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Crisis laboral: cómo surge, y qué hacer


Todos, de pequeños y no tan pequeños, hemos fantaseado con la idea de trabajar en algo, nuestra profesión soñada. Pero la vida es, a veces, dura e injusta y, por mucho que hayamos estudiado, si es que hemos tenido esa oportunidad, no conseguimos trabajar de lo que queríamos.

Nos hemos tenido que agarrar a un clavo ardiente y, una vez conseguido ese empleo, hemos entrado en una crisis laboral, porque no era lo que queríamos pero, ¿qué remedio?

A continuación vamos a ver más a fondo los motivos que nos pueden haber llevado a sufrir tal crisis, además de saber redirigir la incertidumbre y malestar del empleo no deseado para conseguir, al menos, sacarle la parte positiva.

Crisis laboral: ¿qué es?

Todos hemos querido ser algo de pequeños, y hemos intentado, en la medida que se ha podido, enfocarnos en conseguir trabajar de lo deseado. Puede que hayamos estudiado todo aquello que era necesario para conseguir X empleo, o que nos hayamos esforzado mucho para conseguir trabajar de lo que queríamos.

Sin embargo, la vida no es un camino de rosas y, en muchas ocasiones, aparecen obstáculos que nos impiden trabajar de lo que queríamos. Puede que, pese a poner todos nuestros esfuerzos, no conseguimos sacarnos la formación para la profesión deseada.

Otras veces puede que sí tengamos el potencial para conseguir el título, pero no disponemos de los recursos económicos para podernos matricular. También puede pasar que tengamos tanto el dinero como la inteligencia, pero no el apoyo de nuestra familia y, queramos o no, ejercen un importante peso en nuestras vidas.

Sea lo que sea lo que nos impide trabajar de aquello que queremos, tenemos que conseguir dinero para continuar viviendo, así que cogemos empleos que o bien tienen algo que ver con lo que hemos estudiado pero no nos gustan o bien, directamente, es lo primero que hemos encontrado porque no teníamos más opciones. Independientemente de lo bien que se nos dé, no es lo que queríamos ser, y esto puede ser fuente de insatisfacción laboral, con su consecuente crisis laboral.

¿Cómo se da la crisis? Causas

Esta crisis se manifiesta en forma de preguntas tales como “¿y ahora qué?” “¿voy a seguir trabajando de algo que no me gusta el resto de mi vida?” “¿por qué no puedo trabajar de lo que quiero?”. Todo esto viene acompañado con incertidumbre, dado que no tenemos respuesta para tales interrogantes. Como somos animales a los que nos gusta que el mundo venga bien organizado y planeado (aunque no significa que nosotros seamos organizados) el no conocer cómo va a evolucionar nuestra actual situación nos genera malestar. NUestra vida no sale tal y como habíamos planeado, y no nos gusta.

Cuando un trabajo no nos gusta y tampoco somos conscientes de si vamos a durar mucho tiempo en él nos produce inseguridad laboral. Esta inseguridad, que toma mucha base de la insatisfacción laboral y es base de la crisis laboral, se podría definir como el miedo a la continuidad de empleo, combinada con una falta de placer por tener que trabajar en lo que nos ha tocado. Todo esto genera malestar físico y mental, estando muy relacionado con patologías cardiovasculares, estrés, ansiedad y sintomatología depresiva.

Cuando se entra en crisis laboral es muy difícil saber cómo proceder. Esto tiene su sentido dado que, si bien somos conscientes de que el actual empleo no nos acaba de gustar, no podemos renunciar al mismo dado que, y más en la situación actual en la que vivimos, no nos podemos permitir el lujo de rechazar un puesto de trabajo y adentrarnos en el (hoy en día muy turbio) mundo del desempleo. Nos toca “apechugar” y aguantarnos con lo que tenemos, que es mejor que nada.

Dejar un trabajo, por muy insatisfactorio que sea, es sinónimo de inseguridad económica y de falta de organización del día. A los seres humanos nos van los horarios, el orden y la organización como ya hemos comentado anteriormente. Dejar de trabajar implica un desorden de nuestro tiempo, lo cual empeora todavía más nuestra sensación de incertidumbre.

¿Qué podemos hacer?

