El miedo al compromiso tras haber terminado con una relación
En las relaciones de pareja se alcanzan diferentes niveles de intimidad. Hay relaciones más formales que otras, unas encaminadas al disfrute a corto plazo y otras planteándose como organizar la vida en pareja a largo plazo, pensando en casarse y tener hijos.
La fórmula es relativamente sencilla: si los dos están a gusto siendo una relación informal, irá bien; si los dos quieren alcanzar un grado de compromiso mayor, también irá bien. Pero, cuando uno quiere más compromiso y el otro no, es entonces cuando hay un problema.
La fobia al compromiso es algo muy común en hombres y mujeres, pero lo es más sobre todo cuando se tiene el antecedente de haber dejado una relación que fue muy mal. Abordémoslo a continuación.
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La fobia al compromiso tras haber dejado una relación
Las relaciones de pareja nunca son fáciles. De la misma manera que podemos compartir momentos de genuina felicidad y satisfacción con nuestro novio o novia, en otros momentos puede haber tensión, conflictos y discusiones que pueden provocar el final de la relación. Pese a esta realidad, no son pocas las relaciones que acaban superando sus malas rachas y adquieren un nivel de compromiso cada vez mayor, llegando al punto de, como en los cuentos de toda la vida, se casan y tienen hijos.
Pero otras relaciones no evolucionan de esta manera. Si bien en muchas ocasiones no se comprometen porque ambos amantes así lo quieren, en otras ocasiones sucede que uno sí quiere tener mayor intimidad, pero el otro simplemente no comparte esta opinión. No solo es que no quiera, sino que se podría decir que tiene fobia al compromiso. Y en ese “compromiso” no hablamos solo de declararse para casarse y tener hijos, sino también de cualquier forma de comprometerse con otra persona, ser algo más que dos individuos que mantienen relaciones.
La fobia al compromiso es común, especialmente cuando se ha dejado una relación que acabó mal. Es difícil hablar de relaciones sentimentales que terminaran bien, pero en las pocas en las que ambos lo dejan de mutuo acuerdo es inevitable que deje alguna que otra herida en el corazón de ambos, heridas que hacen que no se quiera alcanzar ningún nivel de compromiso con nuevas parejas por un tiempo. Mucho menos si la relación acabó catastróficamente, supuesto que alimenta todavía más tal fobia.
Las rupturas pueden desencadenar muchas emociones y alimentar ciertas creencias que nos predisponen a llegar a tener un miedo casi patológico a comprometernos con potenciales nuevas parejas. Puede ser que a ti te haya pasado, con lo cual lo que viene a continuación puede que te sirva para comprender más a fondo la raíz de tal temor.
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¿Qué es la fobia al compromiso?
Pero antes de hablar de cuáles son las particularidades de la fobia al compromiso tras haber dejado una relación, debemos entender exactamente a qué nos referimos con tal fobia. Por sí sola, implica temor a establecer una relación a largo plazo, de cualquier tipo. Se manifiesta en forma de mucha ansiedad, un sentimiento que inunda la mente de quien lo presenta con todo tipo de preocupaciones, en este caso acerca de lo que podría salir mal en caso de comprometerse con una pareja.
Comprometerse con alguien implica adquirir un nivel de intimidad mayor, un grado de conocimiento mutuo. Implica conectar más con la persona con la que se dice que se está saliendo. Mayor compromiso es igual a más sacrificio por la relación, pero también se espera tener más beneficios de la otra persona. Si la persona teme tener que pasar por este paso, por este sacrificio, a pesar de los beneficios que en principio supondría y lo que espera la otra parte de él, es cuestión de tiempo que la relación se acabe. Tener miedo al compromiso dificulta mantener relaciones a largo plazo porque, por muy informal que sea, si uno de los amantes quiere ir un poco más y el otro no, la discordancia entre ambos terminará por condenar la relación. Características de las personas con miedo al compromiso
Generalizar y dar características universales sobre cómo son las personas con fobia al compromiso es arriesgado. Sí que se puede precisar un poco al hablar del perfil en el que se tiene este miedo tras haber dejado una relación, pero aun así debemos matizar que no todas las personas con este miedo al compromiso se comportan de la misma manera. Las personas son muy variadas, y también las relaciones, y la forma en cómo se da la fobia al compromiso en ellas varía según el contexto.
Tenemos a quienes, después de haber superado una ruptura, no se atreven a adentrarse en una nueva relación. No se arriesgan a salir con nadie, ni siquiera teniendo una relación muy informal, limitada a las relaciones sexuales y quedar de vez en cuando. El miedo es tan grande que se encierran en sí mismas y no buscan nuevas relaciones. Puede que le saquen el lado bueno, siendo esta temporada sin pareja algo hasta terapéutico, un momento de reflexión sobre el por qué le temen al compromiso y recuperar las energías que gastaron en su relación anterior. Puede que pasado un tiempo se atrevan a enamorarse de nuevo.
Luego tenemos los casos de personas que tratan de ocultar el problema bajo la excusa de que son muy exigentes, que buscan su amor ideal. Como todo el mundo, tienen en su mente la idea de su pareja perfecta, un prototipo de persona que no existe o que muy difícilmente van a encontrar. Las personas no son perfectas y encontrar la tan divinizada media naranja es prácticamente imposible.
Sin embargo, a estas personas esta idea no les cabe en la cabeza y rechazan una y otra vez comprometerse con una nueva relación, con la esperanza de que un día llegará la pareja definitiva y, también, evitando lo que les pasó en la anterior. Su forma de ver el amor se puede interpretar como un mecanismo de autosabotaje. Como nunca llega ese amor ideal que tanto quieren y no se conforman con el que ya tienen, no se comprometerán nunca con una relación real.
