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El adolescente: ¿un pequeño tirano?


El adolescente, ¿un pequeño tirano? Son muchos padres y madres los que a veces se plantean esta cuestión, simplemente, por cómo viven la relación con sus hijos.

Todos sabemos, porque también lo hemos vivido en nuestras carnes, que la adolescencia es un periodo especialmente complicado para los chicos y chicas que pasan por él.

Si lo pensamos, tiene dos vertientes: una forma de vivirlo es el del joven que lo atraviesa, con todos los cambios físicos, mentales y emocionales que esta etapa de su vida atraviesa; pero por otro lado, también lo es para sus padres y madres, que si bien son conscientes de que esto ocurre, a veces se ven obligados a buscar ayuda para aprender a manejar estos cambios en sus hijos de la forma más idónea que sea posible.

Y a veces, uno de estos factores que se resisten a los adultos es la tiranía de los jóvenes.

El adolescente piensa que lo puede todo y que es el centro del universo

También nos ha pasado a nosotros, pero cuando se vive como padre es algo muy diferente, y es necesario vivirlo con cuidado para que esa situación no desemboque en conductas problemáticas para nuestros hijos como las adicciones, por ejemplo.

La cuestión es que uno de esos comportamientos con los que los adultos deben saber lidiar correctamente y convivir es la sensación de que los chicos pueden hacer lo que quieran, que nada más que su voluntad importa.

Durante la adolescencia la sensación de que nada puede con el joven y que el mundo está a sus pies es muy común, y por eso, su comportamiento denota que sus actos no tienen consecuencias para ellos, cuando todos somos muy conscientes de que eso no es así en realidad.

Es el vigor de la juventud lo que les hace ver la vida de esta manera, despreciando las normas y los riesgos que hay a su alrededor, y esto puede llevar a conductas que pueden ser muy perjudiciales para ellos.

¿Es el adolescente un tirano?

Bueno, su actitud puede implicar que sí desde el momento en el que el adolescente no solo se encuentra cómodo, sino que piensa que nada va con él, que es indestructible, puede ocurrir que piense que es más que los demás, que tiene más derechos. Esto puede provocar que empiece a tratar a los demás como sus inferiores, lo que puede llevar a estas conductas. Pero también puede ocurrir esto cuando sufre.

Por esta razón es habitual que los jóvenes empiecen a adoptar posturas déspotas, dando órdenes a sus padres o incluso mostrarse especialmente violento cuando no consigue lo que quiere. Muchas veces, la ira es una de sus herramientas habituales para tratar de atemorizar a cualquier persona que esté a su alrededor.

La cuestión de todo esto es que aunque no nos guste verlo, la tiranía del adolescentes es algo muy común que suelen sufrir muchas familias. Tal vez ahora sea el momento de plantearse la razón de que esto ocurra, ¿por qué se da en algunos jóvenes pero en otros no? Veamos este tema un poco más en profundidad.

Casi todo tiene que ver con el aprendizaje al que haya estado expuesto

Todas las personas tenemos un aprendizaje desde que somos pequeños, y durante toda nuestra vida nunca dejamos de aprender. La cuestión es qué se aprende durante la infancia, ese periodo en el que somos como pequeñas esponjas que lo absorben todo.

Los métodos en los que la agresividad o el chantaje son la herramienta implican que ese aprendizaje no ha sido el adecuado. Es más que posible que hayan sido los mismos padres los que hayan provocado el problema haciendo entender a los hijos que simplemente por existir son el centro del mundo y que se lo merecen todo.

Obviamente, nosotros como padres, queremos que a nuestros hijos no les falte de nada, pero si lo enfocamos de la manera incorrecta, es muy posible que estemos fomentando esa tiranía del adolescente.

Pensemos un momento en qué ocurre cuando el chico o la chica consigue todo lo que quiere porque sí. Al final, acabará pensando que tiene derecho a todo solo por ser él, sin esforzarse ni trabajar para conseguirlo. Eso le llevará no solo a tratar a las personas que le rodean de forma déspota, sino a todo el mundo, conocidos y desconocidos. Y si alguna vez no consiguen lo que quieren, van a reaccionar con ira y violencia, porque les estamos negando algo a lo que tienen derecho y que quieren.

Sin embargo, la actitud tirana del adolescente no siempre se relaciona con la educación. A veces, los jóvenes pueden llegar a este punto porque han tenido que vivir situaciones duras.

Es habitual, por ejemplo, encontrar casos en los que a raíz de un divorcio el hijo ha comenzado a comportarse de esta manera. La razón es el culpar a uno de los dos y empezar a maltratar a esa persona para castigarlo y mostrar su enfado.

¿Hay consecuencias en todo esto?

Naturalmente que las hay. Un chico o una chica que cree que todo es suyo, que tiene derecho (más derecho) que otras personas a todo lo que quiere, se encontrará con una dolorosa verdad: eso no es así.

Al ver que no puede conseguir lo que quiere, comenzará a frustrarse, lo que le generará problemas en todos los ámbitos de su vida. Es por esa razón por la que hay que actuar cuanto antes.

¿Qué hacer entonces?

Lo más efectivo es educar. En este proceso será necesario poner límites, lo que no va a gustar a nuestros hijos, pero hay que hacerlo para fomentar comportamientos adecuados.

Un mensaje que es fundamental enviar a los jóvenes es que tener todo lo que se quiere es imposible, y que para conseguir cosas hay que trabajar mucho.

Por supuesto, también es básico enseñar a los más jóvenes que con agresividad y violencia no van a lograr nada, y atajar esos comportamientos de una manera radical, fomentando en su lugar el respeto, el esfuerzo y el trabajo. Tan solo así ellos comprenderán cuál es la realidad y estarán listos para salir al mundo a vivirla.