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Los 3 beneficios psicológicos de dormir la siesta


La adaptación a la vida moderna a lo largo de la historia ha hecho que los humanos hayamos perdido el hábito de ser polifásicos en lo que al sueño se refiere. De hecho, parece haber evidencias de que, al igual que resto del reino animal, el hombre primitivo también alternaba ciclos de sueño y vigilia durante todo el día. 

Son muchos los estudios que parecen indicar que echarse una cabezadita después de comer aporta muchos beneficios para la salud y la mente. Por tanto, dormir la siesta va a tener un efecto beneficioso en tu bienestar y puede aumentar tu estado de alerta, tu concentración o tu productividad.

Beneficios psicológicos de la siesta: descubriendo el arte de ''echarse una cabezadita''

Como ya pudimos leer en el artículo "7 señales psicológicas que indican que no estás durmiendo suficiente", el sueño es absolutamente esencial para tener una buena salud.

Ya que muchas investigaciones demuestran que la siesta puede provocar una mejora en el bienestar psicológico, algunas empresas como Google, Nike, AOL o The New York Times dan tiempo a sus empleados para que puedan dormir la siesta en la oficina con la máxima comodidad. El “napping” (''siesta'' en inglés) sirve para recuperar energías y estar de mejor ánimo. Las empresas que han adoptado la “cultura de la siesta” disponen de sillones o hasta camas donde descansar un rato.

El origen histórico de la siesta

Para algunos entendidos en la materia, la siesta tiene su origen siglo XI y proviene de una de las reglas de la orden monástica de San Benito: reposo y tranquilidad en la hora sexta (canóniga), que era el periodo de tiempo entre las doce y las tres. Esta norma hacía referencia a que los religiosos debían acostarse en total silencio para descansar y retomar energías para el resto del día. Ahí tuvo su origen la palabra “sextear” o “guardar la sexta”. Con el tiempo, esta costumbre se extendió y se adoptó en otros monasterios y la población en general. Pese a que parece que únicamente sea una tradición española, la siesta también está presente en partes del sur de Europa e Hispanoamérica, en China, Taiwán, Filipinas o la India. 

La siesta también parece tener un origen fisiológico, ya que es una consecuencia natural del descenso de la sangre después de las comidas copiosas, lo que provoca somnolencia.

A continuación vamos a descubrir exactamente cuáles son los dos efectos beneficiosos de echarse una siesta para nuestra salud psíquica.

1. Mejora la memoria

La Universidad de Haifa (Israel) y el laboratorio del Sueño del Centro Médico Sheba (Tel Aviv) demostraron que la siesta aporta beneficios a la memoria. Este estudio, en colaboración con investigadores del Departamento de Psicología de la Universidad de Montreal (Canadá), concluyó que la siesta tiene una función importante en la consolidación de la memoria y el aprendizaje.

2. Incrementa tu capacidad para aprender

Complementando los efectos positivos en tu memoria, echarse una siesta también reporta efectos positivos en la capacidad de aprendizaje. La Universidad de California aportó evidencias de que al descansar la mente durante la siesta, estamos ayudando a nuestro cerebro a aprender más cosas después de despertar

En la misma línea, la investigación llevada a cabo por la Universidades de Harvard y la Universidad de Nueva York comprobó que tomar una siesta corta mejora de manera considerable la memoria y el aprendizaje, pero además, tiene un efecto positivo sobre el humor.

3. Dormir la siesta y trabajar mejor

Según estudios de la NASA, echarse una siesta mejora el estado de alerta, el rendimiento, reduce los errores y accidentes en el trabajo. En este estudio, realizado a sus pilotos y astronautas, se encontró que una siesta de 26 minutos es capaz de aumentar hasta un 35% el rendimiento y un 55% el nivel de alerta. 

Si la “cabezadita” es de 40 minutos mejora el estado de alerta hasta en un 100%. La atención y el tiempo de reacción también parecen beneficiarse de la siesta según un estudio de Kimberly Cote, profesora y neuropsicóloga en la Universidad de Brock. Según su estudio, las personas que no hacen uso de este “momento de relax”, pueden sentirse más fatigados, tener una probabilidad más alta de tomar malas decisiones y un mayor riesgo de padecer accidentes laborales. Las siestas pueden aumentar el estado de alerta en el periodo inmediatamente después de la siesta, y este estado se puede extender hasta unas horas más tarde en el día.

Algunos consejos para una buena siesta

  • Lo ideal es una siesta corta, de unos 20 o 30 minutos. Este tiempo es suficiente para beneficiarse de un mejor estado de alerta y un mayor rendimiento sin tener la sensación de aturdimiento.
  • Para evitar que la siesta afecte a los patrones de sueño durante la noche y para evitar complicaciones a la hora de conciliar el sueño nocturno, es preferible no hacer una siesta demasiado tarde en el día.
  • Cuidar el entorno a la hora de hacer la siesta va a afectar en gran medida el momento de descanso y la capacidad para quedarse dormido. Para aprovechar al máximo este tiempo, hay que buscar un sitio cómodo, con poca luz, sin ruido y con una temperatura agradable.