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¿Cómo afrontar la negatividad? 6 consejos prácticos


Uno de los rasgos culturales más extendidos en las sociedades occidentales es, sin lugar a dudas, la negatividad. Sean en los medios, en el entorno familiar o ya sea viniendo de nosotros mismos es casi automático ver las cosas desde la peor perspectiva.

El sesgo de negatividad nos hace filtrar solo lo malo de lo que nos ocurre, mientras que lo bueno es menos valorado o, directamente, ignorado. ¿Cómo afrontar la negatividad? Parece tarea imposible, pero no lo es.

A continuación veremos qué técnicas podemos seguir para afrontar este tipo de pensamiento pesimista, además de profundizar un poco en cómo nosotros mismos somos en gran medida responsables de nuestra felicidad y paz interior.

¿Cómo afrontar la negatividad en el día a día?

Nuestro grado de paz interior y felicidad depende, en gran parte, de nosotros mismos. Cierto que hay ciertos factores externos como pueden ser las opiniones de nuestros seres queridos, los medios de comunicación o la situación económica mundial que pueden influirnos de tal forma que veamos el mundo de una forma negativa, sin embargo, no debemos olvidar que somos nosotros mismos quienes decidimos si nos ponemos o no el filtro de la negatividad.

Pese a esta verdad, esta realidad cuesta mucho entenderla. Los seres humanos tendemos a recrearnos en nuestras desgracias y a culpar al resto de personas o a nuestro destino de lo malo que nos pasa, o de que no hay motivos para ser optimista en este mundo. Normal que pensemos así si solo nos fijamos en aquello que creemos que es malo. Sin embargo, debemos entender que no hay nada bueno o malo por sí solo, sino que depende en gran parte de cómo lo veamos y, mucho más importante, cómo nos enfrentamos a eso.

La negatividad es el conjunto de pensamientos, sentimientos y creencias que alimentan la tristeza, la angustia y todo tipo de comportamientos autodestructivos. Si tomamos una postura cargada de negatividad es normal que sintamos que nuestros planes de ser felices y obtener la paz interior están frustrados puesto que negatividad y felicidad son conceptos opuestos. Es como si echáramos gasolina a un incendio y nos enfadáramos porque no se apaga.

Pero pese a que la negatividad nos hace daño, casi nunca nos paramos a pensar si realmente las cosas son tan malas como las creemos ver ni tampoco hacemos un esfuerzo consciente de enfocarnos en las cosas buenas que hay en la vida. Desde luego, tendríamos que ser las personas con más mala suerte del mundo para que absolutamente todo lo que nos pasa tuviera que ser malo. Como decíamos, es una cuestión de filtros: si el filtro es positivo, nos fijaremos en lo bueno; si el filtro es negativo, nos fijaremos en lo malo.

Si nos paramos a pensar y analizamos la forma en cómo vemos las cosas, seguramente observemos que en muchas ocasiones es nuestra forma de ver las cosas, marcadas por la más extrema negatividad, la que alimenta nuestro mal humor y pesimismo. Nos pasan cosas buenas y malas, pero lo malo se convierte en el centro de atención y lo bueno se convierte en algo minúsculo.

También puede pasar que nosotros seamos personas optimistas o que hagamos el esfuerzo por ver el lado bueno de las cosas. Sin embargo, siempre hay alguien en nuestro entorno que ve las cosas mal, excusándose en que simplemente es “realista” y trata de hacernos ver las cosas “como son”. El problema es que su forma de ver el mundo no es la realidad absoluta, más bien al contrario, pero desde luego nos hunde un poco en la miseria. No es que sea mala persona, no es que quiera vernos sufrir, simplemente su filtro de negatividad sesga el mundo que percibe, y no cae en la cuenta de que está en el error.

Seamos nosotros las personas negativas o sea una persona cercana a nosotros que ejerce una importante influencia, existen una serie de pautas para irnos deshaciendo de esta negatividad, ayudándonos a ver el lado bueno del inmenso mundo en el que vivimos y a entender que nuestra felicidad y paz interior depende en muchas ocasiones de nosotros mismos y la forma en que decidamos cómo percibir lo que nos sucede.

Características de las personas negativas

Antes de entrar en más detalle sobre cómo afrontar la negatividad vamos a descubrir cuáles son los principales rasgos de una persona negativa, para así poderlos identificar en nosotros mismos o en gente con la que nos relacionemos con frecuencia.