Tenemos también el curioso caso de personas que, en apariencia, no pareciera que tuvieran miedo alguno al compromiso. Hablamos de esos verdaderos conquistadores en el amor, personas que tienen éxito siempre que se proponen enamorar a un hombre o una mujer. Son personas que no pueden estar solas. Esa relación no es por necesidad de tener a alguien que los entienda, sino más por temor a quedarse sin pareja. No obstante, cuando la relación adquiere seriedad, se sienten confundidos y huyen. Y vuelta a empezar, buscan de nuevo una relación, pero con la experiencia bien fresca de que la última fue mal.
Pese a estos diferentes perfiles de personas con fobia al compromiso tras haber dejado una relación, o que los ha predispuesto a que la misma se rompa, podemos encontrar algunos patrones de pensamiento y sentimientos comunes:
- Dificultad de tomar decisiones personales por temor al cambio
- Alta independencia y miedo a depender de alguien
- Necesidad de tener todo bajo control
- Problemas para expresar emociones
- Sentimientos de inseguridad
- Extrema necesidad de libertad y temor a perderla
- Incomodidad con la intimidad
- No sentirse cómodo compartiendo emociones
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¿Por qué tenemos miedo al compromiso?
El miedo al compromiso es algo compartido tanto por hombres como mujeres, a pesar de que históricamente se le ha atribuido al género masculino este temor. La causa principal de la fobia a comprometerse con una pareja suele ser un miedo casi patológico a perder la independencia y libertad, perder el control sobre nuestra vida y sentimientos. Muchos temen que con el compromiso se acabe renunciando a la propia forma de ser, a su personalidad.
Pero hay otra explicación cuando este temor se da justo después de haber dejado una relación. Las rupturas son, en menor o mayor medida, traumáticas. Dejar de compartir parte de nuestro tiempo y vida con alguien siempre deja huella. Es inevitable que, tras una relación fallida, uno se pregunte si va a volver a amar y ser amado o si logrará alcanzar de nuevo el mismo nivel de intimidad que obtuvo en la relación anterior. También se teme que, en caso de que la relación anterior se rompiera por una traición, que ocurriera lo mismo en una nueva. Se teme depositar confianza en alguien que podría hacer lo mismo.
El miedo no es negativo en sí mismo, sino más bien un mecanismo de alerta que se activa cuando percibimos que algo nos puede hacer daño. Hay una serie de situaciones, lugares y momentos en los que nos sentimos seguros, algo que conforma lo que llamamos nuestra zona de confort. Cuando vemos peligrar esta zona, aparece el miedo, el temor de que nuestra zona de confort va a cambiar y con él se va a desestabilizar nuestra seguridad. Cualquier cambio puede suponer una amenaza para nuestra estabilidad, aunque tal cambio sea positivo.
Cuando se conoce a alguien nuevo, una potencial pareja, se tendrán que hacer cosas nuevas, conocer a sus amigos y familiares, cambiar algunos hábitos… habrán cambios, tantos que se puede temer que al alcanzar un grado de compromiso, se acabe dejando atrás toda una vida. Una relación de pareja es al fin y al cabo cosa de dos, cediendo los dos en algunos aspectos y haciéndose sacrificios. Se teme que, al conectar con otra persona, uno se pierda a sí mismo y se dependa de otra persona.
Hay personas que han desarrollado un fuerte sentido de independencia, lo cual hace que, aunque sea a nivel inconsciente, rechacen la idea de vincularse a otra persona. Crear lazos, aunque sean invisibles, implica atarse de una u otra forma a otro ser humano y, se puede llegar a percibir como negar la esencia de uno mismo. Ya no se es uno, se es parte de una pareja. Se sacrifica parte de nuestra personalidad al renunciar a nuestra libertad, y si se tiene todavía el recuerdo de la relación anterior muy fresco esta experiencia motiva todavía menos salir con otra persona.
También hay casos que, tras haber dejado una relación, desean aprovechar su recién adquirida libertad y no perderse ni una sola oportunidad. Salir con una nueva pareja implicaría renunciar a un camino para tomar el otro, así que prefieren embarcarse en relaciones poco profundas y muy breves con varias personas que no seguir con una pensando a largo plazo. Es una mezcla de fobia pero también de deseo de libertad, de evitar perderse lo que ellos consideran perdieron mientras salían con su pareja anterior. En estos casos, el compromiso en exclusiva para estas personas es agobiante. No quieren perder el tiempo en absoluto.
Otras veces sucede que, con la experiencia de la relación anterior fallida, temen que si les proponen compromiso o alcanzar un nivel de intimidad mayor ahora la relación salga mal y sufran. En estos casos sucede que se prefiere seguir con la relación a nivel informal que no alcanzar un nivel más profundo entregándolo todo. El problema de esto es que, por mucho acuerdo que haya entre las dos partes en que la relación siga siendo así, la relación no avanza, no evoluciona y se estanca. Es cuestión de tiempo que ese estado se agote, y se tenga que decidir entre subir de nivel o terminar la relación.
Y, sin lugar a dudas, la fobia al compromiso más intensa es el tener una muy mala historia sentimental. Haber pasado por muchas, muchísimas relaciones fallidas alimenta todavía más la fobia al compromiso. Si la última relación de pareja le ha causado mucho daño y le ha hecho sufrir, es posible que generalice y atribuya esa desafortunada experiencia a todas las relaciones. Esto hace que se proteja del amor, que considera como siempre dañino, y consecuentemente del compromiso. A menudo, temen no estar en la relación correcta o que la otra persona las abandone sin previo aviso o, simplemente, les haga sufrir.