idea de que las palabras o imágenes pueden activar memorias desagradables de un trauma pasado han sido estudiadas desde la Primera Guerra Mundial, cuando los psiquiatras empezaron a tratar a soldados que presentaban los síntomas de lo que hoy conocemos como Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). El concepto de los trigger warnings parten mucho de esta idea, puesto que son considerados como estímulos que pueden despertar flashbacks o recuerdos desagradables.

El malestar de las personas quienes sufren trastornos de la ansiedad o relacionados con traumas, como es el caso del TEPT, es real. Cuando se presenta un estímulo ansiógeno manifiestan una serie de síntomas realmente dolorosos cuya causa está directamente ligada a la experiencia traumática y el haber visto un elemento que les ha recordado ese dolor. Son trastornos mentales que requieren de ayuda profesional. El problema es que el uso de los trigger warning es justamente la antítesis de cómo funcionan las terapias para los trastornos de la ansiedad.

La terapia por excelencia para este tipo de trastornos es la de exposición. El individuo que manifiesta una respuesta elevada ante el estímulo estresante es progresivamente habituado al mismo por medio de la exposición. Por ejemplo, una persona que sufre aracnofobia, para que logre superar su fobia, se le irá presentando diferentes situaciones en la terapia para que se acostumbre a las arañas.

Al principio se le presentarán imágenes de arañas, después muñecos de arañas, más tarde se le pedirá que se acerque a una araña en una caja y, finalmente, que pueda tocar una, todo ello en varias sesiones. Así pues, en la terapia de exposición el individuo va reduciendo su ansiedad habituándose al estímulo ansiógeno. Al principio no le resultará fácil, y puede que nunca deje de parecerle un estímulo desagradable, pero podrá estar más cerca de aquello que antes le generaba una respuesta estresante muy elevada.

El problema de los trigger warning es que se hace justo lo que se trata de impedir en la terapia de exposición: fomentar conductas de evitación. Al darle al individuo la opción de no exponerse a aquello que, supuestamente, le puede generar malestar, se está motivando a que evite por todos los medios una información molesta. Esto hará que la persona no pueda estar cerca de personas que hablen sobre el tema temido, quejarse de que se siente ofendida por algo muy poco grave o amenazar con denunciar a toda aquella persona que sugiera el tema temido.

Conclusión

Una sociedad en la que se tiene una mayor conciencia de las injusticias es una sociedad más igualitaria. Saber que no todo el mundo disfruta de los mismos derechos y que sufren violaciones de los mismos es la mejor manera para concienciarse de que se necesita un cambio y se debe participar de forma más activa en la lucha por la igualdad.

El problema viene cuando, lejos de concienciar, tratamos de evitar cualquier mensaje que pueda parecer mínimamente desagradable. Actuar así solo hace que la gente no sepa a qué hacerle frente, y se sienta incomodada por cualquier pequeño comentario hecho sin mala intención.

Los trigger warning funcionan pero mal. Lejos de cuidar la salud mental de las personas más vulnerables lo que hace es volverlas más sensibles todavía, además de hacer que personas que no tienen por qué haber vivido una experiencia traumática acaben adquiriendo la sensibilidad por aprendizaje vicario. La mejor manera de tratar un trauma, fobia o miedo a lo desconocido es por medio de la exposición controlada en contexto terapéutico, siendo totalmente contraproducente lo contrario.

Referencias bibliográficas:

  • Bellet, B. W., Jones, P. J., & McNally, R. J. (2018). Trigger warning: Empirical evidence ahead. Journal of Behavior Therapy and Experimental Psychiatry. doi: 10.1016/j.jbtep.2018.07.002.
  • Jones, P. J., Bellet, B. W., & McNally, R. J. (2020). Helping or Harming? The Effect of Trigger Warnings on Individuals With Trauma Histories. Clinical Psychological Science. https://doi.org/10.1177/2167702620921341