Para poder lidiar con el pesimismo y el sesgo de negatividad es necesario entender qué comportamientos están asociados a ello. Las personas negativas suelen presentar lo siguiente:

  • Exceso de comparación con los demás.
  • Se fijan siempre en aquello que los demás tienen y ellas no.
  • Hostilidad.
  • Poca capacidad de adaptación.
  • Exceso de dramatización.
  • Quejas constantes, temática principal de sus conversaciones.
  • Rendirse ante cualquier problema o infortunio, por pequeño que sea.
  • Toma de decisiones poco realistas.
  • Pensamiento catastrofista.
  • Conviven con la negatividad.

Estrategias para afrontar la negatividad

A continuación vamos a ver aprender cómo afrontar la negatividad, tanto si procede de nosotros mismos como si viene de algún ser querido, familiar, compañero del trabajo o cualquier persona de nuestro entorno que ejerce una importante influencia sobre nuestro estado anímico.

1. No juzgar a los demás

Es muy común que las personas negativas juzguen y critiquen a los demás. Buscamos y vemos cada uno de los rasgos negativos del resto de personas. Buscamos sus defectos, sus complejos y cualquier cosa que creamos que está mal. Pero esto no va con los demás, va con nosotros mismos.

Cuando buscamos lo malo en los demás realmente lo que hacemos es proyectar aquello que no nos gusta de nosotros. Juzgamos a los demás para esconder lo muy crítica y duramente que nos juzgamos a nosotros mismos, puesto que no nos sentimos satisfechos con cómo somos, pero no lo queremos reconocer.

Para colmo, estar constantemente buscando lo malo en los demás no va a hacer que nos traten bien. Nadie quiere estar cerca de alguien que alimenta sus complejos. Es cuestión de tiempo que si vamos diciéndole a alguien que tiene canas, que se está quedando calvo, que está gordo o cualquier otro rasgo que consideramos negativo, por mucho que esa persona acepte como es su cuerpo no querrá que le recordemos aquello malo que vemos en ella.

Dejando de juzgar a los demás es un buen paso para alejar la negatividad. Las personas nos tratarán mejor y no seremos tan conscientes de aquello que es supuestamente malo ni en nosotros mismos ni en los demás. No hay nadie perfecto, pero tampoco nadie tiene absolutamente nada bueno, siempre encontraremos algo bueno en los demás y en nosotros mismos.

2. Alejar a las ideas negativas

Este consejo suena a muy gratuito, pero realmente es posible alejar las ideas negativas, aunque no es fácil, y la clave pasa por no obsesionarnos con ellas ni intentar eliminarlas del todo.

Es normal tener muy asentadas formas de pensar negativas, automatismos mentales de los que es difícil caer en la cuenta y parar. Son ideas deprimentes, pesimistas, llenas a veces de odio. No obstante, que sean automáticas no significa que no podamos cuestionarlas.

Es fundamental que para alejar a las ideas negativas primero las detectemos. Vendrán de golpe, empezarán a invadir nuestra conciencia, nos agobiarán, enfadarán y interrumpirán aquello que estábamos intentando hacer. Al principio tendremos que hacer mucho esfuerzo para "frenarlas", tratar de calmarnos y mantenerlas bajo control.

Es cuestión de práctica. Si empezamos a notar que empiezan a manifestarse hagamos una pausa, y centrémonos en alguna fuente de estímulos o recuerdos con la capacidad de captar nuestro foco atencional. Si es algo que se puede solucionar, hagamos algo apra solucionarlo. Si no se puede arreglar, no tiene sentido centrarnos en ello. La rumiación lleva a que perdamos tiempo y energías, y la fatiga mental es la puerta de entrada para más negatividad.

3. Apartarse de las fuentes de negatividad

Como decíamos, la felicidad y la paz dependen de nosotros, pero en muchas ocasiones hay factores externos, de difícil control, que arruinan nuestro estado anímico y optimismo. Vivimos en una sociedad inherentemente pesimista, y la culpa de ello lo tienen principalmente los medios: la cultura de la negatividad, o mejor dicho la del miedo, está muy asentada en los medios de comunicación.

