Cómo afrontar la adversidad: adaptación personal cuando todo cambia
Nada de lo que ocurre en el mundo está hecho a la medida del ser humano; el planeta Tierra podría seguir existiendo perfectamente sin nosotros.
Sin embargo, no se puede decir que la mayoría de personas andemos sufriendo constantemente por el simple hecho de existir en este entorno. Son muchas las pistas que nos indican que, incluso si en ocasiones lo que pasa a nuestro alrededor nos afecta muy negativamente, son frecuentes los casos en los que conseguimos reponernos, pasar página y seguir viviendo.
Por ello, muchas personas se preguntan… ¿cómo afrontar la adversidad, una vez esta ya ha empezado a ocurrir o directamente ya se ha dado? Este es precisamente el tema del que hablaremos en las siguientes líneas.
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¿Cómo afrontar la adversidad a través de la adaptación personal?
Si hay algo que caracteriza al ser humano, es su capacidad para adaptarse a situaciones muy variadas.
Y, por pura estadística, entre esas situaciones diversas ante las cuales podemos ajustar nuestro comportamiento se encuentran momentos adversos de crisis o directamente catástrofes. Resulta espectacular comprobar hasta qué punto somos capaces de reponernos tras haber pasado por situaciones muy duras, ante las cuales cualquiera diría que no estábamos preparados ni que hubiéramos podido verlas venir.
Pero lo cierto e que, por una vía o por otra, existen formas de afrontar la adversidad y regresar a la estabilidad emocional. En este sentido, un concepto clave para entender esto es la resiliencia, palabra muy vinculada a los procesos de psicoterapia y salud mental en general.
¿Qué es la resiliencia?
La resiliencia es la capacidad de adaptarse a momentos difíciles, y a través de la cual resurgimos de situaciones de crisis para alcanzar la estabilidad emocional de nuevo, e incluso un sentido de progreso y dirección en nuestras vidas incluso cuando aún arrastramos algunos problemas asociados a la adversidad por la que hemos pasado.
Se ha comprobado que la resiliencia es un potencial latente en prácticamente todas las personas, y que dadas las circunstancias adecuadas, es posible favorecer su surgimiento para sentirse mejor y adoptar una actitud constructiva y orientada hacia la búsqueda de soluciones.
Su existencia se basa en la propia manera de funcionar de nuestro cerebro; tal y como pasa con todo el sistema nervioso humano en general, este va cambiando constantemente, adaptándose a nuestras experiencias y permitiéndonos aprender todo tipo de habilidades. Por ello, podemos incluso aprender a aprender a gestionar nuestras emociones ante los momentos complicados.
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Herramientas psicológicas para adaptarse a los cambios
Estos son algunos consejos psicológicos que deberías tener en cuenta para mejorar en tu habilidad de adaptación a los cambios. Se trata de prácticas relativamente sencillas que, si son incorporadas a tu día a día e integradas con tus hábitos, permiten desarrollar resiliencia.
1. Combina la teoría y la práctica
En momentos de crisis, es muy común que las personas afectadas por los malos tiempos se refugien en tareas de introspección para intentar buscar una solución a lo que les ocurre. Por ejemplo, dándoles vueltas a una serie de ideas que les preocupan, para ver si eventualmente encuentran una manera de quitarse ese peso de encima al llegar a alguna conclusión que alivie su malestar.
Esto no solo no acostumbra a solucionar las cosas, sino que además es contraproducente, porque da paso a la rumiación psicológica: la tendencia a no poder quitarse un pensamiento ansiógeno de la cabeza, que vuelve una y otra vez a la consciencia debido a la importancia que le damos y que al final no podemos ni “bloquear”, dado que terminamos siendo muy sensibles a su aparición debido a todas las emociones desagradables que le hemos ido atribuyendo con el tiempo.
Por ello, para adaptarse al cambio hay que poner en práctica la esencia del concepto de “adaptación”: seguir interactuando con el entorno y con los demás, sin encerrarnos en nosotros mismos.