Es muy difícil saber con exactitud cómo va a evolucionar nuestra situación laboral. No sabemos si finalmente vamos a conseguir trabajar de aquello que nos gusta ni tampoco tenemos la certeza de que el trabajo que tenemos ahora lo vamos a conservar. Sin embargo, pese a todo esto, es posible mirarle el lado positivo a la situación, saber adaptarse y sacarle el máximo provecho. Tanto si se tiene empleo como si no, es posible sacarle algunas ventajas a la situación actual.

En primer lugar, hay que entender que la incertidumbre, sea cual sea nuestra situación laboral, es algo normal. Es una emoción adaptativa, que nos invita a tomar cartas en el asunto y tratar de buscarle una solución a nuestra situación actual. Si el empleo en el que estamos no nos gusta, quizás sea la hora de dejarlo y buscar otro o plantearnos cuál es el momento adecuado para decirle a nuestro jefe que lo dejamos.

El problema de la incertidumbre es que muchas veces viene acompañada de pensamientos catastrofistas. Se alimenta de pensamientos y preocupaciones de cosas que todavía no han ocurrido, como miedo a nunca encontrar el trabajo que deseamos o no tener suficiente dinero como para poder mantenernos. Es fácil caer en el tremendismo, pero no por ello significa que realmente la situación vaya a ir a mucho peor.

En segundo lugar, se debe entender que el futuro es algo que todavía no ha venido, y el pasado pasado está. Lo que sí podemos controlar es el presente. Si tenemos empleo, estamos de suerte porque tenemos un salario, salario el cual podemos invertir para expandir nuestra formación y conseguir “una vía de escape” a nuestro trabajo actual.

En caso de que no tengamos empleo, tengamos o no la formación necesaria para el trabajo deseado, ¿a qué esperamos? Si aún no tenemos el título que necesitamos, ha llegado la hora de intentar obtenerlo y, si ya lo tenemos, es el momento ideal de expandir nuestros conocimientos. Quizás el motivo por el que no hemos conseguido el trabajo es porque nuestro currículum era muy pobre, poco competitivo con el del resto de candidatos. Hagamos que esto cambie.

Puede ser que no hayamos obtenido la formación necesaria por falta de dinero. Si bien hay cosas como una carrera universitaria que gratis no vamos a ganar, sí que existe un montón de formación online gratuita o a módicos precios.

Universidades como la de Stanford o la de Oxford ofrecen seminarios y cursos gratuitos, que si bien no nos van a permitir convertirnos en médicos, psicólogos, astronautas o lo que sea, desde luego sí que van a hacer que nuestro currículum sea más atractivo y, ¿quién sabe? consigamos un trabajo que esté relacionado, de una u otra forma, con aquello que queríamos.

Herramientas que nos ayudan a mejorar

Meyo

Existen distintas aplicaciones para smartphone que pueden ayudar a plantear el futuro laboral y profesional. La más recomendada es Meyo, una app desarrollada en Barcelona y que permite empoderarse frente a la incertidumbre imperante.

En esta app contarás con un coach 360º que te permitirá avanzar en todo aquel aspecto que te propongas, incluida (y muy especialmente) en la faceta laboral. A través de retos y siempre desde la diversión, Meyo te propondrá formas de mejorar, consejos, trucos y un sinfín de recursos que pueden darte el impulso definitivo que necesitas para lograr enfocarte hacia nuevos proyectos profesionales.

Puedes descargarla gratuitamente:

Conclusión

Todo el mundo puede vivir en sus vidas una crisis laboral. Lejos de verse como algo negativo, que es fuente de incertidumbre y estrés, se debe ver como una oportunidad para reciclarse. Esto nos puede ayudar a comprender qué es lo que no nos gusta de nuestro empleo, ver si podemos cambiarlo y comprender qué podemos hacer para encaminar nuestra vida laboral al trabajo de nuestros sueños.

Puede que necesitemos esfuerzos, dinero y apoyo para conseguirlo, pero nunca se debe perder la esperanza de que vendrán tiempos mejores.

Referencias bibliográficas:

  • Sora, B., Caballer, A., y Peiró, J. M. (2014) La inseguridad laboral y sus consecuencias en un contexto de crisis económica. Papeles del Psicólogo, 35(1), 15-21.