Basta con ver un telediario. Un atentado en tal ciudad, una inundación en tal país, tal personaje ilustre acaba de morir de cáncer... Lo malo es noticia. Rara vez hablarán de algo bueno que haya pasado en el mundo, un lugar demasiado extenso y variado como para que solo pasen acontecimientos tristes. Los medios de comunicación condicionan mucho nuestra forma de ver el mundo negativamente.

Por fortuna podemos hacer algo. Mantenernos al margen de la negatividad con la que se nos bombardea muchas veces desde los medios de comunicación, es una muy buena forma de iniciar el camino hacia la felicidad. No es que hagamos apología de que debemos ser unos totales ignorantes en cuanto a lo que pasa en el mundo, pero sí que debemos filtrar aquella información que queremos recibir. Hay noticias tristes que conocerlas no nos sirve de nada, puesto que no podemos hacer nada por cambiarlas, ya sea porque es imposible o porque nos caen muy lejos.

Una buena forma de filtrar esta información es conocer buena parte de las noticias por medios de comunicación locales. Obviamente no todo lo que pongan en ellos serán buenas noticias y es muy probable que se cuele alguna noticia internacional desagradable, ahora bien, estos medios están diseñados para promocionar bienes y servicios locales, además de fomentar la cultura local y conocer eventos que han ocurrido cerca y, por lo tanto, podremos hacer algo para ayudar en caso de que sea necesario.

4. Dejar los prejuicios

Los prejuicios son creencias que nos pueden dar la falsa sensación de seguridad. Al fin y al cabo, tener el mundo descifrado y entendido en categorías muy concretas y basadas en pocos datos es una forma cómoda y rápida de verlo, además de que es una forma de suponer que se tiene más control sobre las circunstancias. Sin embargo, los prejuicios nos quitan mucho más de lo que nos dan, sobre todo si están cargados de negatividad.

Abrir la mente es una muy buena forma de atraer la felicidad y la paz mental. Significa estar despierto a nuevas ideas y a conocer un mundo que es tan inmenso que no puede ser posible que todo lo que hay en él sea malo. Renunciemos a las falsas seguridades y certezas de los prejuicios y permitamos la entrada a una nueva realidad, dejando que entre el amor y la comprensión y dejemos de lado el odio y las falsas creencias.

5. Enfocarse en lo positivo

Como decíamos, muy difícilmente todo lo que nos pase va a ser malo. Alguna cosa mala nos puede pasar, pero también ocurrirán cosas buenas. No debemos permitir que el sesog de negatividad campe a sus anchas y nos haga ver solo lo malo ni nos condene a un filtro de pesimismo.

Enfocarse en lo positivo no significa dejar de ser realista o quitarle importancia a cosas malas que, en su justa medida, deberán ser tomadas en seria consideración. Significa dejar de ver el mundo como un lugar terrible, oscuro y gris.

6. No discutir por discutir

Tanto si somos nosotros mismos las personas negativas como si nos tenemos que relacionar con una de ellas, es habitual que las conversaciones se transformen en discusiones. Cada quien ve las cosas de forma distinta, y la gente más pesimista puede mostrarse hasta sarcástica con aquellos quienes quieren ver el lado positivo de las cosas. Si él o ella no quiere ver las cosas de forma positiva, apartémonos un poco.

La idea no es dejarlo abandonado, pero sí evitar entrar en confrontación si eso no puede traer beneficios objetivos. Si somos nosotros los negativos, deberemos saber identificar cuándo estamos tomando un tono que nos llevará a la discusión. Parar un rato es una muy buena idea, y también podemos intentar de cambiar brevemente de tema, hablar del paisaje o de algo que es inherentemente neutro.

Las discusiones pueden despertar puntos de vista muy polarizados y sacar a relucir argumentos que pueden convertirse en otro motivo para desconfiar en el mundo, viendo a las personas como gente que siempre quieren imponer su opinión. Eso alimenta a la negatividad todavía más.

Referencias bibliográficas:

  • Rozin, P.; Royzman, E. B. (2001). "Negativity bias, negativity dominance, and contagion". Personality and Social Psychology Review. 5 (4): 296–320. doi:10.1207/S15327957PSPR0504_2
  • Peeters, G. (1971). "The positive-negative asymmetry: On cognitive consistency and positivity bias". European Journal of Social Psychology. 1 (4): 455–474. doi:10.1002/ejsp.2420010405