2. Estructura tu día a día
En momentos de crisis en los que todo cambia y debemos afrontar una realidad incómoda o incluso dolorosa, es fácil que la falta de referencias acerca de lo que debemos hacer nos haga sentir que la situación nos supera, al no tener dónde apoyarnos. Esto lleva a muchas personas a adoptar una actitud apática, caracterizada por la pasividad y el sedentarismo, y ciertamente ante experiencias así puede decirse que esta manera de comportarse es “lo que nos pide el cuerpo”.
Sin embargo, no hay que caer en esta trampa de la indefensión y la desesperanza; aunque cueste, hay que procurar ir proponiéndonos metas a corto plazo, aunque sean muy sencillas, para mantenernos en movimiento. Esto nos permitirá ir ganando impulso y poder dar con maneras de mejorar nuestra situación en un periodo relativamente corto.
Para ello, no hay nada como diseñar horarios que estructuren nuestro día a día a partir de actividades y rutinas claras y con un inicio y un final muy definidos. Se trata de mantenernos activos para mejorar nuestra visión global acerca de lo que estamos viviendo y descubrir opciones en las que no habríamos reparado desde la pura teoría, en caso de mantenernos quietos en el sofá durante horas.
3. Practica Mindfulness
El Mindfulness (o Atención Plena, en castellano) es un estado de consciencia que puede ser fomentado a través de la realización de un conjunto de ejercicios inspirados en la meditación Vipassana.
Sus efectos como medida de prevención de los síntomas ligados a la depresión y como método de gestión de la ansiedad, unidos al hecho de que es relativamente fácil practicar Mindfuness, han hecho que este recurso de modulación de las emociones sea muy utilizado tanto en psicoterapia como, cada vez más, contextos como los centros educativos y las empresas.
Por ello, a día de hoy somos muchos los equipos de psicólogos que contamos con expertos en Atención Plena tanto para las sesiones con pacientes como para formar a profesionales y particulares en cursos y talleres.
4. Busca el apoyo de los demás
Tengas o no tengas muchos amigos, posiblemente encontrarás personas dispuestas a ayudarte, ya sea ofreciéndote momentos de escucha empática o yendo más allá y ofreciéndote recursos sociales o materiales.
Por mucho que te hayas estado cerrando en banda hasta ahora, no olvides que la razón de ser de la sociedad es la ayuda mutua, y que puedes contar con ello ya sea en tus círculos familiares o de amistades, en entidades vecinales o de la administración pública, en reuniones de personas afectadas por tu problema, foros y grupos de Internet, etc.
Eso sí, ten en cuenta que el objetivo no es terminar dependiendo totalmente de esas personas, sino que son un punto de apoyo para ir construyendo tu propio porvenir, sin prisa pero sin pausa.
5. Mantén controlados tus sentimientos de culpa
Ante situaciones adversas, muchas de las personas que se ven obligadas a adaptarse a su nueva realidad tienden a sentirse culpables por el bache por el que han pasado o por el que aún están transitando. Se trata de un sesgo pesimista que puede resultar muy dañino y paralizante, y frena el proceso de construcción de resiliencia.
Para mantenerlo a raya, es útil llevar un autorregistro de pensamientos. Cuando notes que te viene a la consciencia un pensamiento de auto-culpabilidad, anota brevemente lo que has pensado, cómo te has sentido y el momento y lugar en el que eso te ha pasado; al final del día, anota abajo de cada uno de ellos una réplica que muestre hasta qué punto esas ideas son irracionales y poco ajustadas a la realidad, existentes tan solo porque en ese momento te sentías mal.
6. Mantén un buen nivel de salud
La salud física está ligada a la salud mental: duerme lo suficiente, come bien y realiza ejercicio para ser mejor gestionando tus emociones ante situaciones adversas.
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Referencias bibliográficas:
- Abraham, R.; Lien, L.; Hanssen, I. (2018). Coping, resilience and posttraumatic growth among Eritrean female refugees living in Norwegian asylum reception centres: A qualitative study. International Journal of Social Psychiatry. 64 (4): pp. 359 - 366.
- Bonanno, G.A.; Galea, S.; Bucciareli, A.; Vlahov, D. (2007). What predicts psychological resilience after disaster? The role of demographics, resources, and life stress. Journal of Consulting and Clinical Psychology. 75(5): 671 - 682.